Cuando un Judío fallece debe ser enterrado como acostumbran otras religiones con determinada vestimenta, aunque entre ellos (los Judíos) con sus respectivas costumbres y creencias, ya que estas difieren con su ya definido celo por la modestia, sin importar la posición económica vuelven al mismo punto de igualdad al ser vestidos por telas sencillas, blancas e inmaculadas, frecuentemente de muselina, algodón, lino o incluso materiales mas sencillos, símbolo de igualdad y de unicidad en donde se manifiesta al final todos son iguales, sin importar las diferencias mentales y materiales de esta vida terrenal. Dicha ropa es sin bolsillos, manifestación de la importancia de una vida de dignidad y espiritualidad antes que una material. Para ello cuentan con grupos específicos que preparan determinadas vestiduras, o mejor llamadas mortajas, la así llamada Jevra Kadischa (Sociedad fúnebre judía) es la encargada de realizarlas y distribuirlas a la hora de ser requeridas. Estar vestido de esta manera es la presentación adecuada de un alma que se dirige a su creador Di–s, rey del universo. En el año 1900 Raban Gamliel instituyo esta costumbre para que tanto ricos como pobres se vistan de la misma manera y no se alcen los unos sobre los otros por vestirse de mejor manera en los funerales.
