Verdades dolorosas

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Adley:

Abrazo con gusto a mi primo, él me sonríe y nos sentamos en una mesa al fondo de un conocido antro.

- Supe por mi tía que te divorciaste, Fiorella me contó que fue por Enith, ¿qué pasó durante todo este tiempo? –pregunta tomando de su cerveza, comienzo a relatarle todo, que tengo una hija de ocho años, que Fiorella me estuvo engañando por mucho tiempo, el regreso de Enith y el hecho de que estaba casada, como me enteré de que Rach era mi hija, conforme iba contándole todo, las cervezas fueron acabándose.

- Tarde me di cuenta cuanto amaba a Enith, y ahora ella esta interesada en un doctor de niños, no sé qué hacer, ¿qué me aconsejas? –lo miro atento, le relato todo lo que he hecho hasta ahora.

- Lo haces mal, debes mostrarte tranquilo, si ella ya no es como antes, que seas un idiota, con todo cariño hermano; no te ayudará, debes mostrar el maravilloso hombre que eres, responsable, carismático y mejor que ese doctorcito, seguro es por agradecimiento –alza su botella y choco la mía, continuamos hablando de todo lo que hizo, siempre supe que había una mujer que le quitaba el sueño, pero nunca quiso decirme quién era, esperaba que ahora sentara cabeza.

Cuando ninguno de los dos podía más, el mesero del lugar procedió a llamar un taxi, había tomado menos que Jake, pero lo bastante para tambalearme. Una vez dentro del taxi, él se queda dormido, como puedo le doy la dirección de mi casa, intentaba no dormirme, gracias al cielo Enith había dejado que Zack y Rach tuvieran una pijamada, me daba el pretexto perfecto para ir con ella.

El teléfono de él suena, con dificultad lo saco de su pantalón, para cuando logro hacerlo ya colgaron, lo desbloqueo pensando que quizás es su madre, pero un mensaje me hace detenerme, es de Fiorella, sabía que ellos eran amigos, de hecho Jake me había alentado a salir con ella, no le guardaba rencor por eso, él también había sido engañado por esa víbora mentirosa y manipuladora. Estaba por bloquearlo cuando un mensaje hizo que la lucidez volviera a mí.

Estoy harta, pronto vas a heredar la parte que te dejó tu abuelo, ya podemos estar juntos y criar a Zack, cada vez se parece más a ti, sólo por ti lo tuve.

Aquello me dejó helado, abro la conversación y lo que leo logra que la sangre me abandone, esto debía ser una mentira, una jodida broma de esa arpía maldita, Zack no podía ser hijo de Jake porque yo había sido el primero, ¿no? Todo lo que había vivido con ella vino a mí como una película en cámara rápida, cuando todo estuvo claro, fue que me sentí un imbécil, las señales siempre estuvieron ahí, claro, como Jake no podía heredar hasta que terminara de estudiar, no se les había ocurrido mejor idea que engatusarme y usarme como banco hasta que él cobrara la herencia, bloqueo su teléfono y lo coloco en su bolsillo, mi mente iba a mil por hora pensando en que debía hacer con esos dos malditos traidores, tomo el móvil de nuevo y me envió toda su conversación a mi teléfono, borro aquel mensaje y dejo el teléfono en su lugar, ya verían esos dos, le quitaría a Fiorella la custodia total de Zack, él era mi hijo, nada cambiaría eso, lo que no sabía es como le diría aquello, quería golpear a Jake y a esa maldita bruja, maldecía el momento en que la conocí, si no hubiese sido tan idiota y le hubiese creído a Enith, ella sería mi esposa y Rachele sería mi hija, era probable que dod años después de Rachele hubiésemos tenido otro, porque nuestros planes fue tener hijos seguidos, ahora sólo podía llorar ante todas las verdades dolorosas que se me presentaban aquella noche.

Enith:

Por la mañana había enviado a los pequeños al colegio, había decidido llevar a Enirov a la oficina, él se divertía gateando por todo el lugar mientras revisaba algunos papeles, cerca de medio día me di cuenta que no había comido, él había comido papilla de zanahoria con pollo a las nueve y once, acababa de darle pecho y dormía, llamo a Clarisse para pedirle me pida algo de comer, se me había ido el tiempo revisando un nuevo modelo de casa, era mucho más estrafalaria, incluía dos plantas y se asemejaba a una mansión, afinaba los detalles de las escaleras que no terminaba de entender dónde serían colocadas, cuando Clarisse entró.

- Perdona que moleste señora Bianchi, la busca el doctor Solon –frunzo el ceño por la sorpresa.

- Hazlo pasar, y pide comida también para él –ella asiente y sale, me pongo de pie y lo veo entrar, luce abatido–. ¿Thesion? –en cuanto estoy frente a él, me abraza con fuerza, su cuerpo tiembla, señal de que esta llorando, froto su espalda y con cuidado lo llevo al sofá, nos siento y sin dejar de frotar su espalda espero a que termine de llorar.

- Otro paciente falleció hoy, sé que sus padres sabían que esto era experimental, pero aún así, saber que no lo logré –se cubre la cara, sabía lo compasivo que era, su amor por la pediatría y esto lo estaba matando.

- No es tu culpa, estas haciendo todo lo posible y ellos saben que intentas salvar sus vidas, les das esperanza –aprieto suave sus manos.

- Sólo para quitárselas después –niega frotando su rostro con desesperación.

- Es mejor que nada, quizás no lo veas Thesion, pero como padre de un niño enfermo, cualquier posibilidad es todo lo que se necesita para no derrumbarse, incluso si al final, no hay éxito, como padre sabrás que hiciste todo lo que estuvo en tus manos por conseguir un momento más con tu pequeño, créeme que esos padres jamás van a culparte, cuando tengas éxito, se alegraran de saber que otro pequeño vivirá un día más, y si bien, ellos desearían eso, también saben que su pequeño no sufrió más –seco sus lágrimas con mis manos, me mira atento.

- Había olvidado ese punto de vista, gracias Enith –toma mi mano y besa la palma, le sonrío.

- No tienes nada que agradecer, sólo quiero que estés bien, este estudio podrá salvar miles de vidas en el futuro, y podrás dedicarles esto a esos pequeños que se fueron, ellos serán parte de este gran éxito –me dedica una pequeña sonrisa, coloca su cabeza en mi hombro, cepillo su cabello y dejo que termine su duelo.

Este hombre tan hermoso, lograba que mi corazón palpitara con fuerza, era difícil no enamorarse de él, además me sentía afortunada por ser con la que viniera para buscar consuelo, quizás era un feo pensamiento, pero me hacía feliz.

- Siento la interrupción, llegó la comida y tiene visita –dice Clarisse entrando con la comida, le pido que la deje en la mesita de centro.

- ¿Quién es? –Thesion se pone derecho cuando Enirov llora, se acerca para alzarlo, le mece y sonrío como idiota cuando mi pequeño lo reconoce, calmándose al instante.

- Yo –suspiro con frustración al ver entrar a Adley, a veces olvidaba que trabajaba aquí–, lamento interrumpir pero, necesito hablar contigo, es urgente –me mira serio, no puedo ver nada más que desesperación en sus ojos, algo que me indica que es grave.

- Lo llevaré a dar una vuelta, ¿no precioso? –mi pequeño ríe, los veo salir junto a Clarisse.

- ¿Pasa algo con Rach? –veo mi móvil buscando alguna llamada del colegio, él niega, se deja caer al sofá derrotado.

- Lo sabías –me mira de forma acusatoria, por su mirada sé que lo sabe, asiento–, ¿desde cuándo? –parecía dolido, y no era para menos.

- Desde siempre, todos lo sabían, todos menos tú que no quería ver como era ella en realidad, te dije muchas veces que ella no era lo que aparentaba y jamás me escuchaste, si te hubiese dicho que estaban juntos, ¿me habrías creído? –suspira y niega mientras se frota el rostro–, además, no era yo quién debía decirte esto, no me correspondía, no era justo para ese pequeño que al único padre que conoce, es a ti, mi venganza fue ejecutada en el instante que me vieron, fuerte, hermosa, exitosa y feliz, quería ver sus reacciones, jamás dañaría a un pequeño –le paso un pañuelo de papel, seca sus ojos.

- Ayer estaba con ese maldito traidor, le conté todo, cuanto se ha de haber reído de mí cuando le hablaba de ella –sonríe de lado tirando de su cabello–, lo veía como a un hermano, incluso le agradecía por presentarme a Fiorella, no pensé que todo fuese un plan bien armado, y como un reverendo imbécil, caí directo a la trampa –suspira mirando al techo–, no te habría dejado de no ser por la influencia de Jake, jugó tan bien sus cartas que me hizo creer que ella era un maldito ángel en la tierra –verlo así me daba mucha pena, lo odiaba, pero entendía su sentimiento como padre, eso era lo que más le dolía, podía verlo en sus ojos–, yo me merezco toda la mierda del mundo, el desprecio de todos, pero no esto, no merezco que después de ocho años me digan que ese niño al que cargue de recién nacido, no es mi hijo, eso es demasiado cruel –alza un poco la voz, lo miro con lastima, no me gustaría estar en sus zapatos, algunas verdades eran muy dolorosas.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora