Mystwood

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El día de la desaparición

Julio 8 2015

Mystwood, Alaska.

Un día frío y lluvioso azotaba Mystwood, como casi todos los días, el sol escasea en aquel retirado pueblo. No había nada de especial en ese lugar, es conocido por tener uno de los más grandes laboratorios del país; un edificio grande color blanco que estaba entre dos grandes rocas, que era imposible de no ver, visiblemente hermoso y diferente a los edificios que todo el mundo estaba acostumbrado a ver.

Y como en todo pueblo, siempre hay una estación de policía, donde las personas pueden recurrir por ayuda. Sin embargo, en estos tiempos tan asombrantes y esperadamente oscuros, ni el gobierno mismo puede garantizar al cien por ciento la seguridad de sus ciudadanos. Mystwood no es un lugar emocionante, siempre a sido un lugar tranquilo, no hasta que empezaron a desparacer adolescentes.

La táctica era peculiar, en el pueblo había todo tipo de adolescentes, sanos, con obesidad, con un estricto régimen alimenticio, con asma, con anorexia. En realidad de todo, pero la persona que privaba de la libertad a estos adolescentes, quería que fueran sanos, en todo aspecto.

Los habitantes de Mystwood no sabían cómo reaccionar ante el comportamiento de la policía, era como si no le dieran importancia a las desapariciones. Negligencia, ineptitud, ¿que sabían ellos? Solo querían que hicieran lo que se supone que hace la policía: hacer justicia. Pero en un pais donde el dinero puede comprar cualquier crimen sería difícil. Pero no para Dallas Bates, el único oficial que tiene la capacidad para rechazar cualquier tipo de tentación. Todos los casos se han ido acomulado, en total cuatro adolescentes de apenas quince años, no sabían su paradero y con el tiempo los casos se fueron congelado.

Igual que la esperanza de sus familias por encontrarlos vivos.

Dos meses pasaron y sus nombres ni siquiera eran recordados por nadie. Quedó en el olvido hasta que otro volvió a desaparecer. Esta vez un chico que estaba a punto de cumplir los diecisiete. Su madre la señora Heliot, fue directamente al departamento de policía el mismo día que su hijo desapareció. Ella caminaba, sosteniendo la foto de su hijo, quitado a las personas de su camino sin importar si les hacía daño.

Finalmente, llegó al lugar, entró y ni siquiera se detuvo a hablar con la recepcionista, se dirigió directamente a la oficina del oficial Bates, el sonido del tacon de sus botas se hacía más fuerte para Dallas. Él estaba sentado viendo lo que había sucedido durante los últimos días, vandalismo y nada interesante. Aún tenía los expedientes de los alumnos desaparecidos, pero no se molesto en mirarlos de nuevo. La señora Heliot entró haciendo un ruido bastante exagerado. Detrás de ella venía la oficial recepcionista. Dallas al ver a la señora Heliot le hizo una seña para que la dejara.

—Sarahi —empezó Bates, pero fue interrumpido por la antes mencionada. Quien venía con una respiración irregular y bastante agitada.

—Mi hijo, Dallas —le dijo poniendo la fotografía de su hijo en el escritorio.

Él no lograba comprender. Su comportamiento tan arrebatado.

—¿Qué sucede con él? —le preguntó viendo la fotografía sin tomarla.

—Está desaparecido, Dallas por favor, estoy muy angustiada y no se que es lo que voy a hacer —le dijo entrando en una posible crisis de nervios causados por la angustia.

—A ver, a ver, Sarahi, necesito que te calmes, ¿cuando desapareció? Lo vi hace unos dos días —le dijo tratando de tranquilizar a la mujer frente a él.

—Fue hoy, no llegó a casa y eso no es común en él, en su comportamiento —habló con su voz entrecortada, haciendo múltiples ademanes.

—¿Qué no llegó hoy a casa? Por favor Sarahi, seguramente se fue con algunos amigos —volvió a decir, restándole importancia. Ella apretó sus labios molesta.

—¿¡Con unos amigos!? ¡Conozco a mi hijo, Dallas! —grito y pegó en su escritorio llamando la atención de él.

—Tal vez no lo suficiente, Sarahi.

Las palabras de Bates sólo aumentó la molestia de Sarahi, ¿como era esto posible? Un muchacho podría estar en peligro y sólo se queda ahí sentado. Esperando que aparezca, ¿por qué? ¿Por un milagro? Cuando puede que nunca más lo vuelva a ver. Como a todos los demás adolescentes desaparecidos.

—No lo entiendes, Thaddeus no tiene ni un amigo, nadie lo acepta porque no es como los demás, porque no enjaca —Sarahi puso una mano en su cara, solo sentía como las lágrimas mojaban sus mejillas.

—Lo encontré, lo haré. Te lo prometo —le dijo Dallas, sonando bastante determinado.

—Quiero a mi hijo de vuelta, Dallas —hablo con dureza. Él sabía que sería capaz de buscarlo por su cuenta si él no podía.

Sarahi se fue con la incertidumbre dentro de ella, deseando por que su hijo regresará a sus manos. Dallas rápidamente organizó un equipo de investigación, que duró dos días. El caso de Thaddeus se hizo bastante famoso, no sólo en Mystwood, si no también en otros lugares, pero no lo encontraron. En la puerta de la preparatoria Mystwood dejaban flores, en su honor. Sarahi cayó en una severa depresión y jamás se le ha vuelto a ver por las calles.

Pero sus compañeros de clase eran bastante hipócritas con todo lo que hacían. Ni siquiera lo apreciaban, ni un poco. Thaddeus era como una peste, nadie quería estar cerca de él, y él no sabía la razón de los rechazasos. El tema se había vuelto demasiado relevante qué llego hasta el canal de noticias nacional.

En vivo, desde la preparatoria Mystwood donde los compañeros de Thaddeus Heliot, dejan cartas y flores para él. Ahora nos encontramos con Madison Rolan, ¿dices que eras muy buena amiga de Thaddeus? —le preguntó una reportera a la rubia, quien sonreía a la cámara.

Por supuesto, va ser muy difícil entrar a la escuela y no verlo por los pasillos —habló la rubia haciendo una pequeña sonrisa nostálgica.

Debe ser demasiado difícil enterase de esta situación, ¿Eran amigos cercanos? —le preguntó pasándole el micrófono.

Pero claro que si, crecimos juntos en este pueblo. Realmente, un amigo del alma —dijo la rubia poniendo una mano en su corazón.

Bueno, ahí tienen la declaración de la buena amiga de Thaddeus Heliot. Gracias, Madison —le dijo la reportera dándole una mirada de pena a aquella chica.

La televisión se apago de golpe.

Un joven que venía aquel reportaje sobre su compañero, decidió levantarse e ir a la cocina y comer los restos de su comida china. Le sorprendía la gran hipocresía humana, sobretodo de sus compañeros, los cuales no les importaba ni un poco Thaddeus.

Camino por los pasillos de su casa, terminando la poca comida que había en su envase, se miró al espejo, tenía ojeras que resaltaban en su piel. Tiro aquel ensave a la basura y entro a su habitación, tan oscura que a penas era posible ver, no le gustaba mucho la luz, solo tenía una pequeña lámpara en su escritorio. Este tomó asiento en su cama, tomando un cuaderno rojo, lo abrió y leyó algunas cosas que había escrito con el paso del tiempo.

Paso una mano por la hoja, queriendo cumplir algunas de las fantasías que había allí.

Nota

Thaddeus Heliot en multimedia

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