I.

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🍯

Algo que amaba intensamente era despertar con el canto de los pajarillos que jugaban de un lado a otro, el sonido de las hojas de los árboles chocar entre sí por el viento, la luz del sol asomándose con descaro en la pequeña ventana de su habitación. Era un día muy hermoso, eso no había ninguna duda. Hoseok se levantó de la cama con una sonrisa dibujada en su rostro, obviamente tuvo el mejor sueño de su vida. Que envidia, decía uno de los pajarillos que se acercó a la ventana admirando la belleza del joven castaño.
Claramente el día de hoy sería un día con mucho trabajo. Levantándose de la cama caminando directamente al baño, enjuagando su rostro y después lavando sus dientes, él odiaba su aliento de las mañanas.

Después de haberse vestido y desayunado, salió de su hermosa casa de campo. La mejor parte de la mañana era ir directamente a sus cosechas. Cada fruta y verdura que crecía de aquella tierra era plantada y puesta con mucho amor. Hoseok estaba enamorado. Hoy era lunes, entonces tocaba colocar en sus cajones de madera la fruta que estaba lista para ser vendida. Porque sí, Hoseok se dedicaba a exportarle a la gente que vendía en el pueblo, decían que su cosecha era tan buena que la gente pedía más de ella. Eso lo mantenía con una situación económica buena, y estaba orgulloso de ello. El sol le indicaba que fruta tomaría, tomándola entre sus manos sintiéndola, acercándola para olerla y después dejarla recostada sobre el cajón de madera. Últimamente sus clientes le pedían fresas, por lo cual, tuvo que aumentar la cosecha y tener más de aquella fruta que cualquier otra.

Al final reunió quince cajas con diferentes tipo de frutas, ahora solo sería esperar a los respectivos clientes. Mientras esperaba su apetito de un delicioso pay de limón estaba comenzando a crecer sobre su estómago. Debía hacer caso o tendría dolor de estómago por dos horas. No fue nada complicado empezar a realizar dicho postre, estaba a mitad del procedimiento hasta que escucho su puerta siendo llamada. Los clientes estaban llegando.

Sin más abrió la puerta.

—Buenos...— el joven quien llamaba a su puerta se quedó callado por unos minutos, solo se había quedado ahí mirándolo, sus mejillas dejaron de ser pálidas para tornarse rojizas, Hoseok quería reírse por ver lo adorable que se miraba.

—¿Sucede algo?— ladeó su cabeza con una leve sonrisa, el joven parpadeo varias veces sintiéndose avergonzado.

—Lo-lo lamentó tanto. Mi nombres es Min Yoongi, mi abuela me ha envidado por su pedido de fresas y manzanas— no quitaba su mirada del rostro de Hoseok, se podía notar como sus ojos brillaban y aquel rubor en sus mejillas aún no desaparecían.

—Ouh, claro, en un momento te los traigo. ¿Traes algún tipo de carro para llevártelos?

No lo iba a negar también se sentía nervioso pero no por incomodidad, sino con tan solo mirarlo. Era extraño la sensación que le generaba en el pecho, aún más extraño era que aquel joven apenas lo a mirado hoy. Tampoco iba a negar que es muy atractivo, y la forma en que viste se ha dado cuenta que no es del campo, jamás ha visto ese tipo de ropas, que puede, que sean muy costosas en el pueblo. Camisa blanca con las mangas arremangadas hasta los codos, pantalón de mezclilla ajustado, cabello muy bien peinado y de un color anaranjado, piel pálida muy bien cuidada, su colonia olía demasiado exquisito que Hoseok se sentía embriagado. Su pecho se hinchó deseando poder acercarse un poco más a él, quería olerlo más de cerca. Los labios ligeramente entre abiertos, hermosos ante los ojos del castaño, la nariz de botón y los intimidantes ojos felinos. Simplemente perfecto.

No había escuchado nada de lo que dijo, que vergüenza.

—No logré escucharte, ¿qué me decías?— trato de ocultar ahora su rostro pero era imposible. Yoongi río levemente.

—Que traigo una camioneta, está estacionada en frente de la casa— respondió— ¿puedo saber tu nombre?

—Jung Hoseok, un gusto.

Estiro la mano para estrecharla con la del contrario. Cuando la toco sintió una corriente eléctrica que le recorrió todo el brazo hasta caer en su corazón, el cosquilleo viajó ahora hacia el estómago naciendo miles y miles de mariposas, donde comenzaron a volar como locas, sus alitas rozaban cada rincón del estómago haciéndole leves cosquillas. Ambos hicieron contacto visual logrando olvidar cómo respirar.

—Hoseok...

Su lengua acarició cada letra de su nombre, su cuerpo se estremeció al notar el cambio de voz en Yoongi, el brillo en sus ojos se hicieron tan intensos con las pupilas dilatadas.

Definitivamente este día era el más bonito.

Besos de miel | YoonSeok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora