Capítulo 12

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En ese punto, aunque le habría encantado decirle "te lo dije" entre carcajadas, lo único que atinó a hacer fue acercarse a él y palmearle la espalda. Odiaba ver a su amigo en aquel estado, odiaba que las cosas hubieran acabado de aquel modo para él, pero no podía hacer nada al respecto—. ¿Por qué no te concentras en tu exposición la semana que viene?

Mihawk ni siquiera lo miró, seguía ahí, en aquel sillón, prácticamente hecho ovillo, con la cara entre las manos—. Me aproveché de él...

—No lo hiciste.

—Tome ventaja de mi posición, de mi experiencia y de la admiración que él sentía hacia mi para convertirlo en un cualquiera.

Shanks negó con la cabeza, tratando de contener su frustración—. Lamento ser yo quien te diga esto, pero no eres tan brillante —intentó amenizar el ambiente con una broma, pero no funcionó en absoluto.

—No, no lo soy. Si tuviera una pizca de cerebro esto no hubiera pasado.

—No fue lo que traté...

Se irguió, y miró el techo abovedado de la oficina de su mejor amigo—. ¿Crees que él se sienta igual?

—Mihawk, no es lo mismo.

—¿Lo crees? —lo miró— ¿En serio lo crees?

—Claro que si —respondió con convicción—, porque te conozco desde que éramos niños y sé que jamás le harías algo así a nadie.

El ojidorado apartó la vista—. Yo creo que sus acusaciones no son tan descabelladas, de una forma u otra me aproveché de él.

—Como yo lo veo, él se aprovechó de ti.

—Shanks...

—Shanks nada —le cortó, molestó—. No voy a quedarme aquí escuchando como aceptas que eres...

Se miraron un momento que pareció eterno, hasta que el de los ojos miel aparto la mirada—. Un abusador.

—Tú no eres eso.

—Yo no estoy tan seguro de ello.

Esa misma mañana...

Zoro se había levantado más temprano que de costumbre. Todas las cosas que sus amigos le habían estado diciendo parecían no querer salir de su cabeza, y francamente él no era del tipo de persona que pensaba demasiado en nada.

Se preparó y salió temprano rumbo al trabajo, donde se topó con algunos trabajadores que ya habían comenzado a preparar la galería para la exposición de la siguiente semana. Había visto algunos de los cuadros que Mihawk había pintado aquellos días, y de alguna manera se sentía orgulloso de él, aunque también se sentía un poco tonto porque una vocecita en su cabeza le decía que él no era quien para sentirse orgulloso.

Saludó a algunos de los trabajadores y preguntó por Perona­­—. No la he visto, pero debe estar en su oficina —respondió uno de los hombres. Él agradeció y se dirigió al despacho de la joven, pero no había nadie. Suspiró, dándose cuenta de que si la chica gótica no estaba era porque había llegado demasiado temprano. Pensó en ir a almorzar e irse, pero escuchó el eco de las botas de la joven mientras se acercaba a la habitación, desafortunadamente eso no fue lo único que escuchó.

—Claro que estoy decepcionada, ¿tú no lo estarías? Tengo cinco años trabajando con él y jamás se a molestado en preguntarme en que carajos llego a la oficina —rio—. Por supuesto que no, no soy su tipo, ni tampoco soy una cualquiera o una trepadora —La puerta se abrió y la chica se topó de frente con él—. Te llamo más tarde —dijo a su interlocutor, colgó el móvil y suspiró—. ¿No me digas que durmieron aquí? —inquirió molesta, empujándolo y pasando junto a él—. Le he dicho cientos de veces que la galería no es un lugar para pasar la noche, pero acaso me escucha, ¡No! Le importa un carajo todo lo que yo le diga —colocó sus cosas en el escritorio y rebusco algo en un cajón—. Al menos podrás hacer tus encargos tem... —fue cuando levantó la vista el momento en que notó que se encontraba sola en la habitación. Suspiró y decidió ocuparse de sus asuntos.

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⏰ Última actualización: 7 days ago ⏰

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