Bajas Temperaturas (1/3)

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La travesía comienza desde un lugar remoto en las nieves de Alaska, donde se estaba llevando a cabo una expedición para hallar los fósiles de raros dinosaurios aún no estudiados

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La travesía comienza desde un lugar remoto en las nieves de Alaska, donde se estaba llevando a cabo una expedición para hallar los fósiles de raros dinosaurios aún no estudiados. Su misión era ubicar el sitio exacto donde se encontraban los fósiles y notificarlo para proceder a enviar a los paleontólogos, quienes extraerían los huesos con sumo cuidado para poder examinarlos adecuadamente.

Entre el equipo, se hallaba ella, tiritando de frío dentro de su propio campamento. Por más que se enredaba entre las sábanas o frotaba sus manos el frío persistía. No era tanto como para matarla, pero ella prefería dormir en una temperatura cálida, y la tormenta de nieve que había cerca del sitio no ayudaba mucho.

De pronto, hay algo más que interrumpe su hora de sueño. Fuera del campamento se alcanzaban a escuchar aullidos como los que emitían los lobos, pero esos aullidos no eran de un lobo, si oías lo suficiente podrías determinar que esos aullidos los estaba dando un humano; sin embargo, ella no fue capaz de percibir la diferencia. Así que salió de su cómodo lugar con el fin de espantar a aquel lobo que había escapado de la manada. Por lo menos de esta manera podría quitar de su lista otro aspecto que no la dejara conciliar el descanso que tanto deseaba.

Luego de haberse abrigado de forma adecuada abandonó su campamento, siendo invadida rápidamente por los coletazos de viento helado que le pusieron la piel de gallina. Se giró buscando al lobo causador de sus problemas de sueño. No pasó mucho tiempo para que lograra detectar desde donde venían los aullidos, sólo que por las ráfagas de viento acompañadas de una fuerte nevada no podía observar a simple vista al animal. Lo único que podía ver era su figura en cuatro patas mientras seguía aullando.

Silenciosamente ella se agachó y tomó una piedra de la fogata, la cual usaría para espantar al dichoso animal que robaba sus horas de descanso con sus ruidos. No temía que el lobo pudiera atacarla, ya que les dieron cursos de entrenamiento sobre animales salvajes. Sólo tendría que aventarle algo y el lobo huiría. Preparó la piedra en su mano y la lanzó sin mucha fuerza hacia el animal, ya que su intención no era lastimarlo.

—¡Auch! —. Se quejó el "animal".

La mujer se vio sorprendida, ya que un lobo no haría ese tipo de ruido. Metió su mano dentro de la tienda de acampar y sacó entre sus cosas una linterna. No tendría mucho sentido prender de vuelta la fogata, ya que se apagaría al instante por los fuertes vientos que azotaban el área. Prendió la linterna y dando pequeños pasos se acercó hacia el animal.

Su cuerpo se divisaba cada vez más con la presencia de la luz. Pero no esperaba encontrarse con un hombre en cuatro patas, mirándola con unos ojos penetrantes.

 Pero no esperaba encontrarse con un hombre en cuatro patas, mirándola con unos ojos penetrantes

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