13

23 3 0
                                    

Sus manos temblaban por su descubrimiento y no era de menos. Han estado juntos desde que nacieron. Pasaron niñez y juventud unidos sin problemas ni peleas entre ellos. Siempre se apoyaron y unieron fuerzas para superar lo que fuera, pero esa situación era una frustrante. Miraba a su amigo con miedo y desesperación ¿Qué haría ahora? Pensaba que su molestia era por el comportamiento "extraño" de Maru, pero en realidad eran celos por la humana. Estrujó su cabello, mirando como el youkai observaba a Hiory.

–Maru – el mencionado lo miró – Me gusta Hiory

Alguien máteme, pensó nervioso. ¿Por qué su conciencia le hacía eso? Lo que en realidad quería era decirle que se fueran del palacio a las cascadas de las parejas. Quería irse a un lugar solitario y que solo fueran ellos y sus pensamientos, pero los mismos lo traicionaron. El chico suspiró mientras que veía el rostro confuso de Maru. El chico no estaba seguro si había escuchado bien, pero si lo hizo ¿eso significaba que ambos estaban detrás de la misma chica?

–¿Qué? – su voz se escuchaba ronca – ¿Hiory? ¿Esta Hiory? – señalaba a la humana.

–Si, esta Hiory

Quería pensar que Natsuo estaba mintiendo y se burlaba de él, pero conocía muy bien ese rostro de seriedad y su tono de voz. Su suspiro fue ruidoso y llevó una de sus manos a su nuca. Entonces, la negación de su amigo no fue por preocupación, sino por celos. Maru observó a su amigo y movió su cabeza en forma de que salieran del palacio, señal que el otro entendió y se retiraron. Dejando atrás las carcajadas de la humana y su aroma.

–Nos regañarán Maru – se quejaba en sollozos el pequeño.

–No seas miedoso Natsuo – se adentraba más en el bosque – Los guardias no nos vieron, ni siquiera sabrán si salimos o no – su acompañante miraba el alrededor con miedo – ¡Camina más rápido!

–¡Espérame!

Estos caminaban sin dirección alguna, pero al notar la cascada se sorprendieron por tal belleza. Nunca habían visto algo igual. El agua que caía resonaba fuertemente, la brisa que se formaba por la presión en que caía el líquido los refrescaba de sobre manera. Ambos niños estaban encantados con el lugar que muchos adultos le decían que no visitaran. No entendían el por qué, ya que era un lugar de ensueño para ellos. El menor se acercó al charco y miraba su reflejo, mientras que el mayor caminaba los alrededores.

El pequeño chapoteo sus pies en el agua, pero al escuchar a Maru se sobresaltó.

–¡Natsuo! ¡Ven acá! – el menor buscaba a su amigo con la mirada, hasta que notó su pequeña mano sobresaliendo de la cascada.

Se acercaba lentamente, sus manos temblaban por el miedo que sentía. ¿Y si le había ocurrido algo a Maru? ¿Cómo le explicaría a Rin que su hijo desapareció? Con esos pensamientos su cuerpo temblaba, pero tuvo más miedo cuando su acompañante jaló de su brazo y lo adentro a la cascada. Sus ojos, cerrados por reflejo, estaban llenos de lágrimas. Quería irse del lugar.

–Abre los ojos Natsuo – orden que siguió y se sorprendió.

Si el paisaje fuera de la cascada era hermosa, dentro de ella era increíble. Sorprendentemente dentro de ese lugar crecían flores de muchos colores; en el suelo se encontraban pieles de animales y, por inimaginable que sonara, había una pequeña cascada, la cual, en sus pies, se sentía tibia. Ambos niños sonreían de emoción por el lugar que habían descubierto. Se tiraron de espaldas a las pieles con emoción, la preocupación que alguna vez tuvo se había esfumado. Maru y él tenían ahora, su cueva secreta, o así lo llamaron. Se quedaron en el lugar jugando y aventurando, hasta que sus parpados se sintieron pesados y decidieron tomar una pequeña siesta en las cómodas pieles.

El lugar era relajante y pacífico. Sus preocupaciones y molestias desaparecían tan pronto se encontraban al frente de la cascada y eso para ellos no cambiaría.

Ambos chicos observaban la cascada que se encontraba frente de ellos. El menor más que mirar el agua que caía de gran altura, observaba a su amigo. Desde que habían salido del palacio no pronunció palabra alguna, algo que lo incomodaba. Sabía muy bien lo que sentía su amigo, ya que él confundió celos por molestia.

–¿Maru? – el mencionado suspiró. Se encontraba cabizbajo y mantenía sus ojos cerrados.

–Entremos

El mayor caminó hacia la cascada, mientras que Natsuo lo miraba preocupado y con cierto miedo. Admitía que le gustaba la humana, pero no quería perder a su amigo de esa manera. Siguió el camino que el anterior había tomado y se adentró a la cascada. Su acompañante se encontraba en la pequeña cascada con sus pies sumergidos. Este se acercó y mantenía silencio.

–No estoy molesto Natsuo – el mencionado se mantenía cabizbajo – Me tomó por sorpresa, no lo puedo negar, pero me es imposible enojarme – miró a su amigo, el cual tenía lágrimas – Natsuo... – sostuvo el rostro del menor en sus manos – ¿Recuerdas la primera vez que estuvimos aquí? – asintió – Fue relajante ¿no? Ese es el efecto de un buen lugar y una buena compañía – entonces su amigo comenzó a llorar con fuerza – Eres un llorón – sonreía.

La vida de los herederosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora