Capítulo IV

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Hoy fue un día agotador, los profesores dejaron mucha tarea para el día siguiente y tengo que hacerla para así por fin descansar hasta la hora de cenar. Veo que mi madre entra en mi habitación y se detiene a mi lado, siento unos escalofríos que jamás había experimentado, era extraño porque nunca me pasaba eso. Me volteo para mirarla y preguntarle que necesitaba, casi siempre viene a verme para que le ayude en algún quehacer del hogar, lavar los platos, limpiar o simplemente conversar de mi día mientras ella prepara la cena, pero esta vez no era así. Me miraba fijamente y no decía ninguna palabra, estaba asustándome.

-Mamá ocurrió algo malo con papá? --pregunté ya que como dije antes, mi padre es abogado y este es uno de esos trabajos que traen malas consecuencias en la vida personal--

Mi madre no emitía palabra alguna, parecía una estatua y ya no sabía que hacer. Me puse de pie y quedé frente a ella, seguía rígida pero de un momento a otro cayó en mis brazos y sangre espesa comenzó a brotar de su estómago, estaba muy asustada, no sabía que estaba pasando y mucho menos que debía hacer, me lancé para tomarla en el piso y que no se golpeara la cabeza. Al colocarla en mi regazo abrió los ojos y cuando fue a decirme algo, desperté. Estaba empapada en sudor y con piel de gallina todavía. No lo puedo creer, estaba soñando o mejor dicho, teniendo una espantosa pesadilla.

Mi padre abrió la puerta de mi habitación y entró preguntando qué pasaba, se sentó en el borde de mi cama y me dijo que había salido corriendo porque escuchó mis gritos, no recordaba nada, le conté sobre mi sueño y se echó a un lado de mi en la cama. Me acurrucó en sus brazos y sentí seguridad,  como cuando era una niña y pensaba que mi padre era un súper héroe que jamás dejaría que nos pasara algo malo, así fue siempre, o bueno, nunca nos había pasado nada en específico.

-Mi niña, nunca dejaré que les pase nada a tu hermana o a ti, son mi tesoro y las voy a defender de la maldad que existe en este mundo.

Dijo como un susurro y comenzó a cantar una canción de cuna, era la favorita de mi infancia, la que cantaban los dos juntos y esperaban a que me durmiera porque tenía miedo a la oscuridad. En pocos minutos caí vencida por el sueño, el viaje fue largo y no habíamos tenido tiempo de descansar, teníamos que hacerlo, mañana sería un día muy ocupado.

...

Cuando desperté esta mañana salí de mi habitación y me dirigí a la cocina, papá y Sophia estaban preparando el desayuno, no imaginaba que papá sabía cocinar, Sofi sí, porque nuestra madre nos enseñó durante las vacaciones. Entré a la cocina y les di los buenos días, sentándome en la amplia mesa del comedor, se sentía un poco sola con nosotros tres pero me sonrieron y sentí que todo estaba mejorando. Aún lo de mamá es reciente y era imposible olvidarlo pero al parecer las cosas iban a salir bien esta vez.

Al terminar el desayuno me dirigí al baño para tomar una ducha y seguir acomodando las cajas y cosas que quedaban de la mudanza. Pasé por la puerta principal, estaba abierta porque papá había salido a podar el césped y por lo que vi, se había encontrado con el vecino que vino anoche, fue muy amable con nosotros y parece buena persona. Seguí mi camino hacia arriba por las escaleras y al llegar a mi habitación rápidamente me preparé para ducharme. Cuando salí del baño, el cual quedaba frente a la habitación, quedé en shock, había un hombre que no conocía caminando por el pasillo en dirección a las escaleras, estaba asustada, tenía miedo de que viniera en busca de nosotros y sin pensarlo dos veces di vuelta atrás, entré al baño y cogí un jarrón que había venido de adorno con la casa. Lo aguanté fuertemente mientras mis manos temblaban y cuando estuve lo suficiente cerca del sujeto, le di en la cabeza, consiguiendo tirarlo al piso de un solo golpe. En unos segundos mi padre estaba frente a mi y yo todavía asustada me abracé de él, su cara no parecía que había hecho algo bueno, todo lo contrario.

-Anne!! ¿Qué acabas de hacer? Es el hijo de nuestro vecino, es decorador de interiores y me dijo que si queríamos podía ayudarnos con la decoración de la casa. --dijo en un tono agitado con algo de pena--

-Papá, yo no tenía idea, pensé que quería hacernos daño y lo golpeé.

