ℜ𝔬𝔟𝔞𝔰𝔱𝔢 𝔪𝔦 𝔠𝔬𝔯𝔞𝔷ó𝔫 - Rubckity

I'm better than you

Rubén visitaba al joven prisionero a diario. O más bien estaba obligado. Es su deber vigilarlo a toda costa. No sabían qué podía hacer, y viendo sus antecedentes, es mejor prevenir que lamentar.

Podíamos ver al policía masajearse las sienes mientras lo observaba. El peli-negro no dejaba de hablar y coquetearle al castaño. Le hacía bromas pesadas y le contaba todo lo que pensaba, no se callaba.

Tenía que seguir a sus autoridades, sin poder hacer nada al respecto.

— Electrocutalo.

Como castigo, Rubén lo electrocutaba. El collar en su cuello lo hacía retorcer de dolor cada vez que lo prendía. Para Rubén era un espléndido castigo cuando Alex se pasaba de la raya.

Aunque en verdad no quería hacerlo.

Le dolía verlo así, pero es su deber, su obligación.

[ק§×]

Un día, el joven prisionero lo estaba empezando a estresar. Tal vez en exceso. Tenía mucho trabajo por hacer en su ordenador mientras cumplía la misión de mantenerlo vigilado como un águila.

- ¿sabias que tenía un compañero llamado Karl? adivina qué, murió en este mismo lugar. Igual se lo merecía - lo decía con una tranquilidad muy perturbadora, como si lo viviera todos los días. Aveces el castaño pensaba qué había hecho mal para que los dioses lo odiaran tanto.

- ¿ese no era un ex policía? ¿por qué cojones lo conoces? - exclamó incrédulo.

- Son asuntos míos, chismoso. - Rubén le lanzó una mirada de "pensé que me contarías más sobre eso" lo cual no era la respuesta correcta. Soltó un suspiro y prosiguió con sus informes. - no cambiaste nada, Rubius.

- Como digas. - finalizó Rubius.

NI dos minutos de silencio pasaron para que Quackity comenzará con sus estupideces otra vez.

- Oye.

- Qué.

- So.

"No me dejaré ganar por este tío ni de broma". Pensó Rubius.

- El burro te besó.

- Con sus patas te abrazó, con su lengua te saboreó e hijos te dejó. - dijo el de peli-negro.

"Olvidé que tiene respuestas para todo".

- ¿ahora qué quieres, Quackity? estoy muy ocupado. - golpeó con sus puños su escritorio con cierta ira por la gran estupidez que le dijo.