Al graduarse de la universidad, Myeongsuk decide invertir sus ahorros en una encantadora y antigua casa situada en las afueras de la ciudad, con la esperanza de comenzar una nueva etapa en su vida. Sin embargo, antes de cerrar el trato, los antiguos...
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Quería estar lejos de todo aquel bullicio de la ciudad. Después de graduarme, lo último que deseaba era seguir perteneciendo a ese lugar. Ya había cumplido los sueños de mis padres; ahora era tiempo de cumplir el mío: convertirme en una mujer independiente que disfrutara completamente de la soledad, la tranquilidad y la naturaleza.
Todo parecía ir al ritmo que yo deseaba. Había encontrado una oferta increíble de una mansión a las afueras de la ciudad. Con todo lo que había logrado ahorrar, podía comprarla y aún me quedaría dinero para invertir en cualquier cosa y seguir produciendo ingresos sin necesidad de ir a la ciudad.
Sin pensarlo dos veces, hice una cita con los dueños del lugar. Por sus respuestas, parecían desesperados por venderla, pero no le di mucha importancia y acepté ir ese mismo día a ver la mansión.
Al llegar, mi boca se abrió de asombro. Todo era como en las fotos, pensé que por el precio quizás las habían editado, pero no, todo era igual y hasta mejor.
-Hola, mucho gusto, soy Choi Myeongsuk -me presenté frente a las personas, quienes, sin exagerar, me daban una cierta vibra de miedo.
Parecían perturbados, como si no quisieran estar en aquel lugar y solo desearan salir lo más pronto posible. Pero, quizás solo eran cosas mías.
-Mucho gusto, soy Park Minho y ella es mi esposa Park Haneul -dijo el hombre, ambos hicieron una corta reverencia y sonrieron notoriamente forzados-. Estamos vendiendo con prisa esta mansión porque queremos irnos a vivir al extranjero lo más pronto posible... -comentó rápidamente y su esposa asintió.
-Me gusta mucho, es muy hermosa y parece conservar un toque antiguo -comenté, observando todo a mi alrededor con admiración.
-Sí, solo decidimos reconstruir algunas cosas... Pero volviendo al tema de la venta, incluso podemos darte facilidad de pago... -habló nuevamente con prisa. Giré a verlo y sonreí levemente.
-No es necesario, voy a pagar todo de una vez. El precio me parece excelente, no se preocupen -respondí con tranquilidad.
Una enorme sonrisa se dibujó en sus rostros y pude asegurar que hasta suspiraron con alivio.
-Entonces... ¿firmamos los papeles? -cuestionó, sacando de la bolsa de su esposa una carpeta.
Asentí. Rápidamente me los entregaron y, antes de firmar, me detuve a leer cada uno de los documentos. Al terminar, me apoyé sobre una mesa y los firmé, sintiéndome completamente emocionada.
-Hay algo que te recomiendo -habló esta vez la mujer.
-Claro, dígame -sonreí amablemente.
-No te deshagas ni por error del piano que está en la sala. Ni siquiera lo muevas... -me alertó, sonando de alguna forma asustada.
-¿Y eso por qué? -inquirí con curiosidad.
-Es un consejo por la decoración, nada serio o de qué preocuparse -interrumpió el hombre, tratando de sonar tranquilo, y ella asintió con la mirada perdida en el lugar.
-Ahm, ya veo... Claro, de todas formas no podría moverlo -bromeé, y ellos rápidamente rieron.
Luego de aquel incómodo y extraño encuentro, no tardaron mucho en salir casi corriendo del lugar. Todo había sido un poco raro, pero mi felicidad era tanta que para mí eso quedaba en otro plano.
-¡Por fin tengo mi propia casa! -grité, sintiéndome completamente realizada y orgullosa.
...
Una hermosa melodía de piano empezó a sonar en todo el lugar. Me levanté de la cama sin poder comprender y, algo asustada, caminé en dirección de donde venía aquel sonido.
Al llegar al último escalón, pude ver a un chico sentado en el piano que se encontraba en la sala, el cual me habían pedido que no quitara ni por error.
Por alguna razón, me sentí cautivada y atraída por aquella melodía que tocaba. Era tan preciosa que parecía surreal. No podía distinguir bien el rostro del chico, así que poco a poco me acerqué más a él. El miedo que pude llegar a sentir ya no lo tenía; ahora sentía curiosidad por saber quién estaba tras aquella pieza tan hermosa de música.
Y de repente, solo paró de tocar, levantándose de allí y dándose la vuelta para irse.
-¡Espera! -exclamé, estirando mi mano en un intento de que se detuviera-. ¿Quién eres? -pregunté, al ver que se quedaba allí parado.
-El verdadero dueño de esta mansión -respondió en un tono de voz frío y sin emociones, girando su cabeza sobre su hombro, dejándome ver solo la mitad de su cara.
Me levanté sobresaltada, miré a mi alrededor y me di cuenta de que nunca me había levantado de mi cama... ¿Acaso todo había sido solo un sueño?
-Se sintió tan real... -murmuré para mí misma, mientras rascaba mi cabeza aún confundida.
