Capítulo 1. ¿Qué tanto pueden cambiar las cosas en un mes?

410 43 8
                                    

Habían pasado 22 días desde la última vez que Luzu había estado en Karmaland. Luzu sabía que se había ido por mucho tiempo, pero realmente no esperaba ver tanto cambio en el pueblo.

Regresó a su casa, reacomodó sus animales en sus corrales, los alimentó y salió a explorar el pueblo, buscar a sus amigos para ponerse al día y, especialmente, volver a ver a Quackity.

Al alejarse un poco de su casa, se encontró con un puente elevadizo justo frente de donde antes se encontraba la casa de Quackity. Estaba intentando descifrar a donde llevaba. «Tal vez del otro lado están todos. Eso explicaría por qué no los he visto a pesar de que están conectados» pensó Luzu.

Alexby apareció detrás de él, sacándolo de sus pensamientos y le preguntó emocionado:
‒ ¡Luzu, hombre! ¿Cómo estuvo la misión?

‒ ¡Alexby! ‒dio un pequeño brinco‒ Fue bastante cansado, la verdad, pero pude ver muchos lugares guapísimos.

‒ Que bien, Luzu. No sabes de lo que te has perdido estos últimos 22 días. Ha pasado de todo aquí en Karmaland.

‒ Hablando de eso, ¿qué es este puente?

‒ Este puente lleva a la isla de Quackity. Ven, para entrar tienes que pagar 24 de hierro o 5 diamantes.

‒ ¿Quacks, se hizo una isla?

‒ ¡No solo eso! Ha hecho de todo: un casino, su casa y, nadie sabe cómo lo consiguió ‒empezó a susurrar‒, pero Quackity comenzó a traficar cosas ilegales. Solo no le digas a nadie que te lo he mencionado.

Alexby pagó 24 de hierro en una máquina junto al puente, que comenzó a descender lentamente.

‒ Quacks ha estado muy productivo estos últimos días, ahora que no he estado ‒dijo Luzu, desanimado de no haber sido el primero en ver todo lo que Quackity ha estado construyendo.

‒ Vamos, rápido. Si Rubius se da cuenta que solo pagué mi entrada nos va a matar ‒se apresuró a cruzar el puente.

Luzu siguió a Alexby por el puente. Conforme se iban acercando divisó una estructura de mármol, una pirámide gigante y columnas de mármol muy grandes rodeándola.
Al final del puente, frente a una aduana con rejilla para impedir la entrada de cualquiera, encontraron a Rubius.
‒ Luzu, ¿cómo han estado tus vacaciones? ‒preguntó, algo molesto.

‒ Divertidas; pero aparentemente, no tan divertidas como lo que ha estado sucediendo en Karmaland. ¿Así que ahora trabajas para Quackity?

‒ Algo así ‒evadió su pregunta‒. Pero, Alexby, veo que solo pagaste una entrada.

‒ Yo no voy a entrar, tengo otros asuntos que atender con Staxx. Solo traje a Luzu a reunirse con Quackity.

‒ Que amable de tu parte, Alexby ‒dijo sarcásticamente.

«Estos dos están actuando muy extraño» pensó Luzu. Sospechó que podrían estarlo llevando a una trampa.

‒ Bueno, Luzu. Pasa ‒dijo Rubius mientras abría la rejilla‒. Bienvenido al Tenochtitlán de Karmaland.

‒ ¿Tenochtitlán? ‒preguntó Luzu.

‒ Conoces a Quackity, siempre recordándonos nuestra historia. Decidió nombrar su isla Tenochtitlán.

‒ Sí, suena a algo que haría Quackity ‒Luzu cruzó la aduana.

La isla era mucho más grande que la última vez. Había pequeños puestos de comida y bebidas, tiendas de recuerditos y una cabina de fotos justo en el lugar donde Luzu le tomó una foto a Quackity por última vez hace veintidós días. La isla estaba completamente cercada por vayas de quince bloques de altura, excepto por la zona del puente elevadizo y un pequeño muelle con linternas iluminándolo. Todo alrededor estaba lleno de fogatas, zonas de picnic, hamacas y tumbonas.

Welcome BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora