Celos (Rinney)

5. Peleas.

Robin.

Si había algo que solía hacer mucho, además de pensar en Finney, era meterme en peleas. No lo hacía por diversión, bueno, a veces si, pero la mayoría de veces era para defender a Finn.

A Finney siempre lo han molestado y no se por que realmente, si tan sólo se tomaran cinco minutos para conocerlo se darían cuenta que es el chico más maravilloso del mundo. También le ponen nombres ridículos, lo llaman llorón, nenita. No soporto cuando lo tratan así.

Pero lo peor son los golpes, los malditos se han atrevido a golpearlo varias veces. No es sólo un empujón, realmente lo dejan hecho gelatina.

Odio que lo golpeen, y el no puede defenderse, es demasiado amable que no mataría ni a un insecto, así que yo lo defiendo.

—¿Que mierda acabé de escucharte decir?—me acerqué a Matt, uno de los chicos que molesta a Finney, luego de haberlo escuchado llamarlo marica y diciendo que lo golpearía si lo ve.

—¿A ti que te importa?—respondió.

—Repítemelo si te atreves.—hablé con enojo.

—¿Qué? ¿Defiendes a tu noviecito?—soltó una risa sarcástica y eso me hizo enojar aún más.

—¿Te crees gracioso, no?—me acerqué tomándolo de su camiseta.

—Suéltame.—frunció el ceño.

—Ni lo pienses.—negué.—Te metes con Finn, y te metes conmigo.—sin más, cerré mi puño con fuerza y lo golpeé en el rostro haciéndolo caer al suelo.

—Maldito.—murmuró levándose del suelo para empujarme.

—No debiste hacer eso, hijo de puta.—No lo pensé dos veces antes de lanzarme contra el haciéndolo caer el suelo, para luego comenzar a darle fuertes golpes en la cara.

—¡Robin!—escuché a Finney, pero continúe golpeándolo.—¡Ya basta!

—Espero que te haya quedado bien claro, imbécil.—al levantarme le di una patada en el estómago para luego ser arrastrando por Finney a los baños.

—¡Rob! Casi lo matas.—dijo al estar ambos en el baño.

—Se lo merecía.—rodé mis ojos.

—Merecido o no, no debiste golpearlo, te meterás en problemas.

—No me importa.—me encogí de hombros y lo vi rodar sus ojos.

—Idiota, te lastimaste las manos.—al escucharlo bajé mi vista a mis nudillos, los cuales sangraban muchísimo.

—Valió la pena.—suspiró al escucharme.

—Eres un necio.—se acercó al lavabo abriendo el agua y tomado un par de papeles.—Ven, dame tus manos.

Al acercarme tomó mis manos y las colocó con cuidado bajo el agua para limpiar la sangre.

Mierda.

Estaba nervioso y me había sonrojado ante el tacto de sus manos.

Luego de quitar la sangre, las secó con papel y cubrió las heridas.

—¿Duele?—preguntó al terminar.

—Un poquito.—confesé y me sonrió.

Finney.

Robin además de ser muy lindo, atento y cariñoso, también se cree luchador.

El siempre me defiende lo más que puede y golpea a los chicos que me molestan, incluso si eso hace que lo tenga problemas luego.

Siempre curo sus heridas luego de cada pelea, aunque nunca se golpea demasiado, sólo sus manos, e incluso tiene pequeñas cicatrices en sus nudillos, pero en mi opinión le quedan muy bien.

—Debes dejar de pelear tanto.—dije luego de curarlo, pero aún seguíamos en el baño.

—Y el debe de cerrar su bocota.—frunció el ceño.

—¿Que dijo ahora?—pregunté.

—El...te llamó marica.—suspiré al escucharlo.—Y que te golpearía cuando te viera.

—Otro apodo a la lista.—me apoyé en la pared.

—No dejaré que sigan molestándote.

—Gracias.—me volteé para sonreírle. Se veía hermoso incluso después de pelear.

—Siempre te protegeré, Finney.—me sonrojé al escucharlo y bajé mi mirada.

—¿Almorzamos juntos?—preguntó cuando el timbre sonó.

—Hoy no, lo siento.—me disculpé.—Debo terminar mi tarea con Donna.

—Oh, claro, no te preocupes.—se encogió de hombros.—Te veo luego.—dijo antes de salir del baño.

Tomé mi mochila y caminé hacia la cafetería, sentándome en una mesa junto a Donna.

—Escuché que tu novio le partió la cara a Matt.—soltó una risita mientras que con una mano abría su libro y con la otra comía un sándwich.

—No es mi novio.—rodé mis ojos abriendo mi cuaderno.

—Aún.—volvió a reír.

—Terminemos esto de una vez.—dije comenzando a escribir.