Capítulo 1 - King of the clouds (Parte 2)

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—Es aquí —aseguró Giselle tras confirmarlo en el mensaje que le mandó Zaira.


Se acercó a la puerta y llamó al timbre, retrocediendo unos pasos para contemplar el hogar en el que los Lennox residían. Era una casa de dos pisos por lo que parecía desde fuera, amplia y de paredes crema y decoraciones rojizas en los costados para crear contraste. El jardín era grande, con distintas plantas acompañando al verde de la naturaleza, pero ese efecto era posiblemente a raíz de que había un habitáculo que parecía servir como lugar de trabajo para la familia.

Lorenz se irguió al escuchar la puerta abrirse, soltando las manos de sus padres para demostrar que era un chico independiente y maduro que no necesitaba la ayuda de sus progenitores para presentarse. ¡La primera impresión era muy importante, había mucho en juego!

La figura de una mujer fue lo primero que se reflejó en los ojos violetas. Sus cabellos eran largos (¡le llegaban hasta la mitad de la espalda!), brillantes de un bonito tono azabache que le recordaba a los de su madre. Instantáneamente al ver el parecido sus nervios se asentaron, aunque avergonzado, no pudo mirarla a los ojos. Detrás de ella un hombre de pelo ondulado y castaño aguardaba pacientemente. Sus ojos grisáceos contemplaban la escena, pero lo que más le llamó la atención al hijo único de los Trevelyan fue la presencia de un chico que estaba detrás de esa persona, con la cabeza asomada y mirándole con curiosidad.


—¿Giselle? ¿Frederick? —miró hacia abajo y se agachó, poniéndose a la altura del pequeño— y por supuesto, Lorenz —al ser llamado por la matriarca de la familia retornó su atención a ella y sus ojos esmeraldas.

—Es un placer conocerte al fin —saludó de vuelta a Zaira y la mujer se puso en pie para recibir un fuerte abrazo de la cantante.

—El placer es nuestro —esta vez fue Eleazar quien entabló conversación con ellos, extendiendo su mano hacia el marido de Giselle. Este le tomó la mano y le devolvió el gesto, con confianza— estaréis cansados del viaje, pasad por favor.

—Muchas gracias por la hospitalidad.


Los adultos de la familia entraron sin más dilación y Lorenz les siguió en silencio, mas en cuanto quiso poner un pie dentro del portal, el muchacho de antes hizo acto de presencia como si fuese el actor principal de la siguiente escena.

Con los brazos detrás de la espalda, se balanceó hasta el chico de melena violeta y clavó su mirada grisácea en los ojos del contrario. En silencio ladeó la cabeza hacia la derecha y una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Cassey, como si estuviese leyendo los pensamientos del niño que tenía delante. Las mejillas del pequeño Trevelyan se sonrojaron por unos segundos y se agarró las manitas, comenzando a acariciárselas para apartar los nervios que volvían a aparecer en su interior.

No lo comprendía en absoluto, pero esa mirada grisácea le seguía allá a donde el propio Lorenz miraba para evadirse de las extrañas emociones que le provocaba ese encuentro. ¿Sería por esos enormes ojos acompañados de unas largas y bonitas pestañas, dándole una forma distinta a la de otros niños? ¿O tal vez se veía reflejado viendo los rasgos tan distintos que tenía con el pequeño de los Lennox? O simplemente era la cabezonería del chico de cabellos oscuros que andaba alrededor de su invitado como un minino curioseando a una nueva persona.


—¡Hola! ¡Soy Cass! Tú eres Lorenz, ¿verdad? —extendió su manita en señal de amistad tras recibir un toquecito de su padre en el hombro. Una manera sencilla de traerlo de nuevo a la tierra.

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