Sábado, 19 de septiembre.
Su teléfono empezó a sonar insistentemente y pensó que era el estúpido grupo de sus amigos. Definitivamente los silenciaría los fines de semana, ya que había tenido un show la noche anterior y este show lo había dejado demasiado cansado, no quería contestar. Había llegado a su casa a las 03:40 horas y apenas había podido dormir hasta ese momento, que no sabía exactamente qué hora sería.
Abrió sus ojos grises para mirar hacia el reloj de mesa que tenía, en él pudo apreciar a duras penas que marcaba las 11:25 horas. Esto de los shows los viernes de verdad que era agotador, pero no podía dejarlos si quería convertirse en una estrella. Gruñó al oír más mensajes insistentes que sonaban en su teléfono, ¿quién escribía en ese momento?
Estiró el brazo para tomar el celular en la repisa que estaba justo sobre su cabeza y acercó el aparato a su cara con pesadez. Pero cuando vio la persona que había mandado los mensajes sus ojos se abrieron como platos y se sentó en la cama con una agilidad tal que ni él mismo se reconocía. Su sonrisa se fue ensanchando en la medida en que leyó los mensajes.
Mi pequeña mapache anémica: Hola, niño bonito.
Perdón por desaparecer todos estos días.
Debes pensar que soy la peor persona del mundo.
Y no estarías tan alejado de la realidad: supongo que lo soy.
Ni siquiera merezco todo lo bien que me tratas y mucho menos que me mandes mensajes hasta tres veces al día.
No merezco tu comprensión ni nada.
Incluso, me motivé a escribirte porque vi que hace más de 36 horas no me escribes.
Si me odias, lo entenderé, pero quise mandarte estos mensajes (que sé que son muchos y realmente también entenderé si me dices que te molestan demasiado).
Mi pequeña mapache anémica envió un sticker de un corazón roto.
Mi pequeña mapache anémica: Quisiera reseñarte todo lo que ha pasado en estos días e intentar explicarte realmente por qué no te he escrito.
Pero realmente no sé cómo tomes las cosas porque quizás pienses que soy de lo peor, o no lo sé.
Lo que sí te juro es que cumplí la promesa que te hice de no tener sexo con nadie más durante un tiempo.
Yo sí quiero que Santa me traiga un regalo de navidad, aunque no parezca.
Espero que puedas responderme.
Y si no quieres responderme, lo entenderé.
Pero necesitaba escribir todo esto.
Yo... no sé qué está pasándome.
Eres una especie de mago que me ha hechizado.
*Mi pequeña mapache anémica envió un sticker con un personaje de anime con los ojos aguados*
Mi pequeña mapache anémica: ¿No me responderás, cierto?
Es mi culpa por ignorar todos tus mensajes.
Me lo merezco, merezco que me dejes en visto.
Ya me dejaste en visto.
Supongo que no responderás.
Creo que también dejaré de escribir.
Chao, chao, niño bonito.
Gen: Parece ser que una pequeña mapache anémica es más reina del drama de lo que aparenta, ¿no? Pues déjame decirte que no estoy enojado, Elise-chan.
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Un Millón como Tú
FanficAU. Los que leyeron Souvenir saben cómo terminó. ¿Será posible que al fin tengan su final feliz Senku y Kohaku?