Castigados por deseo

29 0 0
                                    

¿Quién me diría a mí
que solo por ir
podría conocerte a ti
aquella noche estando allí?

¿Y quién a mí me diría
que en mi mente el deseo
que de ti ahora tengo
a mi mente arribaría?

Pued la verdad nadie supo
que ese cambio llegó,
que mi idea cambió,
y mi mente evitarlo no pudo.

Ahora tengo ganas de verte,
una vez más aparte,
día, noche o tarde,
cuando sea, pero quiero tenerte.

Quiero tener tu cuerpo desnudo
rebotando sobre el mío,
con fuerza, subiendo y bajando duro,
que nos sirva también de castigo.

Pues ya por nuestro pecado,
por estas ganas de retozar,
de nuestro deseo consumar,
habremos de ser castigados.

Cuerpos pecandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora