II.

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¿Cómo sabes si realmente estás enamorado? más bien, ¿qué es exactamente el amor?

Bueno, sabemos bien qué hay muchos tipos de amor; Amor propio, el más importante. Amor familiar, amor amistoso, amor de simpatía, amor experiencial, amor estético, amor de simpatía. Eso Hoseok lo sabía muy bien, incluso, llegó a sentir alguno de esos amores, pero este era realmente diferente. Sentirse feliz porque todas las mañanas tocaba su puerta, escuchar su nombre saliendo de él causándole nerviosismo y sonrojo, la forma que en que lo trata de una manera tan linda que su corazón se enloquece. La primera vez que experimentaba ese amor, el amor que hace que sus manos suden, que espere con ansias un nuevo día, que adore el hablar con él aunque sea decirse el saludo. Poder sentir por primera vez la tristeza de no verlo.

Todo aquello le estaba gustando a Hoseok, y quería más, y necesitaba más. Cómo cada mañana Yoongi llego a casa del castaño, tocando tres veces. El joven estaba tan emocionado que quería correr abrir de inmediato pero no quería verse muy desesperado, así que trato de calmarse, respiro profundamente y camino despacio a la puerta abriéndola. Sonrió al mirar al peli naranja parado frente a él, exactamente una semana había estado llegando para recoger la mercancía de su abuela y aún así Hoseok se encontraba nervioso como la primera vez. Yoongi llevaba su mano derecha escondida detrás de su espalda, sonrió sin mostrarle su dentadura.

—Buen día, Hobi— aquel apodo hizo que sus mejillas se ruborizaran intensamente, era el apodo más hermoso que le han dicho.

—H-hola Yoongi— soltó un suspiro. «Dale, Hoseok contrólate» se dijo así mismo—. Debo decirte que el último cargamento fue el de ayer.

—Lo sé, solo quise venir a saludarte y...— mostró su mano que tenía oculta, donde llevaba un girasol dándosela—. Sé que no es algo muy grande, pero la vi en el pueblo y quise tráetela. Me recordó a ti.

No podía más, definitivamente no podía. El corazón estaba a punto de salírsele del pecho, las piernas le temblaban al igual que las manos. La tomó rozando sus dedos contra los de Yoongi sintiendo nuevamente ese golpe de cosquilleo. Quería lanzarse a los brazos del peli naranja y besarlo, eso era lo que estaba deseando todos los días. Admiro con mucha atención tocando sus pétalos amarillos siendo muy cuidadoso. El amor que estaba sintiendo por Yoongi había terminado de crear un rosal enorme, tan grande que ni él mismo se explicaba cómo fue que creció tanto. Tenía miedo, eso no lo iba a negar, pero necesita que ese rosal se mantuviera vivo y que él mismo Yoongi lo pudiera ver y gozar de él como Hoseok lo estaba sintiendo.

—Es preciosa— mencionó sin quitar la vista de la flor.

—No más que tú— Hoseok levantó la mirada observando nuevamente aquellos ojos brillantes y dilatados con las mejillas ruborizadas y la respiración ligeramente agitada. Precioso— No quiero ser... no quiero ser atrevido, lo lamento.

—No lo eres— sonrió— ¿Quieres pasar? hice pastel de mandarina y tengo leche fresca.

El peli naranja asintió entrando a la casa con la mirada baja, se sentía apenado y eso lo podía sentir Hoseok, pero haría cualquier cosa para quitar ese sentimiento porque amaba demasiado en la forma que en que él lo llamaba y los halagos que me hacía.

Tomando en uno de los asientos de madera, Yoongi no pudo evitar sentir curiosidad por ver la casa muy bien desde adentro. Claro que al venir casi todos los días no tuvo la oportunidad de verla muy bien, porque el responsable de su distracción tenía nombre y ese era Hoseok. El joven castaño dejó su girasol en un jarroncito de cristal con agua, dentro de la pequeña cocina abrió el refrigerador sacando el pastel y después la jarra de leche. En dos pequeños platos de porcelana dejó una rebanada y en dos tazas del mismo material invirtió la leche, la mirada de Yoongi cayó hacia a él al darse cuenta que llevaba los dos platos en ambas manos. Inmediatamente se levantó ayudándole sacándole una sonrisa a Hoseok.

Él quería vivir esto, él lo deseaba con todo su corazón, es más, lo había imaginado antes de dormir. Ahora esto es real, se siente real, y estaba demasiado feliz.

Yoongi en ningún momento dejó de mirarlo, tampoco de sonreírle. Halagaba cada que podía sus habilidades de repostería y cada vez más se sentía cálido. La conversación jamás se rompió, ahora estaba más interesado de cómo era la ciudad, porque sí, Yoongi venía de Seúl. Conoció cada parte de él y viceversa, incluso, se sintió feliz por saber que la fruta del muchacho era la mandarina.

Así se sentía el amor, como el hogar.

Besos de miel | YoonSeok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora