Capítulo 5: Forastero.

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El sol estaba en su punto más alto, claramente eran las peores horas para salir, pero allí estaba él, con su rostro y cuerpo cubiertos con unas telas blancas especiales para evitar los golpes de calor; lo único que se podía ver eran sus manos y la zona de la nariz y ojos, de esta última se asomaban largas hebras finas de cabello rubio que el viento fuerte hacía bailar a su ritmo. Caminaba con la mayor velocidad posible, cargando una maleta pesada que gracias al cielo tenía ruedas para facilitar su desplazamiento. No iba solo, un robot autómata avanzaba con él, se notaba oxidado y un poco deteriorado, pues su versión no era la más actualizada. Procuraba ir por la senda que daba sombra e intentaba estar tan pegado como le fuera posible a los edificios, aunque estos presentaran un gran peligro debido a sus condiciones deplorables y altas probabilidades de derrumbe. La razón principal por la que avanzaba por esas zonas específicas era por el radiante sol, pero también lo hacía por precaución. En esos horarios nadie acostumbraba a salir de la madriguera, ya que solía aparecer, de vez en cuando, una gran cantidad de AirBots centinelas. Era peligroso, sí, pero lo estaba haciendo por órdenes de la única persona por quien sería capaz de dar la vida.

Había sido enviado al único hospital que tenían allí, al cual no se podía acceder directo desde bajo tierra, solo para realizar un trueque, él se llevaba medicinas y materiales de primeros auxilios y ellos se quedaban con una buena cosecha de alimentos. Luego de caminar unas cuantas calles llegó a un famoso edificio que en su época de auge había sido bastante concurrido, pero que ahora se veía deteriorado. Ingresó con prisa y se quitó la tela que lo cubría para respirar mejor, era sofocante; llevó su mano derecha hacia su rostro para limpiarse el polvo que el viento fuerte siempre levantaba y, acto seguido, sacudió su cabello rubio mientras que, con la otra mano, se quitaba el coletero que ataba la mayor parte de este, ya que su longitud llegaba a rozar sus hombros.

Ahora, más relajado, se dispuso a dar unos cuantos pasos hacia el gran salón del centro comercial mientras la misma imagen de siempre llegaba a sus ojos: varios locales vacíos y sin vidrios, una gran fuente seca, un enorme agujero en el techo que le permitía la entrada al sol, y dos caminitos de tierra, uno en la izquierda y el otro en la derecha, ubicados de manera simétrica, en donde alguna vez se vieron árboles de material sintético. Llegó al pabellón de comidas y paseó por los locales hasta detenerse en uno que decía "KFC" en su letrero, del cual colgaba a punto de caer la letra C; pasó por la entrada de empleados junto a su robot autómata y se adentró hacia el misterioso lugar detrás del mostrador. Las luces se hicieron visibles, las voces más nítidas y el delicioso aroma a comida comenzó a llegar a sus fosas nasales, provocándole una sonrisa, sabía de quién era el almuerzo con solo percibir su olor.

El lugar era demasiado amplio por dentro, habían tirado abajo algunas paredes para expandirlo. Era su guarida, pero ellos preferían llamarlo "hogar". Muchas personas vivían en ese ex centro comercial, cada uno tenía su sector y ese era el de ellos, el KFC. Tenían de todo allí, una gran mesa de metal en donde comían todos juntos, un sector de juegos que había quedado de las personas que vivieron allí antes ‒seguramente tomados de la zona de entretenimiento‒, un baño con ducha improvisada, una puerta que daba a la habitación con camas y un área de control y mantenimiento de robots. No podía pedir más, estaba feliz con lo que tenía, incluso los almuerzos y cenas se podían preparar en la cocina ya algo desgastada del local de comidas rápidas. Era un paraíso y tenía miedo de perderlo, era su vida entera, él había nacido allí.

—¡Hyunjin, llegaste!

La tierna voz del más pequeño de sus hermanos de corazón llegó a sus oídos para despistar todos sus pensamientos. Lo vio saliendo del cuarto de control, con su tierna sonrisa, agitando su mano derecha para saludarlo. No tuvo tiempo de decirle nada, aquel joven de cabello azabache se echó a correr hacia él con la intención de darle un salto encima y abrazarlo con todas sus fuerzas. No por cariño, planeaba apretujarlo fuertemente entre sus brazos para escucharlo quejarse.

La Cúpula de Seúl [서울 돔] • ChangLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora