SEIS

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Cuando los gritos y empujones se disiparon, un último alarido se percibió en la muchedumbre, quienes hicieron un círculo despejando el área. Allí se encontró a Ser Criston, arriba del cuerpo ensangrentado del caballero de los besos. Le había desfigurado el rostro con tal salvajismo que era imposible reconocerlo. Su amante, el príncipe Laenor, se arrastró hasta llegar a él y comprobar la muerte, su clamor inundó al salón de pesadez. En seguida los invitados empezaron a desalojar el salón.

El rey Viserys estaba sumamente airado, ya que una celebración gozosa se
había tornado ocasión de duelo y recriminaciones. Y pese al augurio de aquella noche, la princesa Rhaenyra contrajo nupcias con el príncipe Laenor. Ambos se tomaron las manos pronunciando los votos, tenían los ojos llorosos y las ropas manchadas de sangre. Lo únicos que presenciaron la ceremonia fueron sus familiares más cercanos.

Desde aquel día ser Criston Cole pasó a ser guardia personal de la reina, dándole la espalda a Rhaenyra y dejando en claro su desagrado por ella.

— No podemos seguir de esta manera. —pronunció colocándose el comisión de seda—. He estado tomando el té de luna, pronto mi padre sabrá que su hija ya no conserva su virtud. He luchado en vano contra mi raciocinio y mi juicio, siguiendo mis sentimientos.

— ¿A qué te refieres Dae? —se levantó de la cama y cruzó hasta llegar a ella sin importarle estar desnudo—. He hecho todo aunque no me lo has pedido. Dejé de visitar el lecho de pulgas, de masacrar por diversión. Empecé a hacer actos de misericordia con los pobres y...

— ¡Ese es el maldito problema! —se giró hacia él ofuscada, el pecho le subía y bajaba por la respiración agitada—. Has tenido que cambiar para estar a mi lado cuando yo no te lo he pedido. Es como si intentaras ser otra persona. Yo sabía de todos tus defectos y las barbaries que cometías noche tras noche y aun así te amé.

— ¿Amaste? —cuestionó herido—. ¿Ya no me amas?

— Yo...—no supo que responder y optó por bajar la mirada—. Ya no lo sé. Lo único que sé es que no quiero casarme y que nunca lo haré. Me gusta mi libertad y lo que puedo hacer con ella, incluso si los demás desean llamarme como a mi hermana, el deleite del reino.

— Daenys. —la tomó de los hombros—. Creo que algún día cambiarás de parecer.

— ¡No! —espetó intentando soltarse de su agarre.

— ¡Sí, lo harás! —la sujetó con más fuerza viendo las lágrimas deslizarse por sus mejillas. Daemon suspiró y la abrazó—. Encontrarás a alguien que te haga cambiar de parecer.

— Perdón. —sollozó aferrándose a él.

Daemon negó sintiendo escozor por las lágrimas, pero no la soltó, al contrario, quiso embriagarse de su perfume para recordarlo cuando se marchara. Quería grabar los patrones de la suave piel en sus dedos y recordar el sonido de su respiración. Quizás aferrarse a esos pequeños detalles serían su salvación.

A la mañana siguiente partió de Desembarco del Rey como acostumbraba a hacerlo, pero había una abismal diferencia de las ocasiones anteriores. Su corazón había sido aplastado por la mujer que amaba, aquella que recurría cuando se sentía molesto o triste, o incluso cuando solo quería verla reír.

Pasado un tiempo las noticias se extendieron por todos los siete reinos. El principe Daemon Targaryen había contraído nupcias con Lady Laena Velaryon.

El rostro de la princesa se desfiguró con tal amargura y dolor al enterarse de la noticia. Si bien Daenys lo había expulsado de su vida, aún lo extrañaba y esperaba volviera a sus brazos como siempre lo había hecho. Sin embargo, aquellos sueños y deseos se vieron truncados en cuanto los rumores llegaron a la corte del rey. El apuesto príncipe Daemon se había enamorado perdidamente de Lady Laena Velaryon, y tras batirse en duelo con el prometido de la doncella, Daemon salió victorioso teniendo la aprobación de Lord Corlys para desposar a su hija. Una quincena después se casaron y cruzaron el mar Angosto en sus dragones.

𝐕𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍𝐒 𝐎𝐅 𝐆𝐈𝐃𝐄𝐎𝐍  ┇ ❛𝐴𝐸𝑀𝑂𝑁𝐷 & 𝐷𝐴𝐸𝑀𝑂𝑁❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora