Uno

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Severus apartó la vista de la puerta y echó a andar con rigidez y velocidad. Le odiaba, le detestaba, pero su corazón había saltado al verle lo que hacía que él mismo se odiara. Viró al pasillo por el que había venido cuando escuchó su nombre en sus labios. Le ignoró y siguió andando hasta que su muñeca quedó atrapada en los dedos de aquel hombre. Severus se soltó con brusquedad mientras le enfrentaba.

—Nadie te ha dado el permiso para tocarme.

—Perdona, Severus, es que no te detenías.

—Olvida sus modales, señor Lupin. —La acidez en su voz borró la leve sonrisa que se dibujaba en la cara del contrario.

—Sí, por supuesto, Snape. —Remarcó su apellido con un ligero disgusto—. Solo pretendía decirte que... decirle que...

—Tengo clase, señor Lupin. Lamento no tener tiempo para oír las necedades que ha recopilado para hoy.

—En algún momento vamos a tener que hablar, Snape —dijo elevando un poco la voz cuando este emprendió sus pasos.

Severus se detuvo conteniendo la ira que le subía por todo el cuerpo. Se giró mostrando la furia más terrible en sus oscuros ojos.

—¿Hablar? Eso es lo que mejor se te da, al parecer. Claro, si nos referimos al término de esparcir falsos acontecimientos para lograr burlas hacia otros y lavar tu propia imagen.

—Sabes que fue un error.

—¿Un error? —Soltó una carcajada tan fría que Lupin sintió un escalofrío—. Un error es dar una respuesta equivocada en clase, lo tuyo fue un acto despreciable.

—Ya te lo expliqué y creía que había quedado claro.

—Me quedó claro la primera vez, cuando le contaste a Black que yo fui quien te besó para librarte de la cara de desprecio de tu mejor amigo. Así era yo, el desprendible Slytherin, el que cargaba con las culpas sin que él pensara que antes de pillarnos ya había sucedido antes.

—Snape... —Trató de hablar, pero Severus estaba tan furioso que no hizo amago de detenerse.

—El intachable Remus Lupin, profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, no era capaz de tener una relación a escondidas con el pobre profesor de pociones. ¡Era impensable solo imaginarlo! Entonces Black creyó tu cuento y comenzaron sus humillaciones. Al final seguía siendo ese estúpido adolescente. Me llamó de todo ante tu presencia y una vez más no hiciste nada para remediarlo. —Le dedicó una mirada que trasmitía todo el odio del mundo—. No sabes cuánto me arrepiento de aquella época, Lupin.

—Lo siento. Me disculpé mil veces. Pensaba que el tema quedó zanjado y daba pie a retomar lo nuestro.

—El tema quedó aclarado, sí. Pero no soy tan estúpido para perdonar tan rápidamente. Y lo peor es que si te hubieras quedado lo suficiente te habría perdonado al final. —La cara de Lupin se desfiguró por el dolor de esa revelación—. Expuse tu condición por puro rencor y dolor. Después me arrepentí tanto que te escribí, pero te habías ido. Te dije que sí volvías lo resolveríamos todo y nunca lo hiciste. Hasta que Potter estuvo en peligro. Ni siquiera entonces te atreviste a hablar conmigo solo porque Black estaba cerca. Y como Black ahora no está puedes deleitarme con tu prosa.

—Deja a Sirius fuera de esto. —Le recriminó ese comentario sabiendo lo duro que fue para él la perdida de su amigo. Aunque Harry se empeñó en culparlo sabía que Severus intentó salvarle—. También a mí me afectó lo que hiciste.

—Algo que tú mismo desencadenaste.

—De todas formas no he venido a hablar contigo, sino con Harry. —Severus se implantó una máscara para no dejar ver el daño que le suponían esas palabras—. Sé que tiene clase contigo, ve a llamarle.

El invierno de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora