2. Matemáticas.

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Finney.

¿A dónde vas?—me preguntó Gwen, mi hermana pequeña, al verme guardar mis cuadernos en mi mochila.

—Ayudaré a Rob con matemáticas, pero no te preocupes, volveré antes de la cena.—respondí colgándome la mochila en mis hombros.

—De acuerdo, envíale saludos a Robin.

—Cuídate Gwen.—dejé un beso en su frente antes de salir de la casa.

La casa de Robin no estaba muy lejos, así que llegué luego de estar 15 minutos caminando. Al tocar la puerta, Robin apareció tras la puerta.

—Hola Finney.—sonrió.

—Hola Robin.—sonreí también.

—Ven, pasa.—entré a la casa y lo escuché cerrar la puerta.—Vamos a mi habitación.—caminé detrás de el hasta su habitación.

—¿Y tu madre?—pregunté al no ver a la señora Arellano en la casa.

—Trabajando, hoy sale tarde así que mi tío vendrá luego para quedarse conmigo.—asentí lanzándome en la cama junto a el.

—Esto es fácil.—dije sacando mis cuadernos para comenzar a explicarle a Robin el tema.

Al principio todo iba a bien e incluso parecía que Robin entendía lo que le explicaba. Pero luego comenzó a distraerse.

—¿Rob? ¿Estás escuchándome?—pregunté.

—¿Qué? eh, si, si.—sacudió un poco su cabeza volviendo su vista a los papeles.

—Podemos tomar un descanso.—sugerí.

—Si por favor.—soltó un suspiro que me hizo sonreír.—Estas cosas me saturan un poco.

Robin.

¿Cómo demonios iba a concentrarme si tenía a Finn tan cerca mío?

Al principio di lo mejor de mi e incluso entendí un poco, pero luego, comencé a verlo de nuevo. Se veía tan bien mientras explicaba matemáticas.

Rodé un poco por la cama quedando acostado boca arriba.

—¿Jugarás mañana?—le pregunté volteando mi cabeza apara verlo.

—Así es.—asintió jugando con el lápiz en la mano.—¿Irás a verme?

—Sabes que si.—sonreí y lo hice aún más al notar la pequeña sonrisa en rostro.—Podríamos ver una película luego de tu juego.—sugerí.

—Claro ¿Cual quieres ver?

—Masacre en Texas.—reí al ver su cara.

—Pero esa película tiene mucha sangre, muertos y esas cosas.—hizo una mueca.

—Yo ya la vi.—sonreí orgulloso.—Es increíble.

—¿Dónde la conseguiste?—preguntó asombrado.

—Mi tío me llevó al autocinema a verla, le preguntaré si puede conseguirla para nosotros.

—De acuerdo.—asintió con una sonrisa.—Ahora continuemos con esto.—rodé los ojos y me acomodé de nuevo en la cama.

Estuvimos como una hora estudiando, pero valió la pena porque pasé tiempo a solas con Finney, y también entendí un poco de la tarea.

—Debo irme ya, le prometí a Gwen que volvería antes de la cena.—dijo guardando sus cuadernos.

—Está bien.—me levanté de la cama para acompañarlo hasta la puerta.

—Adiós Robin.—me sonrió y abrí la puerta de entrada.

Adiós, lindo.—sonreí al verlo hacer una mueca al no entenderme hablar en español.

Finney.

En todo el camino a casa no pude dejar de pensar en Robin. En lo lindo que se veía cuando se concentraba en algo, en su cabello y lo bien que le queda con su bandana puesta, su caligrafía des prolija. Todo en el es perfecto.

Cuando llegué a casa fui directo al teléfono para contarle a Donna.

—¿Donna?—pregunté por el teléfono.

—¿Finney? ¡Hola!—saludó desde el otro lado.

—Hola.—saludé también.—Vengo de estar con Robin.

—Uy.—hizo un ruido extraño y rodé los ojos.—¿Cómo fue?

—Me pidió ayuda en matemáticas, hablamos por un rato y me invitó a ver una película en su casa mañana en la tarde.—conté.

—Eso suena a una cita.—dijo.

—No lo creo.—hice una mueca y la escuché suspirar.—Irá a verme mañana.

—Es obvio, está loco por ti.—soltó una risita.

—Ya quisiera yo.—suspiré.

—Debo irme, mi mamá me llama.—dijo.

—Claro, debo irme también.—suspiré.—Oye Donna.

—¿Si?

—Estás invitada a ver el partido mañana.

—Ahí estaré.—sonreí al escucharla.—Te veo mañana. adiós.

—Adiós.—colgué el teléfono y me dejé caer sobre la pared.

Celos (Rinney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora