Capítulo 4: Gracias.

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Tan solo serían unos breves instantes donde aquellas dos pilotos cruzaron sus miradas. Sin embargo, ese pequeño espacio de tiempo logró ser más que suficiente para ambas jovencitas fueran capaces de vislumbrar algo mas allá de sus prejuicios y de lo que siempre habían visto tanto sobre si mismas como de la persona quien tenían a su lado. Pero los pasos que delataban la irrupción de una tercera presencia hizo que ambas soltaran sus manos y apartaran bruscamente sus miradas para regresar a sus respectivos mundos.

La doctora Akagi miro con disimulada sorpresa este hecho, pero opto por ignorarlo. En su lugar, se dirigió con voz seria hacia la primera elegida, impartiéndole una orden.

-Rei. Ya es hora de marcharnos.

Normalmente la aludida habría obedecido esa orden sin chistar, o a lo sumo pronunciando una lacónica y automatizada afirmación como un mecánico complemento. Pero esta vez ella permanecería estática, sin presentar reacción alguna. Como si ella no hubiera escuchado la orden... o quizás, ¿Puede que en realidad ella no haya querido escuchar la orden? Sea como fuere, la doctora volvió a hablarle.

-Rei, tenemos que irnos.

La aludida se volteó para quedar situada en frente de la doctora, contemplándola. Pero fuera de eso, ella no se movería ni pronunciaría palabra alguna, permaneciendo impávida ante esta orden.

A aquella doctora tamaña situación llamó poderosamente su atención, no era común que Rei desobedeciera una orden. Pero más aun, no era común que ella estuviera de pie con una mirada triste que evidenciaba el haber llorado, mirada exhibida por unos ojos perdidos que mostraban el vacío que moraba ahora en el ser de la piloto, evidenciando esa mirada muerta que ella y todo el mundo le conocía.

No. Ese mirar frío y carente de todo espíritu no se correspondía con el mirar que todos parecían conocerle a la primera elegida. Porque aquel era un mirar de indiferencia producto de la ignorancia por el mundo. Pero esta en cambio, era una mirada triste, propia de alguien al cual ya no le importaba nada porque ya lo ha perdido todo. Por ello Rei mostraba esa mirada muerta, que tan solo podía ofrecer amargura y desesperanza a quien posara su mirada en ella.

No lo demostraba, pero la doctora empezó a sentir que estaba perdiendo el control de la situación. Rei no reaccionaba, ni daba atisbo de reacción alguna. Su cuerpo todavía estaba allí, pero su espíritu estaba ausente, vagando perdidamente en medio del dolor y la oscuridad del alma atormentada de la piloto. Las facciones de la piloto aparentaban no expresar emoción alguna, pero bastaba con mirarlas detenidamente para revelar que detrás de ese rostro en apariencia imperturbable como la piedra se hallaba un alma desgarrada que tan solo quería gritar de dolor hasta que pudiera purgarse por completo de todo aquel sufrimiento, pero que por alguna razón ya no podía hacerlo.

-Doctora, será mejor que yo me lleve a las pilotos y me ocupe de ellas, al menos por hoy-. Intervino la Mayor Katsuragi, quien acelerando sus pasos tras Ritsuko, ello a fin de intentar resolver tan incómoda situación.

-Mayor, tengo ordenes de llevarme a Rei. Ella tiene labores que realizar y que no pueden ser postergadas...

-Creo que con todo lo que ha pasado hoy, dichas pruebas necesariamente van a tener que ser pospuestas. Ninguna de las pilotos está en condiciones de realizar labor alguna-. Le respondió Misato mientras miraba de reojo a las dos pilotos. -Además, pasado mañana debemos reiniciar todas las pruebas y seguramente allí estarán en mejores condiciones de realizar todas las labores pendientes-.

-Sabes Misato que no puedes contravenir ordenes que provienen de la propia comandancia, ello excede tus prerrogativas...

-Soy Mayor responsable de los pilotos. Es mi deber velar por su seguridad y estabilidad-. Interrumpió Katsuragi.

Dos Caras Tiene la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora