CAPÍTULO 14

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UNA REINA MUY DESOBEDIENTE.

Jasper

¿Cuándo fue la última vez que tuve un día libre? ¿Hace cuánto tiempo que no me tomaba una cerveza en un bar lleno de gente y bullicio con mis viejos amigos? ¿Hace cuánto que no bajo la barrera de frialdad e indiferencia?

Mucho tiempo al parecer.

Creo que la última vez fue antes de infiltrarme en aquella misión que tuve que abandonar para convertirme en guardaespaldas, y de eso puede haber pasado fácil un año, ya que no podía comprometer mi identidad dentro de la misión ni destapar mi tapadera.

Ya casi no recordaba el sabor de la cerveza, aunque sinceramente tampoco lo echaba de menos. Ahora soy más de vino, pero se tolera porque es más la compañía que la bebida.

Tampoco es que pudiera pedir una botella de vino en un bar —o pub, según nos gusta a los ingleses llamar a los bares— de la zonas bajas de la ciudad. No es mal sitio, pero tampoco es algo tan sofisticado a los que he estado acostumbrado desde que me dediqué en totalidad al MI6.

Estar aquí remueve buenos y malos recuerdos del pasado, aunque siempre dice que te quedes con los buenos, y mis recuerdos buenos es con mi gente, mis amigos de toda la vida.

—Tierra llamando a Jasper —Eric chasqueada los dedos en mi cara llamando mi atención—. Una libra por lo que estuvieras pensando.

—Seguro que algo sucio —Sharon, mi amiga desde la guardería y ahora novia de Eric responde rodando los ojos.

—Pues mira, no. No estaba pensando precisamente en eso —le devuelvo el golpe

Aunque motivos no me faltan para pensar algo obsceno, sobre todo si es sobre la leona indomable que tengo por jefa.

Una que accedió muy rápido a tu petición. Algo raro, ¿no crees? Mi mente a a veces se monta sus propias películas.

Acabo con mi cerveza y levanto mi mano hacia la camarera a pedir otra ronda mientras miro el alrededor, siempre alerta por culpa de mi trabajo, pero esta vez con una sensación diferente es mis dedos al mirar hacia el improvisado escenario.

—¿Por qué no te unes a ellos? —Dice Sharon cuando sigue mi mirada hasta el escenario, viendo a los chicos de nuestro grupo de amigos ensayar.

—Hace tiempo que no lo hago, debo de estar bastante oxidado.

—Esas cosas no se olvidan —insiste ella.

La miro serio y ella usa el desafío de sus ojos cafés para hablarme a través de ellos.

—No tengo la guitarra aquí —admito a regañadientes.

Sí, además de un espía malhumorado, he sido músico toda mi vida. Guitarrista de para ser exactos, pero de la guitarra eléctrica, a la española aún no estoy familiarizado con ella del todo por falta de tiempo. Entre mi grupo de amigos, con la broma y tener la música muy presente en nuestras vidas, formamos un pequeño grupo de música que versiona canciones famosas dándole un toque más rockero. Un grupo donde yo era el guitarrista antes de dejar mi vieja vida atrás y volcarme a la vida militar y del espionaje.

Por eso la necesidad de esta noche, porque era, por así decirlo, el reencuentro de todos nosotros, ya que cada uno tomó un rumbo diferente de su vida, menos Eric, que siguió mis pasos y es mi compañero. Un compañero idiota, pero mi amigo, al fin y al cabo.

Por eso también me queman los dedos, porque se ha despertado la necesidad de tocar unas cuerdas que tengo grabadas en mi memoria.

—Ellos tienen la otra. Siempre la llevan, por si algún día fuese el indicado y volviera a ser usada —Megan, la restante del grupo y la camarera del bar donde estamos, responde metiéndose en la conversación mientras me trae mi segunda cerveza y la última, ya que después debo conducir para volver a casa.

DINASTÍA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora