Maravilloso, asombroso, dorado.
Atsumu no tiene idea de que todo eso es lo que en realidad es, hasta que el día en el que está a punto de saltar de un puente y la voz del vocalista de los Black Jackals le sacude por completo y le trae a la vida nuev...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cada vez que el presidente de la clase no iba por un catarro infernal, Kiyoomi lo pasaba mal.
Y es que ser el vicepresidente —por votación más que por elección— terminó convirtiéndose en un fastidio cuando la ausencia del presidente se traducía en tener que cumplir con sus responsabilidades en su lugar.
—¡Hey, imbécil! ¡¿No tienes ojos o qué carajos? —grita alguien cerca de él. Alguien que maldice con una rapidez bastante notoria, bastante al filo, pues se nota que lo hace seguido.
Kiyoomi no lo mira.
Kiyoomi no sabe si esa persona que acaba de gritar viene o va.
Si se está acercando a él o simplemente se está alejando.
No le importa.
Lo que le importa es recoger las malditas libretas de biología de sus compañeros y la caja con las muestras que utilizaron en la clase de hoy para llevarlas hacia la sala de profesores. ¿Acaso no tienen manos? ¿Su profesor es así de perezoso como para llevarla él? ¿Desde cuándo ser el vicepresidente es ser como una especie de mandadero para los demás?
Lo odia así como odia al par de imbéciles que acaban de pasar corriendo tras empujarlo haciendo que todo se le cayera de las manos al suelo.
Motoya, su primo, le diría que está mal juzgar a las personas antes de ver el panorama completo, lo que se traduciría a que quizá no se fijaron y se tropezaron sin querer, pero Sakusa conoce a esos imbéciles. No hay nadie en esa escuela que no los conozca.
Ahora que lo piensa, ellos y la persona que les gritó apenas vio lo que le hicieron son muy conocidos dentro de las aulas y los pasillos. Ellos, porque son los estúpidos bullies que siempre están molestando e intimidando a los demás alumnos y a la otra persona porque-...
—Espera, Samu —dice la persona que en realidad viene y no va.
Kiyoomi no levanta el rostro pero sabe quién es.
Todos en esa escuela pueden reconocer la voz de Atsumu Miya ya que es muy dado a ser escandaloso, además de que su voz es del tipo de la que no olvidarías fácilmente. Puede ser también por el piercing que tiene en su oreja o por el cabello rubio que lo distingue de su gemelo, Osamu.
Puede ser por ese extraño corte de cabello en el que tiene un lado rapado, mismo que es cubierto por el largo de su flequillo puesto encima.
O puede ser porque simplemente es un chico de segundo año que se la pasa repartiendo sonrisas, malos chistes y haciendo amigos a donde quiera que va porque sonreír es algo que hace a menudo.
Kiyoomi reflexiona unos segundos y luego se corrige en silencio.
No, piensa, sin levantar el rostro.
No es por eso que Atsumu Miya es famoso entre los pasillos en realidad.
Ojalá fuera eso.
—Cuidado si te toca. Podría convertirte en gay igual que él —dicen ahora un par de estudiantes que pasan a su lado, pateando todavía más lejos algunas libretas.
