Capítulo 10. ¿Qué lo hace diferente?

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Quackity había escuchado todo, palabra por palabra, escondido detrás del podio. No lo podía creer. Luzu estaba comprando los votos que Quackity ya había ganado; no solo eso, quería hacerlo perder. No se trataba de que ganara él, se trataba de que Quackity no lo hiciera. Qué cruel.

No pudo evitar lagrimar, no era justo, él sabía cuánto lo quería. Es por Quackity que se postuló en un principio y ¿ahora quiere robarle el lugar? Se supone que sería una competencia amistosa…

El karma es una mierda.

Quackity pasó por su mochila sin siquiera mirar a Luzu y se dio la vuelta para irse.

– Quacks, ¿estás bien? Te ves decaído, ¿pasó algo? –lo detuvo.

– Estoy cansado, es todo –contestó sin mirarlo.

– ¿Quieres que te prepare un té con leche? Puedo hacerte un masaje también, mientras te duermes –propuso, siguiéndolo con una cálida sonrisa.

Mentiroso. Doble cara. Traidor.

– Nos vemos, Luzu –lo cortó y se adelantó, dejándolo atrás.

Luzu estaba muy confundido. Quackity no se veía cansado, sino molesto.

«¿Qué mosco le picó?» pensó.

No podía dejarlo así, tenía que ir a verlo y hablar con él, saber lo que le sucedía; así que se encaminó a Tenochtitlan.

Tal vez Rubius no lo entendía; pero le importaba mucho Quackity, demasiado como para dejarlo meterse en la peligrosa política. Quizá él mismo tampoco lo entiende. Odia la idea de participar en las elecciones; pero odia más la idea de que Quackity se corrompa dentro de ese mundo. Así que prefería meterse él antes que dejarlo perderse a sí mismo.

Justo frente al puente para entrar a la isla, fue interceptado por Sapo Peta, quien venía a darle ánimos por su campaña.

– Luzu, me contó Quackity que al final sí decidiste postularte para la presidencia, qué sorpresa más grata.

– Sapo Peta, muchas gracias. Hablando de, ¿me ayudarías con mi campaña? Es más, ¿no te gustaría formar parte de mi gabinete? Me ayudaría mucho tener conmigo a un amigo tan sabio y que ha vivido tanto.

– Claro que sí, Luzu. Sería un placer, tú dime rana y yo salto –aceptó Sapo Peta gustoso– Ahora que vas a ser presidente, permíteme hacerte una entrevista.

– Claro, ¿cuándo?

– Ahora mismo.

– Ahora estoy en medio de algo importante –señaló con la cabeza la inmensa isla al otro lado del puente.

– Será rápido, lo prometo. Y podemos aprovechar para ir viendo tus políticas presidenciales y planes para el futuro de Karmaland.

– Está bien, pero que sea rápido.

Y los dos se alejaron de la isla, dirigiéndose a casa de Luzu.

Ambos inadvertidos del fisgón que escuchaba toda su conversación desde lo lejos: Quackity. Quien estaba revisando las cámaras de su isla cuando notó a Luzu acercarse y, con la esperanza de que haya venido a explicarle las cosas, prendió el sonido del micrófono escondido. Sin embargo, lo que escuchó no fue para nada lo que esperaba. A lo que sea que Luzu iba, no era tan importante como robarle otro voto y miembro de su gabinete.

No lo podía creer. Luzu, quien rechazó la idea de competir por la presidencia por semanas, de repente estaba moviendo piezas por debajo de la mesa, llegando a perjudicarlo. La persona que odiaba tan siquiera hablar del tema, ahora estaba peleando por el poder, lo que justamente Quackity trataba de evitar. No, ni siquiera eso. No estaba peleando por el poder, estaba arrebatándoselo.

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