CINCO

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Las olas rompían furiosas contra las rocas que rodeaban la costa, el sonido era tan aterrador que podía escucharse hasta el salón de aquella torre. El violento viento que ingresaba por el gran ventanal amenazaba con apagar las antorchas, cuyas flamas bailaban entre las penumbras. Era un lugar lúgubre asociado a un día tormentoso.

— Para usted, princesa. —Elara, la dama de compañía le extendió la taza de té humeante. La joven moza mantuvo su mirada en el suelo sin intenciones de molestar o juzgar. En silencio retrocedió cuando las inestables manos de la joven sostuvieron la taza.

— ¿Alguien te vio prepararlo? —su voz suave fue opacada por el rugido del aire—. ¿Alguien...? —intentó repetir sus palabras creyendo que no había sido escuchada.

La incertidumbre y el nerviosismo de Daenys culminó en cuanto la puerta de madera se abrió con ímpetu y la princesa Rhaenyra ingresó en la lúgubre habitación. Las hermanas se miraron a los ojos por un largo rato como si pudieran hablarse sin emitir sonido alguno. La mirada de la mayor pesaba y el brillo de las lágrimas acumuladas fue reflejo de Daenys sobre su propia imagen.

— Mi madre fue hecha para producir herederos hasta que eso la mato. No dejaré que eso me pase a mí. —rompió el silencio, espetando con amargura. Daenys miró la taza unos cuantos segundos y bebió de un solo trago el líquido—. Y menos si se trata de un bastardo. —sus labios se fruncieron y arrugó las cejas ante el sabor amargo.

— Sabes que nuestro padre, el rey, no permitirá que te pase algo a ti o a uno de tus hijos. —se deslizó por la habitación aproximándose hacia su hermana menor.

— Pero yo no lo soportaría. Los rumores, las miradas, las burlas. —enumeró y los ojos le brillaron al colmarse de lágrimas—. El desprecio...

— Yo no tengo intenciones de vivir con miedo. —replicó la mayor—. Eres su hija favorita, él haría lo que fuera por ti.

— Daemond le pertenece a alguien más. —le recordó e hizo un ademán de restarle importancia, aunque ambas sabían que no era así—. Hizo un juramento ante los dioses.

Rhaenyra coincidió con su hermana y al igual que ella, también se sintió asqueada por los eventos ocurridos en días pasados. De noche, cuando su padre dormía, Daemon solía sacarla a hurtadillas de sus aposentos,
vestida de paje para llevarla a burdeles de la calle de la Seda. Esto con el fin de mostrarle los placeres entre hombres y mujeres, pero sobre todo para que aprendiera más de las «artes femeninas» que solían practicarse en Desembarco del Rey.

— Daenys, sé que a menudo visitas a los huérfanos de Desembarco del Rey. —tomó una bocanada de aire y trató de buscar las palabras adecuadas—. Ellos han... es decir las personas del pueblo, ¿dicen algo sobre mí?

— Te ha llevado a esos lugares, ¿cierto? —en seguida dedujo la duda en su hermana. La sonrisa desolada y sus ojos tristes le rompieron el corazón a Rhaenyra—. Sé lo que has oído porque yo también lo he escuchado. —alargó un suspiro—. Ellos no quieren que una mujer se siente en el Trono de hierro.

— No me parece justo. —se ofuscó—. Deberían respetar el mandato de su rey.

— Solo son comentarios. —intentó suavizar la conversación dándole una sonrisa—. Serás reina, Rhaenyra, y largo será tu reinado.

Aquellas palabras quedaron selladas entre las húmedas paredes de la vieja torre en aquella noche de verano. Los grillos cantaron a su alredor y las lechuzas chillaron extendiendo sus alas hacia el horizonte. Los rugidos suaves de los dragones que danzaban fueron secundarios a las risas de las jóvenes. Los sucesos y confesiones quedaron reservadas en ese apartado lugar. La hermana mayor reveló sobre sus encuentros con el capa blanca, Ser Criston Cole.

𝐕𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍𝐒 𝐎𝐅 𝐆𝐈𝐃𝐄𝐎𝐍  ┇ ❛𝐴𝐸𝑀𝑂𝑁𝐷 & 𝐷𝐴𝐸𝑀𝑂𝑁❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora