Capítulo 04.

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1.

Había sido entretenido.

Era cierto que estaba nervioso, ni en sus más locas fantasías se había imaginado conviviendo con uno de sus ídolos, mucho menos pasando la tarde con él, era verdaderamente torpe y seguramente estaba haciendo el ridículo. Se regaño a si mismo más de una vez por sonreír demasiado, por mirarlo demasiado, incluso por oler su loción y reconocer la maldita marca. Se sentía como un acosador, y se sentía sumamente estúpido. Guardo silencio más de una vez aunque tenía muchísimas ganas de hacer un montón de preguntas, preguntas que seguro él había escuchado muchas veces, preguntas que era posible le hacían todos sus fans, preguntas que estaba seguro había leído en un millón de revistas de arte, preguntas que se imaginó formulándole más de una vez para escuchar sus respuestas sin filtros, ediciones o correcciones... pero guardo silencio, le sonrió, lo siguió y habló solo cuando e otro comenzaba una conversación. Estaba seguro de que se notaban sus nervios, su emoción y su fanatismo, pero el hombre fue lo suficientemente amable para no comentar al respecto y tratarlo con amabilidad.

Mihawk le había mostrado dos de sus obras terminadas y él le había dado una breve opinión al respecto, la cual tomó bastante bien, pese a que una de las obras no fue del todo del agrado de Zoro: "— Tiene demasiados matices de luces —había dicho—, parece que la hizo otra persona." No había querido ser grosero, pero conocía demasiado bien el estilo de aquel hombre como para quedarse callado. El pintor medito un rato antes de agradecer su sinceridad, luego fueron al taller donde estaba trabajando.

Ni en sus sueños más fanáticos se había imaginado ver el proceso de trabajo de Mihawk Dracule, y estar ahí con él, escuchándolo hablar de arte lo tenía muy entusiasmado, tan entusiasmado que no reparo en la hora en ningún momento.

Había sido vergonzoso darse cuenta, por la luz de una ventana, que había comenzado el atardecer.

— ¡Maldición! —había gritado luego que el mayor dijera que había que encender las lámparas antes que la luz les faltara. La confundida expresión del mayor hizo que sintiera como ardía su rostro—. Se ha hecho tarde —le explicó, y fue solo entonces que el mayor se acordó de la maleta que había llevado consigo durante toda la tarde.

Cuando llegaron en el auto de Mihawk a la central de autobuses, perder el transporte no desmoralizo tanto a Zoro como el hecho de que los boletos que había comprado no eran transferibles, ni reembolsables.

Regresar derrotado y quebrado hacía el centro del inmueble, donde Dracule estaba parado observándolo, fue lo más vergonzoso que le había pasado en la vida.

—Lo lamento mucho —el mayor se sentía genuinamente mal—. Este incidente ha sido todo culpa mía.

El chico se forzó en sonreír—. No se preocupe —le dijo, porque aquel hombre no tenía nada de qué preocuparse, él por el contrario tendría que pensar en donde iba a dormir. Había devuelto las llaves del departamento a su compañero y se había despedido de sus amigos, quienes pasarían el fin de semana en la playa, aquella tarde. No les dijo que regresaba a casa, aprovecho la despedida para evitar reclamos y rechazo la invitación a la playa diciendo que tenía cosas que hacer. Por otro lado, quizás habría alcanzado el autobús si no se hubiera equivocado de anden...

— ¿Quiere que lo lleve a su casa?

«Si.» Reprimió un sollozo de frustración, imaginando que les diría a sus padres al respecto. ¿De dónde carajos sacarían dinero para enviarle?—. No se preocupe —reprimió un suspiro y sonrió—, esperaré el próximo autobús —«Quizá pueda dormir aquí, cómo el tipo de esa película»—. No quiero quitarle más su tiempo.

—Que tenga buen viaje, joven Roronoa —Zoro miró con suspicacia el papel que le estaba extendiendo—, y si le interesa saber un poco más de arte, llámeme.

Zoro frunció el ceño, confundido—. Yo estudio arte —explicó, obviando que podía aprender del tema en la escuela o con sus profesores, pero no recordaba si lo había comentado antes. Tomó el papel.

—Ah... bueno, cuídese.

Tras decir aquello el hombre se retiro.

Zoro le miró irse, respirando con normalidad por primera vez en aquella tarde, antes de mirar el papel que le había entregado. Al ver de que se trataba sus ojos se abrieron como platos y su mandíbula se desencajo por completo. «Es... su teléfono...» Su corazón volvió a detenerse . Mihawk Dracule le había entregado una tarjeta, con su nombre, un número de teléfono y una leyenda que citaba "línea personal". Casi podía sentir como si su órgano cardiaco fuera a atravesar su tórax y salir corriendo delante de todos los transeúntes de aquella línea de autobuses. Si no tuviera aquel papel en las manos, mientras leía una y otra vez aquel nombre, habría jurado que aquello era solo un sueño.

2.

Law estaba en la cama, descansando un poco mientras su patrocinador se daba una ducha, cuando su móvil sonó—. ¿Diga?

— Qué bueno que has contestado.

— ¿Zoro?

La voz del otro lado de la línea ni siquiera espero a que espabilara—. Necesito que pases por mí.

— ¿No deberías estar camino a tu casa?

Hubo un breve silencio antes de la respuesta—. Me entretuve un poco.

El ojigris terminó de sentarse a la orilla de la cama y no pudo evitar sonreír—. ¿Qué tal lo hace?

—No es lo que crees, pedazo de imbécil...

—Dile que te lleve a su casa —su amigo del otro lado de la línea intento decir algo, pero no se lo permitió—. Ahora mismo estoy con Doffy y tenemos planes. Apañatelas solo —luego de decir aquello colgó y apagó el móvil.

— ¿Alguna conquista?

La voz burlona del rubio le llegó desde la puerta de la ducha, y aunque parecía relajado para Law era fácil notar el ligero timbre de desagrado que se escuchaba en ella—. No —sonrió—. Mi tonto compañero de cuarto ha entrado en pánico y me ha pedido que vaya a recogerle —explicó mientras andaba en pelotas por la habitación, buscando su ropa—, y como el hijo de puta que soy, lo he mandado a tomar por culo. Ya esta bastante grande para apañárselas solo —concluyó alzándose de hombros.

El adinerado hombre sonrió maliciosamente—. Si, seguro tú amigo fue quien se acobardo —el tono burlón en sus palabras puso al ojigris en alerta, pero antes de que alguna idea cruzara su mente fue atrapado en los brazos de aquel hombre y besado tan desesperadamente que todo pensamiento en su cabeza se disolvió.

3.

Zoro escucho el pitido de la línea muerta mientras una vena se saltaba en su frente por la frustración. El dinero no le alcanzaba para volver en taxi al departamento, de hecho, a penas y le alcanzaba para hacer otra llamada desde aquella cabina. Maldijo a Law por "tratar de ayudarlo" de aquella forma tan fatídica, se maldijo a si mismo por haber si quiera contemplado aquella posibilidad por un instante, y maldijo no ser bueno ahorrando.

Suspiró frustrado, al menos aun había cabinas telefónicas, le habían cortado el plan del móvil la semana anterior, y de no ser así no habría podido hacer aquella llamada... no era que le hubiese ayudado mucho, pero al menos podía volver a llamar...

¿A quién carajos iba allamar?

Luffy y compañía se había ido a la playa desde el mediodía, eran cuatro horas en carretera y llamarlos en aquel momento era haceros conducir hasta la medianoche. Suspiro con resignación y cartera en mano, dispuesto a guardar el billete que le quedaba y pasar la noche deambulando por la estación, pero vista se poso pensativa en aquel trozo de papel que acababa de recibir.

Sugar daddy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora