La puerta abierta

76 0 0
                                    

Ayer en su casa entré;
entonces de algo me di cuenta,
la puerta la había dejado abierta;
sin preguntarle, supe el porqué.

Ella ya esperándome estaba,
para que yo fuera a su cama,
todo mientras ella se tocaba,
y entre gemidos se desgañitaba.

Cuando llegué yo a verla,
en pleno acto la presencié,
de cómo sus dedos entraban en ella
una y otra vez.

Lo hacía para provocarme,
la puerta dejó abierta por ello,
por ese afán de esperarme
mientras ella seguía por tocarse.

Cómo me iba yo a negar
a en su cuerpo desnudo entrar
en cuanto entre gemidos me lo pidió,
que la castigue sin parar.

Sin pensarlo yo acepté,
porque para eso me quería;
para eso la puerta abrió;
abierta estaba por si la poseía.

Yo no lo voy a negar,
cuando ella me avisó,
para eso dijo que me llamó
y yo también quería pecar.

No obstante, sigo pensando
en que abierta su puerta dejó
después de que me avisó
para que yo viera que se estaba tocando.

Desde entonces, nada me sorprende,
siempre que me llama,
sin que yo aún haya llegado,
me abre la puerta y se va la cama.

Cuerpos pecandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora