cuatro.

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Tu mirada estaba fija en la ventana del tren desde que dejaron la estación de Tokio, a pesar de que era la principal causa de tu mareo, no podías evitarlo. Metiste la mano en tu mochila y sacaste aquel pequeño cuaderno negro, lo abriste. 

𝙿𝚎𝚚𝚞𝚎ñ𝚘𝚜 𝚙𝚕𝚊𝚌𝚎𝚛𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚟𝚒𝚍𝚊 

𝙾𝚌𝚝𝚞𝚋𝚛𝚎 𝟸. 

𝟷. 𝙼𝚎 𝚜𝚞𝚋í 𝚊 𝚞𝚗 𝚝𝚛𝚎𝚗 𝚙𝚘𝚛 𝚙𝚛𝚒𝚖𝚎𝚛𝚊 𝚟𝚎𝚣


Gojo te miraba de lado, intentando leer discretamente lo que escribías en aquel cuaderno, pero era imposible. Suspiró rendido, reposando la cabeza en su asiento. Se cruzó de brazos, intentando acomodarse en aquel incómodo asiendo. Sus rodillas presionaban contra el lugar de enfrente, por lo que no podía estirarse cómodamente. Envidiaba tu capacidad de simplemente hacerte bolita en el asiento y dormir plácidamente. Gojo analizó sus alrededores una vez más, confirmando que todo estuviera en orden antes de cerrar los ojos y descansar un rato. 

(...) 

"¿________?" dijo Gojo abriendo los ojos de golpe al sentir tu ausencia. No estabas a su lado, las luces del tren eran tenues, parpadeaban. Se puso de pie rápidamente, analizando su entorno cuidadosamente. "¿_______?!" Alzó la voz, sintiendo la desesperación al no encontrarte. "¡Kurai-san, responde!" Por favor...pensó él. 

Te vio parada frente a una puerta, completamente congelada, y a pesar de que sabía que nada bueno pudo haber pasado, sintió un gran alivio al verte ahí, sana y salva. Al menos no tendría que regresar a casa con malas noticias. 

"¿Q-qué ha sucedido...?" dijiste en un hilo de voz, con la mirada fija en el desastre ante tí. Sentiste a Gojo posarse detrás tuyo y tragar aire. 

Satoru se había enfrentado a terribles situaciones a lo largo de sus 18 años, pero jamás nada podía prepararlo para ver cuerpos humanos sin vida ante él. Embarró su mano por su rostro, intentando retomar la cordura. Avanzaste un poco, adentrándote en el siguiente carril, cuidando no pisar ningún...cuerpo. Podías ver rastros de energía maldita, inundaban el lugar, pero no había ninguna otra presencia más que ustedes dos. 

O sí. 

"Sigamos investig-"

"¡Gojo, detente!" gritaste, estirando tu mano. Gojo se congeló antes de sentir una enorme maldición salir entre los dos carriles, separándolos. Ambos cayeron al suelo, siendo ligeramente heridos por los escombros que aquella acción había provocado. Era una maldición enorme, posiblemente la más grande que habías visto en tu corta pero experimentada vida. 

"¡__________!" escuchaste la voz apenas audible de Gojo del otro lado del carril. Los metros que los separaban aumentaban cada segundo. Sabías que tu carril eventualmente perdería la inercia y se quedaría atascado, debías actuar rápido. Ambos debían hacerlo. 

"¡Estoy bien!" gritaste, rezando por que escuche tu voz sobre el sonido del gruñido de la maldición. 

"Quiero...ir...a casa..." tu cuerpo entero tembló al escuchar aquella frase ser pronunciada por la maldición ante ustedes. Sus dientes sobresalían de su mandíbula, tenía mechones de cabello en la cabeza, las cuencas de sus ojos colgaban hasta lo que parecían ser sus mejillas. Era horrible. Se retorcía como una serpiente, ya que compartía la misma anatomía que aquel animal. Pequeños brazos salían de su cuerpo, tomando lo que sea que se topara en su camino. 

Puede ser categoría 2, máximo. En esta zona no debería haber nada más fuerte, pensó Gojo, observando la maldición. Pero toda su hipótesis se derrumbó al esquivar el ataque de aquella maldición. 

endless love (gojo satoru x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora