[10] no llores, bebé

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Nayeon caminaba mientras pensaba

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Nayeon caminaba mientras pensaba. El chirrido ya avisó la salida, y fue corriendo a tomar su mochila sin despedirse de sus dos amigas, partiendo en el sendero hacia su hogar totalmente sola, sin compañía de su alfa y su olor protector que la calmaba. Suspiró apretando las tiras entre sus dedos, supone que ahora se le hacía algo pesada.

Miraba a sus pies andar, teniendo como opción tal vez toparse con una persona por no fijarse por donde iba. Pero es que cuando la omega se hallaba triste, lo demostraba, no era de esas personas que para evitarse preguntas fingían una actitud que no correspondían a su ánimo, todo lo contrario, Nayeon se demostraba como se sentía.

Y ella ahora se sentía triste, triste porque puede ayudar a Sana, porque puede que Seonjin tenga razón y sea una malagradecida al tan simple hecho de no entregarse en el celo de su alfa.

Aunque Nayeon sepa que Sana siempre la estaría cuidando sin nada a cambio, le salvaría cuando esté en su peor estado de ánimo y le asegurara que el amor que su alfa le entrega es leal y sincero, se encontraba inoportuna.

Sabía que era su destinada, su omega ronroneaba al presenciar a la alfa de la rubia, además que el aroma se había hecho una parte de ella en su día a día y por ello no se quería separar de su novia por mucho tiempo. Sus padres le comentaron que los destinados se quieren, así el otro cometa errores, la atracción persistirá.

Sana y ella no hablaron de sus sensaciones como alfa-omega, ya que lo supieron desde qué se vieron por primera vez.

De repente, Nayeon se encontraba en la entrada de su hogar, y pensó que tal vez hubiera sido el momento donde la rubia le diera un beso, pregonándole el amor puro que protegía por ella. Tomó una bocanada de aire negando la cabeza y allanando los labios, se permitió descolocar un poco la mochila rebuscando en sus bolsillos y meter al fin la llave a la cerradura.

Al entrar se encontró a Jungkook y a Seokjin viendo tranquilamente una película.

Ignorando a la pareja, la castaña pasó de largo sin disimulo alguno y se encerró en su habitación para pensar, sin embargo, el aroma de Nayeon era notoria para el olfato de su hermano mayor, que ni bien lo sintió salió del pecho de Seokjin y miró hacia las escaleras con desesperación, exaltando a su novio.

El pelinegro acomodó un semblante confundido.

—¿Qué pasa? —le pregunta Seokjin al vislumbrar a su omega olisquear con más profundidad los lados.—. Kook, me estás asustando.

—Es Nay, parece estar triste. —dice temblando un poco, él era muy sensible con las feromonas de su familia. A diferencia del resto, los Im podían sentir su aroma entre ellos desde lejos y más cuando son cercanos y acostumbrados desde pequeños a reconocerse.—. Espera, Jin, ahora vuelvo.

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Sana gruñía mientras su mano apretaba su miembro, esta vez su alfa se hallaba en descontrol y buscaba el olor de su omega, por ello acabó rechazando la oferta de su padre en dejarla con la hija de una vecina Kang para calmar su celo a pesar de su negación. Cuando ni bien él la dejo entrar la rubia tiro arcadas de disgusto al oler las feromonas de la muchacha.

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