Capítulo 3 - Never enough (Parte 1)

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You set off a dream in me
Getting louder now
Can you hear it echoing?


14 de Julio de 2063

Lorenz contempló su reflejo en el espejo una vez su padre terminó de ponerle bien el trajecito. Cada mechón de sus cabellos violetas estaba en su sitio y se complementaba con su mirada y el uniforme que tendría que llevar a la presentación de su madre. ¡Estaba muy nervioso y no lo podía evitar! Si todo iba bien y se hacía un hueco en el mundo musical de Angoth, significaría que se quedarían allí para siempre. ¡Y no le terminaba de molestar la idea! Es decir, sabía que Giselle lo haría lo más mejor posible puesto que su voz y sus dotes con el violonchelo eran exquisitas y ese hecho lo había estado contemplando desde el inicio. Sí, echaría de menos a sus abuelos, pero podría jugar con Cassey siempre que quisiese.


—Estás perfecto, hijo mío -el aludido se sonrojó y se tomó las manitas— pero falta un pequeño detalle.


El pequeño ladeó la cabeza con curiosidad y observó cómo su padre se dirigía a un jarrón para tomar una de las rosas que descansaban. Con suma delicadeza tomó el tallo de la flor y lo cortó. A continuación le fue quitando los pinchos poco a poco acostumbrado a ello. Finalmente se arrodilló ante su único hijo y le puso la flor en el bolsillito del lado izquierdo del chaleco, allí donde su corazón se encontraba.


—Una rosa, ¿para mí? —agachó la cabeza para mirarla— ¿por qué?

—¿Y por qué no? —posó su mano en el hombro del chico—. Te contaré un secreto, pero no se lo digas a mamá.


El niño asintió repetidas veces, observando a su progenitor con curiosidad.


—¡Lo prometo!

—Cuando Giselle y yo nos conocimos y en nuestra primera cita, yo le regalé un ramo de rosas. ¿Y te puedes creer qué fue lo primero que hizo? Cogió la rosa más bonita de todas e hizo como yo: le quitó las espinas y me la puso en el pecho. Desde entonces siempre que ve una hace lo mismo. Se ha convertido en una tradición y es hora que la heredes —le dio un toquecito suave en la nariz sacándole una risa a Lorenz.

—¿Es normal regalar flores a los demás, papá?


El aludido miró al techo y se puso en pie.


—Es un gesto bastante bonito y cada una tiene su propio significado. Eso se llama lenguaje de las flores, lo cual tu madre sabe una cosa o dos de ello. Si te interesa hay libros por casa y seguro que encuentra uno adecuado para ti.

Lenguaje de las flores... —susurró en bajito— me gusta cómo suena —sonrió levemente y le cogió la mano a Frederick para echar a andar hacia el coche— ¿a mamá le gustará que aprenda sobre eso?

—Estoy más que convencido de que sí. ¿No ves lo feliz que se pone cuando tocáis el piano o el violonchelo juntos?

—Me gusta estar con ella, aprendo mucho. No me importaría saber cómo tocar un instrumento tampoco.

—Voy a ofenderme —bromeó— pero lo comprendo. Todo lo que hace tu madre lo hace parecer sencillo. La realidad es que Giselle siempre se está esforzando en todo, poniendo una pasión directa de su corazón. Por eso sus canciones llegan a las almas de todos. ¿Cómo no vas a dejarte llevar por las creaciones de un artista?

—Amas mucho a mamá... —masculló con un cálido y divertido tono en su voz.

—El amor es algo complejo y existen distintas maneras de querer, pero lo intento ver lo más simple posible. A veces te enamoras de alguien, pero ese amor se deshace con el paso del tiempo porque no lo cuidas. A veces, simplemente dejas de congeniar u ocurre algo donde lo mejor es mantenerse separados. Mamá ha sido muy paciente conmigo y saber que tengo a mi lado alguien con el que me puedo sentir seguro y comprendido es lo que más agradezco.

»Básicamente, es una persona en la que puedo apoyarme y confiar dando igual la circunstancia.


Lorenz miró al suelo de una manera pensativa. ¿Él tendría una persona a su lado algún día de la manera que su madre estaba para su padre? "Una persona en la que apoyarse y confiar." Esas palabras resonaron en él unas cuantas veces: más allá de Giselle y Frederick, ¿tenía a alguien en quien confiar? El adulto abrió las puertas del vehículo y ayudó a subir a su hijo, poniéndole en la sillita y luego el cinturón.


—Yo os quiero mucho a los dos, también a Bella. ¿Eso también es amor? —cuestionó tras unos minutos en silencio.

—Es un amor distinto —le explicó con calma sentándose en el asiento del conductor— puedes querer a alguien pero no enamorarte. A nosotros nos quieres; nosotros te queremos a ti: es un amor familiar.

—Es muy difícil de entender... —llevó sus ojos violetas hacia su padre suplicándole ayuda, y este rio con suavidad.

—Es algo que irás aprendiendo con el paso del tiempo. Una vez crezcas y más experiencia tengas encontrarás las respuestas que ahora no terminas de comprender. Date tiempo.

—¡Vale!

—Por cierto, Lorenz —Frederick puso en marcha el motor y empezó a conducir—. Estuvimos hablando con los Lennox antes. Como el concierto es ahora por la tarde hemos reservado una mesa en un restaurante para cenar todos juntos, ¿qué te parece?

—¿¡De verdad!? —sus ojitos empezaron a brillar de la emoción—. Me apetece mucho, va a ser muy divertido todo.


Porque de alguna manera, Cassey conseguía que hasta lo más aburrido se convirtiese en un juego, en entretenimiento con la interminable imaginación que tenía. Cuando estuvo en su casa se le ocurrían ideas extrañas y cada una más loca que la anterior. Hubo un momento en que se cansaron de jugar a la videoconsola y el pequeño de la familia de joyeros tomó un par de peluches y crearon una historia entre los dos, con sus correspondientes personajes y un mundo donde ellos tenían la posibilidad de crear y deshacer a su antojo.


—Iremos a un restaurante que creo que os gustará. Tiene hasta un pequeño parque para que podáis entreteneros si queréis.

—Tendría que haberme llevado un cuaderno y un estuche para dibujar con él.

—Aún estamos a tiempo de volver a casa, Lorenz.

—¡N-No! —Juntó sus dedos índices de cada mano—. Quiero ver a mamá antes de que salga al escenario.

—Estoy seguro que le encantará que le mandes ánimos —sonrió Frederick.

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