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Barcode bostezó y enterró su cara más profundamente en su almohada. Su almohada se movió.

—Despierta dormilón.

Barcode abrió los ojos. Se encontró mirando a los oscuros ojos de Jeff, con la cara a centímetros de distancia.

—¿Has dormido bien? —dijo Jeff, su voz espesa por el sueño.

Barcode estaba medio dividido entre golpearlo o empujarlo sobre su espalda y lamerlo de la cabeza a los pies. A nadie se le debería permitir ser tan jodidamente atractivo y tener unavoz tan sexy al despertar.

—Dormí como un bebé—murmuró Barcode, reprimiendo ambos impulsos—. Tu brazo es muy cómodo.

—Me alegra de que al menos uno de nosotros esté cómodo —dijo Jeff, con los labios crispados—. Mi brazo se durmió hace horas.

Sonrojándose, Barcode movió su cabeza hacia el pecho de Jeff.

—¿Mejor?

Jeff se rio.

—Me gustas, Barcode.

Barcode sonrió contra la cálida piel de Jeff y lo besó en el pecho.

—Me gustas, también —Lo hacía. Un poco demasiado para su comodidad. No era solo atracción física; a su edad, se sentía atraído por mucha gente. Se sentía bien con Jeff. Cómodo. Tintineante y cálido por dentro. Como si nada malo pudiera pasar.

—¿Tenemos que levantarnos? —murmuró, acariciando el pecho de Jeff. El tipo tenía unos pectorales increíbles, pero, para consternación de Barcode, no era la razón por la que no quería moverse—. Acaricia mi pelo.
Jeff resopló.

—Mandón —dijo, pero hizo lo que le dijo.
Barcode tarareó de satisfacción cuando los dedos deJeff comenzaron a pasar por su cabello. Joder, se estaba volviendo un poco adicto a esas manos. Trató de no imaginar lo bien que esas manos se sentirían en su cuerpo; no tenía sentido preguntarse sobre algo que nunca sucedería.

—Tenemos que levantarnos —dijo Jeff después de unos minutos de silencio amistoso—. Tengo hambre y probablemente tú también la tengas. Eres un niño en crecimiento. Deberíamos ir al restaurante. — Buscar a Brylsko.

Barcode suspiró. Sabía que Jeff tenía razón. No podían pasar el día en la cama, sin importar lo atractiva que pareciera la perspectiva en este momento.

—Está bien —dijo, quitándose a regañadientes de Jeff y tratando de ponerse en la mentalidad correcta. Tenían un trabajo que hacer. Sin mencionar que probablemente era una buena idea poner algo de distancia entre ellos. Se estaba poniendo demasiado cómodo con Jeff. Como alguien que había sido independiente toda su vida, este... apego, que se estaba formando rápidamente, comenzaba a ponerle nervioso. Si no tenía cuidado, estaría en problemas. Necesitaba recordar que solo era un novato al que Jeff, el Agente 11, tenía que cuidar en esta misión. Nada más.
Cuanto antes terminara el trabajo, mejor.

Martha le hizo un discreto pulgar arriba a Barcode, cuando él y Jeff se sentaron en el restaurante. Estaba en compañía de un hombre de mediana edad, con el cabello canoso, que se comportaba como si fuera el dueño del mundo. El tipo tenía una cara fuerte y robusta, pero parecía que podría ser su padre y no su amante. Sin embargo, Martha parecía feliz, así que Barcode pensó que su Sugar Daddy debía estar bien.

Barcode miró a su compañero y reprimió un suspiro. El Sugar Daddy de Martha no tenía nada que hacer encomparación al suyo. Jeff se veía escandaloBarcodeente caliente con ese traje oscuro, con su camisa azul a medio desabotonar, revelando la bronceada piel que Barcode quería frotar contra su cara. Probablemente estaba comiéndolo con la mirada de nuevo. Afortunadamente, Jeff no pareció darse cuenta, sus ojos recorriendo el restaurante en forma aparentemente relajada.
Aunque Barcode no miró a su alrededor, supo de inmediato cuando Brylsko entró a la habitación. La expresión de Jeff no cambió, ni se puso rígido, ni miró fijo. Lo único que traicionó a Jeff, fue la frialdad en sus ojos mientras que sorbía su café. A Barcode le recordó incómodamente que este hombre no solo era un espía. También era un asesino a sueldo para el gobierno, cuando la ocasión lo requería.

𝐦𝐢𝐧𝐞 - 𝐣𝐞𝐟𝐟𝐛𝐚𝐫𝐜𝐨𝐝𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora