[11] una primera vez

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Nayeon jadeó al ser impactada de forma brusca en la cama

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Nayeon jadeó al ser impactada de forma brusca en la cama.

Los ojos ahora de un desgradado ámbar de Sana estaban siendo el lugar donde la lujuria era encapsulada. Su libido era alto, y ver la mueca de dolor que formó la omega en su rostro no ayudaba, los labios rosados y esponjosos de la castaña estaban entre abiertos por el aturdimiento de sus acciones, Sana solo se encargó de besarla de manera hambrienta y rápida, siendo correspondido por Nayeon. 

«Mía.»

Las manos de Sana bajaron hasta acariciar en un desliz la cintura contraria, obligándola reaccionar con un salto pequeño, Nayeon la tomaba de las mejillas y restregaba el pulgar en ellas mientras pegaban los labios, sabía que de una u otra manera sus muestras de afecto llegaban impactar a su loba, y aunque la rubia se halle cegada por el placer su instinto era protección, y no le haría daño con propósito alguno si la reconoce como su omega.


Sin embargo, de todas formas, le estaba dando miedo a que se deje llevar en totalidad por su lado animal. Las alfas eran toscas en el momento, su hambre era voraz. 

—S-Sasa...—la intenta llamar jadeante, pero no la escucha. 

Un gruñido resuena exaltándola, Sana no se atreve a mirarla a los ojos y es porque está distraída jugueteando con su cuello, algo filudo comenzaba a amenazar en su piel y Nayeon lo había sentido, entonces recuerda que su hermano le dijo que debía darle muestras de cariño para hacerla un poco mansa y así sus movimientos no se vuelvan tan férreos. En pocos alfas resultaba, en realidad era la mínima cantidad, aun así, percibía que Sana podía caer poco a poco.

 Al presenciar sus dedos, arrancarle de tiro el polerón y toda la parte superior que la cubría se sintió expuesta, se obligó a entre abrir los labios. Sus mejillas se tornaron carmesí mientras el sendero de besos de la alfa incoó andar en su abdomen, restregándole un leve y tortuoso cosquilleo donde su piel ardía. 

Su centro comenzaba a lubricar por sí solo y de un momento a otro, la desnudes de las piernas de la omega yacían sensibles, su pantalón siendo tirado como si fuera una cosa andrajosa en cualquier parte aleatoria de la habitación mientras los gruñidos de la alfa invadían por completo su sentido auditivo. Sentía a su animal rasguñar con desesperación, la estaba llamando, la loba de Sana buscaba la atención de la suya con desesperación para que la "ayude".

 —S-Sana...—gimoteó por primera vez en mucho tiempo llamándola del nombre. La alfa paró en seco dejando de lamer y posar su mirada ámbar en el delicado cuerpo ajeno que buscaba normalizar su respiración. 

—¿Qué pasó? 

—U-Usa protección... —temblorosa pide, y la alfa sin verla se dedica a salir de su encima y con los ojos le exige la localización de su mochila—, está en un mueble t-tuyo. 

Por alguna razón la sumisión la estaba afectando que la hacía tiritar. Sana relajó los hombros y se encaminó a su objetivo, dejando a la omega semidesnuda en la cama temblando. Al llegar jalo la caja con una mano de forma brusca y caminó de regreso, reanudando su posición de antes; entre las piernas de Nayeon mientras tiraba el condón por encima de una mesa pequeña cercana y de color caoba. 

La castaña casi suelta un gemido demasiado agudo al sentir los dedos de Sana encima de ambas rodillas para abrirlas, y aun con su ropa interior húmeda por el lubricante natural que yace en su apogeo, por su excitación, ella mordió los labios por la vista fija de la contraria en su centro, notablemente hecho un desastre. 

—No necesito prepararte, ya lo estás. —suelta Sana una vez. 

Las telas que estaban encima del cuerpo de la alfa quemaban en su cuero, así que se deshizo de ellas con audacia hasta dejarse solo en bóxer. La omega tragó saliva al fisgonear sus ojos en la erección de la contraria, podría jurar que era mucho más grande que el tamaño de su mano, aunque debía ser normal, pero de todas formas le aterraba el atributo de Sana. 

Nayeon al ver que unos brazos tiraron de su cadera en señal de cercanía contra la pelvis de la contraria, lanzó un quejido, la longitud que abultada en el bóxer de la alfa estaba casi rozando su intimidad por un corto momento, ya que luego Sana la apartó para obtener llana disponibilidad y así poder despojarla de su ropa interior y por fin dejarla tal como había llegado al mundo; desnuda. 

Sana estiró la mano al lado de la mesa y arrastró la caja de condones, abriéndola y capturando un sobre. Lo abrió con los dientes y lo extendió en la palma de su mano verificando el estado, al ya tener sus respuestas se bajó la última prenda restante que las separaban. Su loba ansiosa por atisbar a su omega dispuesta y entregada a ella en su totalidad, aumentó su libido y comenzó a colocarse el condón con un poco se apuró sobre su extensión que, ahora, se sentía genuina al permanecer libre. 

El pecho de la castaña se agitaba como si su corazón fuera a salirse de él, con un torbellino en su estómago y una presión en medio de sus piernas que transformaban a ser un calvario al no tener aún nada entre ellas. La rubia acarició una vez más los muslos contrarios y por fin, viendo a los ojos a Nayeon, agarró entre manos su miembro y tomó la acción de penetrarla con lentitud, preocupándose un poco por el pequeño chillido que desembocó está al recibirla. 

—D-Duele... —rechistó con un hilo de voz la castaña. La alfa movió los dedos a su mejilla y pegó sus frentes sudadas, aun entrometiéndose más dentro de ella. 

—Puedes apretar mi mano cuando te duela mucho, omega —le dijo con un tono agitado, buscando la extremidad y así tomarla con la suya. En el camino, Sana se dio cuenta de que la diferencia era notoria entre sus manos. 

—N-No te quiero lastimar... —susurro al presenciar otro gemido de la omega al haber por fin introducido toda su longitud en su interior—. Eres... Mi omega no l-lo haría. 

Nayeon asintió con dificultad, creyendo en las palabras de su alfa, porque sabía que ella jamás le mentiría. 

Jamás la dañaría. 

—Esperaré a que te acostumbres, tú me dices cuando quieres que comience a moverme, omega. —siseó comprendiendo la posición de su omega conejita y esta, después de unos minutos, la miró. 

—Puede m-moverse, alfa

Porque ambas ahora eran alfa y omega, complementándose y para al fin ser una misma.  

  

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