𝘁𝗲𝗻. marco

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━━━━━━━━━━━𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋𝘔𝘈𝘙𝘊𝘖━━━━━━━━━━━

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋
𝘔𝘈𝘙𝘊𝘖
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𝗧𝗢𝗗𝗢𝗦 𝗔𝗤𝗨𝗜 𝗦𝗔𝗕𝗘𝗡 𝗤𝗨𝗘 el mayor sueño de Elizabeth siempre fue ser madre. Tener una vida con Jack, viviendo en una pequeña casita y dos hermosos hijos jugando y corriendo por toda la casa.

Tal vez era un sueño bastante ridículo para algunos otros, pero para la menor de los Mindagon era su meta de vida.

Lástima que nunca lo tuvo. O por lo menos no todo su sueño.

Cuando ambos murieron en ese terrible incidente su madre recordó aquel vago sueño que Elizabeth le repetía una y otra vez.

Antes del entierro ella puso la casa de cabeza en busca de un insignificante pedazo de trapo viejo.

La abuela de Eliz le había hecho una pequeña muñeca de trapo, era un pequeño bebé que apenas y forma tenía.

Su madre lo colocó encima del vie tre de su hija antes de ser enterrada.

En ese pequeño pueblito eran creyentes de que alguien más los estaba cuidando, y no Dios exactamente.

Era un ser que los recompensaba o castigaba si hacían algo bueno o malo, su nombre ya olvidado.

Y su hija fue recompensada.

Cuando Elizabeth despertó de nuevo sólo encontró cenizas en la parte de su vientre, donde anteriormente su madre había dejado la muñeca.

Sin prestarle mucha atención se enfrentó a lo que sería su nueva vida. Teniendo el pecado de la lujuria pegado a su espalda.

Se tardó mucho tiempo en acostumbrarse a ello.

Y mientras ella se acostumbraba a su nuevo va rutina de vida. Un pequeño arbusto de bella donas crecía en medio del cementerio.

Conforme los veces pasaban ese pequeño arbusto crecía cada vez más. Tenía enormes espinas pero las bella donas eran casi inexistentes, y ambas cosas envolvían algo que causaba curiosidad en todos.

Y de nuevo luego de casi un año de nuevo sonó la campana.

Todos los monstruos no tardaron en salir de sus hogares para correr hacia el cementario, donde ambos reyes de Halloween ya estaban ahí.

──¿Qué es eso? ──preguntaban.

──Yo no voy o nada.

──¡No pudo haber sido una equivocación!

Elizabeth veía a todos quejarse hasta por los codos. Mientras que su esposo se recaba su cráneo con frustración, ella observaba el panorama en busca de algo fuera de lo normal.

SWEET CHRISTMAS                                                jack skellington Donde viven las historias. Descúbrelo ahora