dos.

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Tu mente fantaseaba con él más seguido de lo que te gustaría admitir. Contabas los minutos por que la clase privada con Yaga-sensei termine para poder salir y toparte mágicamente con él. Notabas cómo paseaba por el pasillo minutos antes de que salieras y bueno, ser discreto no entraba en las habilidades del joven chamán. Sonreíste al mirarlo hacer tiempo en aquella esquina, asomándose cada par de segundos en busca de una señal tuya. Tus mejillas ardieron levemente, llevaste tus manos a tu rostro, sorprendida por esta nueva sensación. 

"¿Kurai-san?" preguntó Yaga sensei, sacándote de tus pensamientos. Notaste que llevabas una buena porción de la clase mirando a través de la ventana y tu maestro lo había notado también. Lo miraste con expresión temorosa, temiendo por las consecuencias a las que estabas acostumbrada, una cachetada, a no cenar ese día, lo de siempre..

En el piso de arriba, del otro lado, podías ver el cabello de Gojo. No la cabeza, ni su rostro, sólo un par de mechones blancos que sabías, sin duda alguna, pertenecían a él. Gojo milagrosamente aún no había notado tu presencia, lo que te emocionaba aún más, sabías que en cuestión de segundos, estaría buscándote como loco. 

"Perdón, Yaga-sensei" dijiste arrancando la vista del vidrio. Obligándote a tí misma. Forzándote a no mirar. 

"¿Hay algo afuera que te moleste?" preguntó él, amable como siempre. Su tono de voz siempre era dulce contigo, no sabías si era así por cortesía, si sabía tu destino, o por simple carisma. No estabas acostumbrada a un trato gentil con un padre como el tuyo. Pero te gustaba, te hacía sentir bien, te hacía sentir humana. Lo miraste tímida. 

Negaste con la cabeza ante su pregunta, sonriendo apenada.

"¿Alguien...que te moleste?" repitió con lentitud, buscando tu mirada mientras alzaba las cejas. Mostró una sutil sonrisa, recordando su juventud, la sensación del amor.

Reíste, sintiendo tus mejillas arder, y tu mirada instantáneamente voló hacia él. Esta vez Gojo estaba parado en la ventana, mirándote fijamente, sin ganas de disimular. Le apenaba haber sido descubierto de forma tan obvia, sí, pero no quería apartar la mirada, no podía. 

"Extraño tener su edad" dijio Yaga-sensei, sentándose en el escritorio de enfrente. Tu corazón dio un saltito al pensar en aquel hombre tan fuerte en imponente de joven, mirando a la chica que le gusta entre clases, sintiendo nervios por su misión, repitiendo el año por su falta de disciplina. Dedicaste toda tu atención a él, mirándolo fijamente. "Conocí al amor de mi vida a su edad, 18 años" sonrió con ternura, mirando su mano izquierda.

"¿Cómo se llama la afortunada?" preguntaste con una enorme sonrisa, emocionada por escuchar la forma en la que conocieron, cómo surgió su amor. 

"Se llamaba Akari-chan." 

Llamaba. Tu expresión se hundió, y en la de Yaga-sensei quedaba un pequeño rastro de nostalgia, una sonrisa débil. 

"Yo...P-perdón, yo no.."

"No te disculpes Kurai-chan, no hay por qué hacerlo." dijo él con suavidad. "Me encanta hablar de ella, jamás querría olvidarla. Ni que nadie la olvide." Sonreíste levemente.

"¿Era hechicera como tú?" preguntaste, recargándote sobre tus manos debajo de tu barbilla.

"Sí, era hechicera de primera clase, muy talentosa. Tenía muchas pecas como tú, era alta, musculosa, más que yo en ese entonces" rió con ternura, "jamás creí que se fijaría en mí pero tuve suerte." 

"¿La extrañas mucho?" preguntaste, sin temor a tirar de fibras sensibles. Ya no había vuelta atrás. Tu padre no te había enseñado a ser discreta, sutil, a identificar emociones o a pensar en las consecuencias de tus palabras. Eras dolorosamente directa. Pero a Yaga no pareció molestarle, al contrario, pensó que era refrescante...Alguien que quisiera hablar de aquella tragedia, sin miedo, sin temor a herirle. Alguien que lo escuche. 

endless love (gojo satoru x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora