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No era más que una especie de cachorra perdida que ante el primer gesto de amabilidad había ido detrás de aquel ser con fidelidad

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No era más que una especie de cachorra perdida que ante el primer gesto de amabilidad había ido detrás de aquel ser con fidelidad. Caminé despacio a un par de pasos a sus espaldas, lo cual me hizo imaginar que lo tenía cansado porque de vez en cuando lo escuché resoplar malhumorado. Tenía un humor de mil demonios.

Era alto, tan alto que bien podría aplastarme con su figura bien fortalecida. Para ser mayor se notaba en forma y aunque en esa noche y en el medio de la oscuridad no lo distinguía bien bajo las luces tenues, se encontraba algo descuidado y sucio.

Por lo que pude percibir también mientras estuvimos en el vagón era que tenía un ligero hedor a sudor, que no le sentaba nada mal y de su ropa desprendía un delicioso rastro de una colonia para caballero lujosa. Me parecía conocida, seguro que la olisqueé en alguno de mis anteriores clientes pero en él olía diferente, como si ese fuese incluso su perfume natural. Lo portaba con una maestría que le brindaba mayor altives a su figura.

Por la forma en que se movió con soltura por las calles, no parecía perdido. Recorrió las oscurecidas calles en silencio y naturalidad, mientras que incluso yo sentí que no conocía esa parte de la ciudad, tan apartada. No recordaba alguna vez haber venido por esta zona y más que brindarme calma, me generó ansiedad que no hubiese ruido alguno, temerosa de que algo saltara de entre las penumbras y quisiera hacerme daño.

El vestido no me cubría lo suficiente, por no decir que prácticamente nada. Pronto mi cuerpo reaccionó a la velada fresca, pero conseguí con éxito no hacer ruido o movimiento alguno que me delatara frente a aquel desconocido que no se giró ni un instante hacia mí.

Me preguntaba si acaso sería consciente de que seguía andando detrás de él. En el miedo que sentía de atraer a algún cazador en esa metáforica jungla, tuve que moverme lo más sigilosa posible para no emitir ni un solo sonidito que pudiese delatarme. Incluso a pesar de los charcos, me las ingenié para pasar de ellos aún en tacones.

—Apresúrate —bramó de pronto, girándose al fin a mi dirección.

Ahora que solo me concentraba en él, a pesar de ir encorbado, su altura me intimidó. El corte que llevaba era anticuado, así como el armasón de sus anteojos, sin embargo, imaginé que por las líneas de su rostro era que le sentaban tan bien. Parecían matices de lo más masculinos y a pesar de haber visto a tantas personas atractivas, era la primera vez que bien podría haberle brindado mis servicios sin cobrar.

Aunque aún no entendía bien qué era lo que quería de mí.

Trastabillé en tanto avancé hasta él, que me miró con una intensidad que me hizo encogerme por inercia. No sabía qué tenía aquel sujeto que me hacía sentirme tan diminuta. Emanaba superioridad en cada poro, en esa forma en que solo se quedaba allí, sin decir o decir nada. Era lo extraño; mientras otros debían de colocarse en posturas amenazantes o forzar sus facciones a adaptarse a la intimidación, este desconocido solo debía permanecer allí de pie, mirándome con curiosidad para conseguir que me sintiese la cosa más insignificante del mundo... tal vez lo era.

𝗽𝗹𝗮𝘆𝗴𝗿𝗼𝘂𝗻𝗱 || Cho Sang-WooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora