CAPÍTULO 20

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¿CÓMO QUE DOTE?

Avalon

Lo he hecho. Al final me he atrevido a tentarlo y hacer que sobrepase esa línea imaginaria que él marcó. Y joder, sus dedos dejaron una huella que ni yo misma soy capaz de borrar, bueno, ni yo ni mi juguete.

Debería odiarlo. De hecho, lo odio con todas mis fuerzas por limitarme el corto vuelo que tengo en esta jaula, y sé que él me odia por tener que dedicar su tiempo a mí, desperdiciando su potencial en el MI6... Pero hay una fuerza mayor que me ha hecho desearlo e imaginar cumplimiento su promesa de tenerlo entre mis piernas, lamiéndome y llenándome, sabiendo que todo lo que estamos haciendo es demasiado prohibido.

Siempre se ha dicho que lo prohibido atrae mucho más.

Me doy cuenta de que puede que esté viviendo el famoso tópico literario de enemies to lovers que he leído alguna que otra vez. Y me gusta este pensamiento porque sé cómo avanzan estos libros y puede que desee que mi vida avance en ese mismo patrón.

Ya dejo de resistirme y negar el deseo que crece cada día un poco más cuando lo veo merodear con su traje ajustado o con su ropa de deporte negra cuando entreno con él tres veces a la semana.

El juego de suaves caricias, indirectas y movimientos descarados es el motor que me mueve estos días. De hecho, tengo que pensar mi próxima jugada, porque él me tocó y me hizo correrme y tengo que devolverle esa jugada.

Una necesidad obscena de saber cómo se siente su polla en mi boca recorre mi cuerpo erizando mi piel y obligándome a cruzar las piernas. Menos mal que estoy sola en el despacho.

Me aburren los días en los que no salgo del despacho, pero luego recuerdo que tengo varios viajes muy guays en la agenda, aunque sean por trabajo, pero viajes al fin y al cabo, y me autoconvenzo de seguir trabajando.

Al rato recibo una llamada de la estilista del programa al que nos han invitado a mi hermano y a mí solicitando una reunión para escoger lo que llevaremos ese día, que si no me falla la memoria, es de emisión en directo y es en dos semanas, dos días antes del viaje a Paris.

París, esa ciudad siempre me saca una sonrisa. Puede que su gente sea un poco borde, pero se compensa con el estilo parisino, las calles tan llenas de vida y toda la inspiración concentrada en cada metro cuadrado. Además, allí podré ver a la princesa de España, una muy buena amiga y nos podremos poner al día antes de los actos oficiales.

Termino la llamada con la estilista después de decirle mis medidas aproximadas y las de mi hermano, para que ella vaya haciendo una primera selección de prendas, y mando un mensaje a mi hermano para que venga a verme y también a Pia para tener una reunión sobre las galerías.

Ay, Dios mío... Tanto que hacer y tan poco tiempo.

Luego la gente se extraña cuando dices que tienes ansiedad, lo que no saben es que mientras tu cuerpo hace una cosa x, tu mente piensa diez escenarios, planea hacer la cosa z y se anticipa a la acción y.

—Qué raro ver a mi hermana en este lugar haciendo cosas sin un delantal manchado sobre el cuerpo.

Entrecierro los ojos arrugando el labio. Cojo lo primero que tengo a mano que no sea un proyectil punzante y se lo lanzo. Un paquete de pañuelos es lo que salta por los aires, pero lo coje al vuelo.

—Ja, ja, ja —espero a que se siente en la silla frente a mí observándolo con su traje perfecto sin ninguna arruga—. Me ha llamado la estilista del programa para concertar cita una semana antes de la grabación. Te lo digo para que lo anotes en tu agenda para que no te coincida con ninguna de tus reuniones.

DINASTÍA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora