3. Partido.

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Finney.

Tuve que despertarme temprano esta mañana. Gwen me ayudó a preparar el desayuno y me vestí rápidamente para el partido. Recordé que iría a casa de Robin luego del partido así que en preparé mi mochila con un par de cosas.

—Vamos Finn, llegaremos tarde.—se quejó Gwen.

—Ya estoy listo.—me colgué la mochila y ambos salimos de casa.—Iré a casa de Robin luego del partido.

—Bien, diviértete con tu novio.—sonrió burlona.

—¡Gwen! Robin no es mi novio.—dije nervioso y con las mejillas rojas.

—Pero quisieras.—soltó una risita.

—Ya cállete.—rodé los ojos y continúe caminando.

No tardamos mucho en llegar, pero en el campo ya había chicos calentando y varias personas en las gradas.

—Hola Finney, hola Gwen.—me volteé al escuchar una voz detrás de mi.

—¡Hola Donna!—saludó Gwen.

—Hey Donna, si pudiste venir.—le sonreí.

—Claro que si, los amigos se apoyan.—me sonrió también.

—Los veo luego, iré a sentarme.—dijo Gwen caminando hacia las gradas.

—¿Y bien? ¿Irás con Robin hoy?—me preguntó moviendo sus cejas de arriba a abajo.

—Si.—me sonrojé un poco.—Veremos películas.

—Deberías aprovechar ese momento y decirle lo que sientes.

—Esas cosas se planean.—hizo una mueca.

—A veces es mejor decirlo con tus propias palabras en vez de memorizarte un discurso.—hice una mueca al escucharla.—Es más romántico, según dicen.

—Como digas.—rodé mis ojos.

—Oh mira, allá viene.—soltó una risita y volteé mi cabeza viendo a Robin acercarse.—Actúa normal.

—Hola Finney.—dijo con una sonrisa al acercarse a nosotros.—Hola.—saludó a a Donna también.

—Hola.

—Hola, Rob.

—Los dejo solos, iré con Gwen. Suerte Finney.—dijo Donna antes de caminar hacia las gradas, sentándose junto a Gwen a compartir una bolsa de dulces.

—¿Listo para hoy?—preguntó con una sonrisa.

—Algo, será algo difícil.—hice una mueca.—El jugador del otro equipo, Bruce Yamada es muy bueno.

—Tu eres el mejor, Finney.—me sonrojé al escucharlo.

Se veía tan lindo con la bandana en su cabello y sonriendo de esa manera.

—Debo irme, el juego comenzará.

—Tu puedes, Finn.—me sonrió antes de sentarse en las gradas.

Apesté en el partido, perdimos por un punto, Bruce Yamada me venció. Aunque en realidad no estaba prestando atención al partido, no con Robin ahí sentado, sonriéndome y alentándome.

—Te irá mejor en la próxima.—me consoló Donna.

—Eso espero.—suspiré.—O me patearan el trasero.—la escuché soltar una risita.

—Bueno, debo irme.—me dió un pequeño abrazo al cual correspondí

—Adiós Donna.

—Adiós Finney.—me sonrió antes de marcharse.

—Iré a casa de una amiga, te veo en la noche.—Gwen apareció.

—De acuerdo, ten cuidado. Te quiero.

—También yo.—dijo antes de irse.

Robin.

Tenía un gran problema hoy, e incluía a Donna la señorita bonita y perfecta.

¿Qué hacía ahí en primer lugar? ¿Finn la habría invitado? ¿Que hacía riéndose junto a el? ¿Y abrazándolo? No puedo soportar esto, es demasiado para mi.

—Finney.—lo llamé desde las gradas y se acercó con una sonrisa. Su uniforme le quedaba muy bien.

—Bruce me venció.—se sentó a mi lado.

—Lo hiciste bien.—lo animé.

—¿Tu crees?—se volteó a mirarme.

—Claro que si.—le sonríe y lo observé. Es tan hermoso.—Ahora si, vamos.

Caminamos hacia mi casa, conversando y haciendo chistes tontos. Me encantaban estos momentos junto a el, sólo nosotros.

—No te vayas a orinar.—bromeé al llegar a mi casa, guiándolo hacia mi habitación.

—¡Claro que no!—soltó una risita y se sentó sobre la
cama. Encendí la televisión y puse la película para luego acostarme a su lado

Celos (Rinney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora