Capítulo 3: No eres tan especial

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Sábado, 12 de septiembre.

Kohaku estaba acostada en su cama después de una semana de escuela en la que había tenido el doble de entrenamiento porque se acercaban las competencias regionales de artes marciales, para clasificar al torneo nacional de invierno. Se encontraba escuchando música con su teléfono mientras pensaba en todos los cambios en su vida y en los estúpidos comentarios de Amaryllis durante la pijamada, recordándole lo que había pasado con Senku.

Y es que sí, Kohaku había bloqueado a Senku de sus redes sociales para que no siguiera intentando contactarla, todo con la intención de no seguir teniendo contacto con él. Tenía que ser firme en su decisión, eso había sido un ligue de verano y nada más, no podía seguir teniendo contacto con él, porque ya tenía planes y no iba a cambiarlos por Senku, sin mencionar lo que implicaría que él también pudiera llegar a cambiar sus planes por ella. Quería estar en California con sus amigos y su hermana y ese plan no pensaba cambiarlo y la verdad es que una relación a distancia no le parecía algo demasiado coherente. Tal vez estaba siendo cruel, pero no podía, no debía, tenía que olvidarlo, olvidar sus caricias, olvidar sus besos, olvidar cómo la había hecho sentir.

La reproducción aleatoria del teléfono de repente la llevó a una canción que definitivamente no quería escuchar y rápidamente se quitó los audífonos y quitó la canción. No quería marcarla como que no le gustaba, pero tampoco quería escucharla, le traía recuerdos. Nunca le habían dedicado una canción, pero ese tonto científico había elegido una de las canciones más románticas que pudo elegir para dedicarle. Sí, definitivamente tenía que dejar de pensar en él.

Apagó el teléfono mientras se incorporaba en su enorme cama con sábanas magenta y un montón de peluches alrededor.

Suspiró y decidió escribirle a Suika: en ese momento definitivamente necesitaba hablar con una amiga, contar cómo se sentía y encontrar la fuerza necesaria para olvidarse definitivamente de Senku. ¿Qué ganarían con una relación a distancia? Sería una cruel agonía y probablemente alguno de los dos se cansaría y terminaría buscándose otra pareja, y ella sinceramente temía mucho salir lastimada porque aunque ella podía estar 100% segura de su convicción en caso de tener una relación, no podía decir lo mismo de alguien más.

Kohaku: Suikaaaaa... te necesito... ¿puedes venir a mi casa?

Aunque también podemos vernos en donde tú me digas.

Suika: Buenos días, Kohaku.

Suika acaba de despertar, ha estado con insomnio últimamente.

Kohaku: ¿Insomnio? ¿Por qué?

Suika: Nada importante, Suika ha estado pensando en ciertas cosas.

Suika se alistará y estará en casa de Kohaku en media hora.

Kohaku: Si te sientes mal, sabes que puedes contarme lo que quieras.

Me preocupa que estés teniendo problemas para dormir.

Suika: Descuida.

Kohaku: Pediré a Turqueoise que prepare algo especial para el almuerzo.

Después de eso, Kohaku bajo a buscar a Turqueoise, una de las trabajadoras de la casa, ya que quería que Suika se sintiera cómoda y poder hablar con ella sobre cómo se sentía. Además, sus palabras la habían dejado preocupada, pensando en qué estaría sucediéndole a su mejor amiga para que estuviera teniendo insomnio los últimos días, Suika no era ese tipo de persona y, más bien, siempre solía ser muy correcta en sus horarios.

...

A eso de las 11:20 horas, Suika llegó a casa de Kohaku y subieron a la habitación gigante en la que Kohaku dormía, ya que era innegable lo exagerado que podía ser su padre cuando se trataba de la distribución de los cuartos. Su habitación tenía, incluso, una mini sala de estar, donde se sentaron las amigas para poder hablar. Kohaku colocó unos bocadillos en el centro de la mesa y se sentó a un lado de Suika, a la que finalmente miró con lágrimas en los ojos.

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