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El agua tibia se llevó todas las tensiones de mis músculos y tendones

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El agua tibia se llevó todas las tensiones de mis músculos y tendones. Cada partecita de mi cuerpo se sentía tirante, generando punzadas desagrables que traté de calmar sobando las zonas afectadas. Había descubierto que llevaba nuevas marcas en la cintura, los muslos y los pechos, porque las manos que esa noche me tocaron lo hicieron con un descuido que aunque me gustó un poco, al mismo tiempo no lo hicieron del todo.

Siempre me gustaron las tinas para baño. Era una suerte que este pequeño departamento tuviera una; diminuta, pero lo suficientemente espaciosa como para que dos personas entraran allí. Tenía un tiempo que no usaba una, porque nunca daba chance para entrar a las de los cuartos de hotel de mis anteriores servicios, pero aquí, Sang-Woo dijo que podía meterme cuando se me antojara.

Apenas y conocía su nombre y fue genial que no me presionara a decir el mío. Sabía que apenas saliera de aquí me cuestionaría al respecto, para lo cual ya estaba más preparada. Pronto se harían las cinco de la madrugada y me hallaba agotada, mas sabiendo bien que no podía fiarme del todo de él, no dejaba la guardia abajo.

Si él también se encontraba a la defensiva lo entendería. Ya hizo mucho dejando que me quedara y aunque el trato era inusual, era mejor que estar corriendo entre las sombras día con día esperando a llegar al siguiente con un poquito de suerte.

Sang Woo me había prestado una de sus camisas y un bóxer para sentirme cómoda. Aproveché para lavar mi vestido y ropa interior a mano y tras exprimirlos con cuidado los dejé tendidos con un gancho que también me prestó mi anfitrión.

Cuando salí de bañarme, mi piel olía a su jabón de baño y sentir su colonia en su ropa cubriéndome fue fascinantemente agradable. Se sentía tan masculino que mis hormonas se accionaron con facilidad solo sintiendo esos aromas tan cautivadores. Además, se notaba la calidad de las fibras de la ropa. Me sentía tan bien que podría quedarme así todos los días.

Al salir, lo encontré acomodado en el borde del acolchado con lo que parecía ser su pijama, como si estuviese discutiendo consigo mismo. No me miró, así que yo aproveché para cumplir con mi cometido. A final de cuentas, eso era parte del trato ¿no? Y a pesar de hallarme agotada, bien podría hacerlo valer. Era lo único para lo que servía.

Me acomodé sobre sus muslos amplios con facilidad tras sostenerme de sus hombros fuertes con toda la experticia del mundo; después de las diversas ocasiones en que lo hice, era muy ágil para conseguirlo. El empresario se echó hacia atrás en un gesto de cansancio, mas no hizo nada por apartarme, hasta pareció estar conforme con mi acto.

—¿Acaso esto será como en Mujer bonita? La película de Julia Roberts —bromeé acomodada sobre él, que me reconoció con una deliciosa naturalidad. Era inusual lo cómoda que me encontré allí encima de su anatomía viril, admirando su piel madura bronceada y esas líneas que se le dibujaban de agotamiento bajo los ojos.

—Con menos glamour —jugueteó. Al menos parecía tener sentido del humor.

—Usted se ve en verdad triste —ronroneé adormilada, mucho más osada de lo que en verdad me sentía— sé dar buenos masajes... y mamadas. Puedo hacerle la que prefiera.

𝗽𝗹𝗮𝘆𝗴𝗿𝗼𝘂𝗻𝗱 || Cho Sang-WooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora