Veinte

544 63 2
                                    

Severus echó a andar oyendo las suaves pisadas del chico a su espalda. Se sentía contrariado. Por una parte deseaba encontrar a Lupin y partirle la cara, sabía que no era muy complicado hacerle daño. Y por otro lado estaba Harry, deseando proteger al hombre lobo pero decidido a salvarle a él de sus garras.

Atravesó la verja y continuó unos metros más hacia el camino que conducía a la villa. Harry le seguía sin entender a dónde iba.

—¿Profesor Snape?

—Un momento, Potter. —Sacó la varita con un movimiento elegante—: Appare vestigium. —Tras unos segundos Severus se giró hacia la derecha sintiendo algo que Harry no notaba—. Por aquí.

—¿Cómo lo sabe?

—Hechizo rastreador —explicó—. Lupin ha estado cerca de Hogwarts como imaginaba. Se agota el tiempo, Potter, andando.

—¿Por qué Remus estaría rondando el colegio? Ya tiene lo que quiere de usted.

Severus le observó de soslayo con una mirada ácida que hizo que Harry se sintiera avergonzado.

—Atar la sangre es una acción compleja. Lupin sabe que he recibido al menos una pequeña cantidad de la sangre de Dumbledore lo que hace que sea levemente más complicado. No solo por el hecho de que haya parte de sangre limpia en mis venas, sino porque pertenece al mago más poderoso del último siglo.

—¿Quiere decir que necesita estar cerca de usted para poder atarlo?

—Necesita de mi rastro mágico, sí.

—¿Entonces si Dumbledore hace otra transfusión no frustrará eso los planes de Remus? —preguntó en tono dubitativo.

—No puedo recibir otra hasta el miércoles. Dumbledore se ve afectado en la entrega. —Viró hacia la izquierda, adentrándose en el diminuto bosque en lugar de tomar el sendero a Hogsmeade—. Por no hablar de que su magia y la mía, los pensamientos y sentimientos se entrelazan. Si se hace con asiduidad alguno de los dos podría colapsar.

—¿En realidad está protegiendo al director? —Fue más una afirmación que una pregunta, pero Severus asintió—. ¿Qué sucedería si cada día tomara la sangre de uno de nosotros? La mía y la de Dumbledore, quiero decir.

Severus le contempló con los ojos entrecerrados dando a entender que no le gustaba la idea.

—Demasiada gente para conocer las cosas que deben pertenecerme solo a mí.

—Pero eso borraría su rastro en la sangre, evitaría que Remus la ate y de paso se ahorra tener que visitar a los nórdicos.

—Lo siento, Potter, pero jamás aceptaré tu sangre.

—Es lo suficientemente orgulloso para aceptar la sangre de un Potter en sus venas.

—Deja de lado esa parte de Gryffindor y ahórrame tus argumentos heroicos. —Empezó a andar más deprisa dejando al chico atrás sin esfuerzo.

Continuaron varios metros más allá hasta que se internaron en una parte que Harry no había visto antes. Los árboles eran abundantes a su alrededor, sin embargo, un sendero de tierra oscura se abría entre ellos. Severus lo siguió hasta alcanzar una especie de claro que la luna iluminaba ligeramente. De repente, Snape se detuvo colocando los brazos en cruz. Harry comprendió que intentaba cortarle el paso.

—¡Expelliarmus! —Una varita salió volando desde la nada hasta la mano de Severus—. Has resultado ser más rata que el propio Colagusano.

Severus se adentró en el claro y Harry vio lo que el cuerpo del profesor le ocultaba. Una enorme piedra se alzaba frente a ellos y a un lado Remus yacía con expresión de asombro. Una cantidad de objetos mágicos descansaban en la superficie de la roca.

El invierno de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora