1. Clase de ciencas.

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Finney

No recuerdo muy bien cómo fue que me hice amigo de Donna, sólo se que fue en una clase de ciencias luego de que unos chicos me molieran a golpes en el baño de hombres. Debía hacer un trabajo en grupo con otra persona pero mi único amigo no compartía esa clase conmigo, así que como siempre, estaba solo.

Solo y con la cara rota.

—¿Está ocupado?—preguntó dulcemente una niña con el pelo oscuro y una pequeña sonrisa amable en su rostro.

—No, está libre.—respondí haciendo una mueca.

La chica se sentó a su lado colocando sus libros sobre la mesa y escuchando atentamente al profesor.

—Soy Donna.—dijo la chica luego de un largo silencio entre ellos.

—Me llamo Finney.—respondí.

Hola Finn.—saludó la niña sentándose a su lado.

—Hola Donna.—saludé también.

Ambos sacamos nuestros cuadernos y comenzamos a escribir.

—¿Qué tal va todo con Robin?—preguntó Donna colocándose las gafas transparentes.

—Nada nuevo.—suspiré Finney.

—Deberías decirle lo que sientes, te lo he dicho cientos de veces.—se quejó y fruncíel ceño al escucharla.

—Sabes que no es tan fácil como dices.

—En realidad si lo es, es obvio que el siente algo por ti también.

Cualquiera que nos viera desde afuera pensaría que estamos enamorados, que salimos, nos besamos y esas cosas, pero nada de eso es cierto.

Me agrada Donna, era la única persona además de Robin que nunca me había dicho algo malo de o me había mirado feo, es amable, buena consejera, graciosa, bonita y muy buena amiga. Pero no podía sentir nada por ella, porque ella no era Robin.

Robin es mi mejor amigo desde siempre, es gracioso, le gusta mirar películas de miedo y no asusta con ellas, siempre me protege, no le tiene miedo a las peleas, su español es muy bonito y es muy, muy guapo.

En cuanto el timbre sonó, ambos salimos juntos del salón y caminaron juntos por el pasillo. Siempre hacíamos eso luego de la clase de ciencias, acompañaba a Donna a su casillero y luego caminaba al mío ya que quedaba de paso.

—Debemos terminar esta tarea para dentro de dos semanas.—dijo la chica guardando sus cuadernos.

—Si, debemos apurarnos en la próxima clase.

—Exacto, y si no la terminamos podríamos hacerla en alguna clase libre o luego del almuerzo.—sugirió.

—Me parece bien.—respondió.—Te veo luego, adiós.

—Adiós.

Caminé un poco más hasta llegar a mi casillero, encontrándome con Robin ahí.

—¡Finney! ¿dónde estabas?—dijo cerrando su casillero y apoyándose en el.

—Hola Robin, vengo de la clase de ciencias junto con Donna.—guardé mis cuadernos y lo observé por unos segundos. Llevaba jeans, camiseta sin mangas y su típica bandana en el cabello. Se veía increíble.

—¿Qué toca ahora?—preguntó.

—Tenemos matemáticas.—respondí.

Mierda.—se quejó en español.

—No entiendo que dices.—me quejé.

—Una palabrota.—rodé los ojos—Vamos, debemos ir a clases.—dió un golpecito en mi hombro antes de comenzar a caminar juntos.

Robin

Donna, Donna, Donna. ¿Qué diablos tiene ella que yo no? Es linda, amable y todo eso pero ¿Por qué la mira a ella y no a mi? ¿Por qué pasa tanto tiempo com ella? Dice que es por una tarea de ciencias, pero no le creo.

Si tuviera que hacer una lista de cosas en las que soy bueno, matemáticas no es está incluida. ¿A quien demonios le importan todos esos cálculos? Pues a mi no, son muy difíciles.

Mi vista se fijó en Finney. Su mejilla apoyada en una de sus manos mientras prestaba atención a lo que el profesor decía, sus labios cerrados, su cabello tan bonito como siempre, su nariz, sus mejillas.

Tomé un papel y le escribí una nota.

No entiendo ni mierda-R.

Entenderías si no me escribieras notas y prestarás atención-F.

No entiendo ni prestando atención-R.

¿Quieres que te explique?-F.

Si ¿después de clases en mi casa?-R.

Estaré ahí a las tres-F.

Celos (Rinney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora