Se aferraba al cuerpo de su padre con desesperación, cargado de angustia, preso de una efímera felicidad que fue apagándose mientras que sus lágrimas dejaban de caer, pues su ilusión se hizo trizas en cuanto se percató de algo siniestro... No había calor, en su tacto no existía humanidad, su piel era dura y su corazón no latía. Pero no podía separarse de él, su agarre se había incrementado de tal forma que le era imposible escapar.
Ese no era su padre, era un robot. No comprendía cómo no se había dado cuenta. Es que era tan difícil cuando se veían tan humanos. Se sintió un imbécil, porque él estaba acostumbrado a ellos, pero quizás... la necesidad de volver a verlo jugó en su contra, lo engañó, lo cegó y le permitió creer y ver cosas que no eran.
¿Quién podía ser tan cruel como para jugar de esa manera con sus sentimientos? Solo un monstruo sería capaz. Y ahora estaba seguro de que se enfrentaba a uno.
—¡Quietos! —Exclamó uno de los agentes.
Changbin frunció el ceño y volvió a ponerse en guardia. Ellos no eran aliados, era un engaño. No supo qué hacer cuando otro de los agentes, el cual tenía el símbolo de una luna roja en su uniforme, pateó su espalda con fuerza y lo obligó a caminar hacia la fila que estaban haciendo. Terminó por arrodillarse con sus manos sobre su cabeza mientras se sentía un inútil y maldecía la manera en la que su vida iba a terminar.
Había un agente en cada final de la fila, caminando de un lado hacia el otro. Observó a Félix y se dio cuenta de cuánto estaba intentando liberarse del agarre de ese hombre que al parecer no era su padre. No entendía..., ¿quién era entonces?, ¿por qué era su enemigo?
—¡¿Qué sucede?! —Alzó su voz Mingi.
—¡Cállate, escoria! —Ordenó un agente—. ¡Es una advertencia!
—Nos llevaremos a su amiguito.
Félix sintió el agarre del robot incrementarse y se pudo colocar de manera que sus rostros se encontraran. Eran las facciones de su padre, se veía idéntico a él, se sentía acorralado por unos sentimientos que no debía tener. Solo podía pensar en qué había sucedido, en dónde estaba, si es que aún estaba con vida... Y volvió a recordar la sensación que había tenido en esa ocasión, todo se volvió azul y una fuerza descomunal rodeó su cuerpo para empujar lejos a aquello que lo apresaba.
Su vista se nubló por unos instantes y cayó de rodillas al suelo, tuvo que apoyar sus manos sobre este para no derrumbarse por completo. Se sentía mareado.
Aquel robot había caído de pie varios metros de distancia, así que, como pudo, alzó su cabeza para encontrarse con los dos agentes apuntando hacia él sus armas de plasma. Posó su vista por un momento en Changbin, quien, con sus manos en su cabeza, lo observaba asombrado.
—Félix... —dijo aquel que simulaba ser su padre—. Entréganos a Eun Mul.
—No sé de qué hablas...
Un disparo resonó en todo el lugar y el sonido seco de un cuerpo sin vida cayendo al arenoso suelo impactó en todos.
—¡San! —Exclamaron Mingi y Han al mismo tiempo.
Félix sintió su cuerpo paralizarse, veía la sangre brotando de la cabeza de aquel joven, alguien que seguramente tenía sueños y objetivos, que acababa de morir sin razón alguna. Era su culpa... Estaba seguro de eso. Comenzó a temblar y volvió a ver hacia el robot, percibiendo unas náuseas indescriptibles que no le permitían reaccionar.
—Tu ojo —Indicó, señalándolo—. El azul.
Su falso padre comenzó a caminar hacia él a paso lento mientras que los gritos de los demás se hacían oír, desconsolados, desgarrándose las gargantas por la muerte de uno de sus amigos. Se detuvo frente a él y se agachó hasta quedar de cuclillas. De inmediato, la mano, con una fuerza sobrehumana, rodeó su cuello y presionó tanto que sus venas se marcaron en sus sienes. Rendido y preso del miedo, tan solo se quedó paralizado a la vez que veía la otra mano aproximarse hacia su ojo izquierdo.
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La Cúpula de Seúl [서울 돔] • ChangLix
Fanfic¿Heterocromía? ¿Una ciudad que esconde muchos secretos? ¿Una solución que podría detener el caos mundial? ¿Un chico presuntamente inocente? La Cúpula de Seúl parecía un lugar maravilloso para vivir, resultado de la famosa paz global que nació luego...