-Si, ya puedo ver. Ayúdame a llevarlo a una habitación.

Sin quejarme más y con las mejillas rojas de vergüenza, ayudé a mi padre con el desconocido que ahora resultaba ser mi vecino. Lo llevamos hasta la habitación más cercana que era la mía, lo acostamos en mi cama y mientras mi padre buscaba alcohol para despertarlo yo me vestía, había salido en toalla del baño porque pensaba que estábamos solos. Unos minutos después volvió mi padre con un algodón que olía a alcohol, sino despertaba con eso diría que soy una asesina en potencia. Papá sujetó su cabeza para levantarla un poco mientras movía el algodón cerca de su nariz hasta que por fin, abrió los ojos, ojalá que no recuerde nada.

-Ahgg --al parecer le di un buen golpe-- que me ha pasado, de repente sentí que algo me golpeó en la cabeza, si fue un pedazo del techo deberían considerar contratar otro servicio.

-De hecho... fue mi hija, estaba un poco asustada --sentí que mis mejillas iban a explotar, no me cabía la vergüenza en el cuerpo-- le pido perdón y si desea que haga algo para compensarlo puede decirme, estamos muy avergonzados por lo ocurrido.

Me encontraba escondida detrás de mi padre aún sabiendo que él podía verme, de todos modos no tenía cara para mirarlo a los ojos. ¿Con qué cara miras a tu nuevo vecino después de dejarle inconsciente por una equivocación?

-No tengas pena, no me ocurrió nada, sigo vivo para tu mala suerte --eso no ayudó mucho, mi padre me tocó el brazo y sabía lo que significaba--

-Perdóneme señor, solo estaba defendiéndome, no tenía idea de que fueras el hijo de nuestros vecinos, no volverá a pasar.--dije sin levantar la mirada--

-Acepto las disculpas pero por favor no me digas señor, me hace sentir viejo y solo tengo 23 años.

-Nuevamente perdón por lo ocurrido.

Y sin más, salí corriendo hacia la habitación de Sophia, entré y cerré la puerta a mi paso. Ella se encontraba arreglando una de sus cajas en las que tenía los peluches, se me olvidó decirles sobre su pequeña obsesión. Quedó mirándome mientras mi pecho subía y bajaba rápidamente por correr desde mi cuarto, todavía sentía que mis mejillas ardían.

-¿Qué es lo que estás haciendo? --me preguntó algo desconcertada--

-Es que...salí corriendo de mi habitación porque...

-¿Por qué? ¿Ocurrió algo?

-No te preocupes que no fue nada o bueno, si lo fue. Golpeé al hijo de nuestros vecinos y lo dejé inconsciente.

No me imaginé que pondría esa cara, estaba aguantando la riza mientras me miraba con sus ojos brillosos burlándose de mi.

-¿Qué haces? ¿Oíste lo que te acabo de decir? Le pegué a nuestro vecino.

-Pues si lo escuché, pero me resulta gracioso, no sabía que tenías dotes de ninja.

-No te burlas de mí, estaba muy asustada y no supe que hacer.

-¿Y lo dejaste solo en tu cuarto?

-No, nuestro padre estaba allí, estaba pidiéndole disculpas y ayudándole para que se marchara.--acabando de decir eso, nuestro padre entró a la habitación y Sofi le preguntó que había pasado--

-Ya se fue, todavía tenía dolor por el evidentemente golpe que le dio tu hermana pero estaba consciente para poder caminar hasta su casa, dijo que vendría otro día a ver lo de la decoración.

-Pffff --dejé salir el aire que no sabía que estaba atrapado en mis pulmones y me relaje un poco--

Papá me miró con desaprobación y Sophia seguía con su cara de burla, por lo que creí que era momento de irme, tenía que hacer mis cosas. En mi habitación ya, me puse cómoda para comenzar a desempacar las cajas que quedaban. Coloqué la primera encima de mi cama para abrirla y sacar su contenido pero me quedé mirando la pequeña mancha de sangre que había en mi almohada, de veras que le di un buen golpe. De repente pensé y me di cuenta que no lo miré a los ojos, me dio un poco de curiosidad pero moví mi cabeza para alejar mis pensamientos y centrarme en mi trabajo, ya quería terminar de arreglar mi cuarto.




AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora