Aquella mujer del verano

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No sé por qué pensé
yo la noche aquella
que quizás podría verla,
mas jamás llegó a aparecer.

Quería repetir con ella
lo que tantas veces hicimos,
entre nosotros nos desvestimos
y me dejó desnuda poseerla.

Sus piernas sin ropa interior,
tampoco camisa ni sujetador,
a entrar en ella me invitó
aquella noche de calor.

Como loco yo pensé
que la volvería a ver,
que retozaría con esa mujer
como hice aquella vez.

Fue una noche de locura,
una noche de fiesta,
en la que se me fue la cabeza
y me subió la calentura.

Es lo que tienen las fiestas,
estas, nocturnas y veraniegas,
cosas que traen estas juergas,
unas veces son malas, otras buenas.

Feliz por estas siempre estaré,
pues gracias a todas las juergas
que surgen en verano
mucha gente pude conocer.

No todas las mujeres
son buenas ni perfectas;
algunas no saben qué quieren
y otras, una ardiente noche esperan.

Yo quiero lo segundo,
quiero del verano disfrutar,
conocer más bellas damas
y con ellas retozar.

Pues aquella nombrada mujer,
muchas armas de seducción
para provocar podría tener,
mas tras el sexo, no la volví a ver.

Cuerpos pecandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora