SIETE

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Daenys nunca había podido caer en gracia de la septa Mordane, aunque a ella tampoco le causó simpatía la mujer. Al paso de los años aprendió a defenderse de ella y terminó escapando de sus injustificados castigos. Consideraba una ofensa que aquella anciana siguiera instruyendo a los jóvenes príncipes.

— Jace, Luke, vengan conmigo. —ingresó a la biblioteca interrumpiendo las clases de la mujer—. El rey quiere verlos.

— Niña, ¿acaso no ves que se encuentran en sus lecciones?

— Soy la princesa y es una orden del rey, ¿quiere oponerse a la voluntad de nuestra excelencia? —cuestionó con una sonrisa llena de insolencia. Los años pasaban, pero sus travesuras de la adolescencia seguían siendo parte de ella—. Aemond, Aegon, ustedes también vengan conmigo.

La princesa tomó las manos de sus sobrinos y seguidos por sus medios hermanos fueron escoltados por Ser Harwin Strong hasta el salón del trono, donde el rey esperaba la visita.
El caballero de la casa Strong había caído en la gracia de Daenys, quien seguido lo convocaba como su guardia personal en un intento de dispersar los rumores de la corte.

Las grandes puertas de acero se abrieron interrumpiendo la audiencia del rey.

— Mis disculpas, majestad. —la princesa hizo una reverencia y cruzando el largo pasillo se acercó a su progenitor. A su paso escucho los suspiros de los lores, algunos demasiado mayores para siquiera pensar en desposarla. Sin embargo, evadió cada mirada y sujetó con fuerza las manos de los hijos de Rhaenyra. Los príncipes, hijos de Alicent, intentaban seguirle el paso, pero se sentían fuera de lugar, sobre todo Aegon, a quien no le interesaba la política.

— No te preocupes hija mía. —respondió el rey y se levantó del trono—. Ven aquí muchacho. —llamó a Jacaerys Velaryon, su primer nieto.

El niño alzó la mirada hacia su tía, tenía cierto brillo en los ojos mezclado con nervios y temor. Daenys le sonrió soltando su mano para arreglarle los rizos castaños, con un asentimiento le indicó que siguiera las órdenes del monarca.

— ¡Mi nieto! —exclamó con orgullo hacia la pequeña comitiva. Cargó al niño como si este no pesara nada y se sentó en el trono con Jace en su regazo—. Algún día este será tu asiento, muchacho.

Daenys sonrió con orgullo y abrazó a su otro sobrino, Lucerys—. No te aflijas, mi dulce niño, algún día tu serás el Lord de las Mareas. —le susurró al oído y dejó un casto beso en su frente.

El septón Eustace y chapiñón se encargaron de relatar este suceso, aunque el último agregó haber visto los celos en los hijos del rey con su segunda esposa. Los niños tenían todos los rasgos de los antiguos señores de Valyria, y su ya resentida madre, la reina Alicent, empezaba a decirle que los hijos de la princesa Rhaenyra eran bastardos.


[...]

La unión entre Daemon Targaryen y Laena Velaryon dio frutos fuertes que aseguraron el futuro de ambas casas. El hombre crío con entereza a sus dos hijas, sin embargo, seguía añorando un varón para compartir su legado. Aunque tampoco se opuso ni reclamó a los dioses por la semilla en el vientre de su esposa.

El último embarazo de Lady Laena duró un día y una noche, y aunque dio a luz a un niño para el deseo del príncipe pícaro, el bebé nació deforme. No duró muchas horas vivo, dejando a la madre débil y pálida. Ella siguió a su hijo y terminó falleciendo a su manera, bajo las ardientes llamas del dragón que una vez montó, Vhagar.

— Lamento muchísimo su pérdida, tío. —susurró Daenys apretando la tela de su vestido negro para evadir la mirada del hombre—. Mi más sentido pésame.

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⏰ Última actualización: Jun 27 ⏰

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𝐕𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍𝐒 𝐎𝐅 𝐆𝐈𝐃𝐄𝐎𝐍  ┇ ❛𝐴𝐸𝑀𝑂𝑁𝐷 & 𝐷𝐴𝐸𝑀𝑂𝑁❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora