02 ; strike first

2K 268 195
                                    

EL DÍA EMPEZÓ NORMAL, me dirigí a la dirección donde Johnny abriría su dojo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EL DÍA EMPEZÓ NORMAL, me dirigí a la dirección donde Johnny abriría su dojo. Había bajado de mi auto unas calles antes, con una mochila y una botella de agua en la mano, distraído en mi mundo. Levanté la vista para asegurarme que estaba en el lugar correcto y en cuanto leí "Cobra Kai" en el cartel de entrada quise sacarme los ojos.

—¡¿Qué carajos?! —solté un grito inconscientemente y la botella se me resbaló de las manos, me acababa de meter en la boca del lobo y aunque pudiera dar la vuelta e irme, algo me decía que desafíe a aquella voz en mi cabeza y haga lo que se me plasca.

(...)

─¿Qué mierda sucedió allá afuera? ─cuestionó el adulto observándome.

─Nada, es que... Me sorprendió el nombre, solo eso.

─¿Lo conocías antes? ─sentí un hormigueo en todo mi cuerpo, como aquellas veces que eres un niño y sientes que la puerta de tu cuarto se está abriendo cuando estás con el teléfono jugando videojuegos y tus padres te han dicho que te vayas a dormir horas antes.

Claramente no podía contarle sobre mi papá, sería un desastre y Johnny enloquecería. Además si mi padre se llegase a enterar estoy seguro de que me sacaría la herencia, y me iría mal, muy muy muy mal.

─He escuchado sobre él, pero jamás estuve interesado en el karate hasta ayer. —había un poco de verdad en mis palabras, nunca más estuve interesado en el karate desde los ocho años, cuando Sam lo hizo mucho mejor y papá se emocionó tanto de lo rápido que ella aprendía que comenzó a frustrarse cuando me distraía y le hacía preguntas de más. Fui diagnosticado con TDAH cuando solo tenía cinco años y claro que mi padre se ocupó de buscar a los mejores médicos del país para ser tratado. La terapia conductal, las sesiones con diversos psicólogos y los medicamentos ya se habían vuelto totalmente comunes en mi día a día. Prácticamente no podía recordar algún momento de mis dieciséis años de vida que el trastorno no me acompañara. Y claro que estoy súper agradecido con mis padres por tenerme toda la paciencia del mundo en todo momento, pero el karate fue la excepción, porque mi padre lo amaba y si yo no podía concentrarme en simples movimientos tal vez solo no era lo mío.

─Bien...

─¿Tendremos unas pijamas de karate?

─Se llaman gi...

─¡Silencio! ─los dos nos paramos firmes ante el grito. ─Un estudiante habla cuando le hablan. Y tú niño... ─volteó su vista hacia mí. ─ ¿Por qué sabes tanto sobre karate? ¿No lo has practicado antes o... si? ─le dió una mirada de abajo para arriba y negó a sus adentros.

─¡No! Mucho tiempo libre e Investigó sobre cosas cuando estoy aburrido. —mentira, ¿Realmente me ven a mí investigando sobre cosas que no me interesan? nah. Solo se trata de no tener amigos y tener un padre obsesionado con el karate.

─¡Ja! Eres un nerd. ─se rió en un tono de burla, pero enseguida se recompuso y volvió a su papel de sensei, yo le di una mirada ofendida. ─Se dirigiran a mí como sensei, ¿Entendido?

ALL TOO WELL, Eli Moskowitz (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora