Capítulo 7

167 20 24
                                    

Me desperté sobresaltada, y no por una pesadilla, sino porque estaba muerta de calor y empapada en sudor. Aún era de noche, miré el reloj, 4:30 a.m. Intenté sacarme un poco las sábanas de encima, estaba enredada en ellas. Fui a la cocina a buscar un poco de agua fresca, tenía la piel hirviendo otra vez, como el otro día en el colegio cuando comencé a sentirme muy mal. Bajé muy despacio para que nadie se despertara, tomé un vaso lleno de agua y lo subí a mi habitación. Me senté un momento en la cama, para que se me pasara la oleada de calor. Si tendría que definir cómo me sentía con una sola palabra, sería intranquila. Tenía la sensación de que algo estaba mal, pero no sabía qué, ¿una señal, tal vez? Escuchaba el latir de mi corazón en el silencio de la casa. Golpeaba en mi pecho sin parar. Pum, pum, pum.

Me acosté otra vez, ya que el despertador sonaría dentro de dos horas, y tendría que dormir un poco más. Venía varias noches despertándome a la misma hora, sin conseguir dormir hasta que sonaba la alarma. Y así como pasaba siempre, volví a quedarme despierta mirando el techo. Mi cabeza iba a mil, pensaba en Alexandre y la tristeza y enojo que sentía al saber que no iba a volver a verlo nunca más. No iba a poder disculparme con él por la estúpida pelea que habíamos tenido. Tendría que haberle dicho que lo quería más seguido, tendría que haberlo escuchado con cada cosa que me decía. Tal vez si esa noche me hubiera quedado más tiempo hablando con él, escuchando las cosas que tenía para decirme sobre el problema con mis padres y tragándome mi orgullo, esto no hubiera pasado. Probablemente el accidente no hubiera ocurrido, por lo tanto, esto me hacía ser parte culpable. Y a la mierda lo que Potter decía.

Por otro lado, no paraba de pensar en mis clases de ballet. Me estaba yendo pésimo, y no demostraba que me interesara ni un poco. Me iba mal porque no quería ir ahí, no quería ese futuro. Y Alex me lo dijo, pero siempre decidí que era mejor idea seguirle el cuentito a mi madre. No me preocupaba ser la estrella de los próximos shows, en este momento para mí era mejor estar lo más atrás posible, oculta a los ojos de todos. El problema, obviamente, era lo que iba a suceder cuando mi madre se entere que su hija estrella estaba decayendo como un avión en picada. Se iba a poner furiosa, y yo no estaba preparada para enfrentar una discusión con ella. Así que, por el momento, no tenía idea de qué iba a hacer o qué le iba a decir.

Desayuné como todos los días, en silencio. Estaba muy cansada, ¿por qué no podía dormir si estaba tan agotada? Sumado a eso, comenzó a dolerme la cabeza. No quería ir al colegio, me estaba sintiendo mal, pero no tenía opción, casi no me dejaban faltar. Tomé un calmante para el dolor y mi padre nos llevó al colegio. En el camino fui mirando mi celular, estaba revisando las notificaciones hasta que vi una solicitud de seguimiento de Instagram. Era de Bastian. Al parecer no le importó en lo más mínimo el me gusta que se me escapó, y comenzó a seguirme, así que hice lo mismo. Luego me di cuenta que tenía un mensaje y me retracté, porque era de él y decía "¿Espiando perfiles ajenos, vecina?". Dios, me moría de vergüenza, no hacía falta que se riera de mí. Podía imaginarme la sonrisa que iba junto a ese mensaje. Pensé en no contestarle, pero de todos modos me lo iba a cruzar en el colegio.

Sabrina:

Me atrapaste, perdona.

Bastian:

No me pidas perdón.

Sabrina:

Debes pensar que soy una loca.

Bastian:

Nunca.

Sonreí.

Sabrina:

Por cierto, me encantan los Arctic Monkeys,

has ido a verlos, ¿verdad? ¿Esa foto era en su recital? ¡Qué envidia!

El Vals de las MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora