Capítulo 7

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Viernes, después de todos esos días infernales de clases, por fin había llegado el último de ellos para darle paso al hermoso fin de semana, claro que no lo podíamos disfrutar tanto ya que al parecer los maestros tienen menos vida social que yo y deciden mandarnos tarea. Yo no la hago, o almenos no completa, pero sigue siendo tedioso.

En cuanto sonó la campana todos agarramos nuestras cosas lo más rápido que pudimos y salimos de ese lugar.

Estaba llegando a la última cuadra que me faltaba para llegar a mi casa cuando mi teléfono sonó indicando que me había llegado un mensaje, cundo revisé era mi amigo diciendo que ese día no me iba a poder llevar a mi cita ya que tenía que ayudar a una de sus mamás con algo de la casa. Le escribí que no importaba y que no se preocupara, que me lo pagaba luego con un café de Beetle Juice.

Bueno, tal vez pueda tomar un taxi

Sí te acuerdas que somos pobres ¿No?

A caminar entonces

Llegando a casa me fui a cambiar y mientras recalentaba la comida para poder pensar sin el riesgo de terminar sin un dedo, hice los cálculos para llegar a tiempo. Tal vez si salgo de aquí como a las 4:30 de tiempo.

Después de caminar una hora y 20 minutos logré llegar al establecimiento con diez minutos para descansar. Ya un poco cansado me senté en uno de los sillones de la sala de espera y me dediqué a leer algunas de las frases y palabras que estaban en la pared, algunas eran motivadoras y otras un tanto...raras, una de ellas era chica, pero se podía leer y fue una de las extrañas que captó mi atención.

"Y recuerden niños, el cielo es azul, la sal es salada y las galletas son horneadas, muchas gracias"

No tenía absolutamente ningún sentido, pero de algún modo era chistosa. Minutos más tarde volví a escuchar como Estel bajaba las escaleras con otra persona, cuando estuvieron a la vista noté que era un niño que le estaba contando algo muy animadamente. Ella solo lo escuchaba atentamente mientras le sonreía.

-Y luego salió volando y le hizo ¡fiuum!

- ¿Enserio?

- ¡Sí!

El niño seguía hablando mientras interpretaba lo que decía con sus manos o algunos movimientos de cuerpo completo, Estel de vez en cuando le seguía la historia haciendo movimientos similares, el niño saltaba feliz, tal vez lo hacía al ver que alguien podía ver las cosas como él. Luego un señor apareció en la entrada principal y el niño salió corriendo muy feliz hacia él.

- ¡Papiii!

El señor lo levantó en los aires y luego se agachó mientras lo bajaba para estar a su altura

-Hola campeón, ¿Cómo estuvo tu reunión el día de hoy?

-Estuvo fantástica, dibujamos y Estrella me dio un paquete de más de 100 colore

- ¡Wow!, ¡¿Más de 100 colores?!

- ¡Sí!

-Y dime ¿Qué dibujaste?

-Nos dibujé a ti, a mí y a mamá

Estel se fue acercado poco a poco y el tono de alegría del señor empezó a tener un ligero tono de melancolía.

- ¿En serio?

-Sí, mira

El niño empezó a explicarle el dibujo a su papá muy emocionado y de los ojos del señor se empezaron a asomar algunas lágrimas, pero su cara no reflejaba tristeza, sino alegría. Estel se inclinó a un lado del niño.

Sombras en mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora