Le veía, no te creas, siempre aparecía pero decidía ignorarle y follarme a quien me estuviera follando, incluso si él me estaba mirando.
De hecho, hasta le encontraba cierta gracia. Estaba casi seguro de que en algún modo ese perturbado si no me había atacado ya, se acabaría uniendo y montando una orgía de las buenas.
Pero no, solo me miraba, a veces con furia, a veces con pena. Lo que yo siempre hacía era correrme con ganas mirándole a los ojos de un azul celestial.
Su retahíla de "tu alma, bla bla bla, el pecado, bla bla bla", siempre venía pero yo ya la tenía como hilo musical y ni siquiera me importaba.
—¿Eres mi ángel de la guarda? —le pregunté un día tras montármelo con dos policías en la parte trasera del coche de policía, una de esas experiencias que siempre iba a recordar, 10/10.
Pero el rubio no parecía poder hablar de algo más que del pecado y mi alma.
—¿Cómo te llamas? —Más silencio, pero seguía a mi lado— Ya que vas a seguirme cada vez que me folle a alguien lo mínimo que podrías es decirme tu nombre.
—Yo no tengo nombre —Aquello me sorprendió, no tanto porque no tuviera nombre, porque bien sabía que era mentira, sino porque me hubiera contestado.
—¿Puedo ponerte uno? —sonreí mientras íbamos andando, no era la mejor compañía del mundo, pero era la que se veía que me había tocado— Tienes cara de Ezequiel o Gabriel, así algo celestial.
—Ezequiel no es un ángel, es un santo. —Alucina, al final estoy hablando con el loco del santoral.
—Pues Gabriel, ¿qué te parece? —Llegamos a mi casa, y él se quedó fuera, no estoy tan loco como para invitarle a entrar.
—No, nunca usaría el nombre de alguien de tan alto nivel.
Este tipo me está jodiendo la cabeza con sus mierdas, los creyentes que crean, pero a mí que me dejen en paz. Salvo que no conseguía que el taradito que me había tocado me dejara en paz.
—Pues te llamaré Bob.
El rubio, desde ese momento Bob, alzó sus cejas perfectas, sorprendido. Ni siquiera sabía que podía tener ese tipo de expresión.
—Y ahora, a tomar por culo, Bob, vete a tu casa o al cielo del que te hayas caído, que estoy cansado y me duele el culo.
Era una buena despedida, yo que sé, lo cierto es que no le volví a ver durante unas semanas en las que "pequé" lo de siempre.
Y mira, no es que le tenga yo ningún aprecio a Bob, pero me pareció raro, a ver si es que era un demonio y al decir su nombre real lo mandé de vuelta con los suyos. Eso lo había visto en alguna película, seguro.
Me sentí un poquito abandonado, uno ya se acostumbra a que le miren, y se volvía todo soso sin los ojos juzgadores sobre mí.
Nunca dije que yo estuviera bien de la cabeza, pero cosas más rara hace la gente.
No sé si fue ese abandono, o mi talento para liarme en cosas extrañas, pero se la estaba chupando a un cura muy joven y muy guapo en un confesionario al que le había empujado sin querer queriendo.
Eso sí que era un pecado, desaprovechar esa belleza rezando, y yo le quería dar una alegría y él me pedía más.
No puedes culparme, ya he hablado de que lo mío es un don, creo que si sobre la faz de la tierra solo hubiera otro hombre con vida, y su vida dependiera de no follarme, moriría irremediablemente. Pero moriría en pleno éxtasis, de eso estoy seguro.
Aquello tenía sabor a pecado, a pecado real, ¿qué hubiera dicho Bob? Pero Bob no estaba allí, sino este tío guapo con sotana meneando sus caderas para atragantarme, pero yo no había ido allí solo a chupar y toquetearme como un crío. Me bajé los pantalones, y me senté de espaldas sobre aquella polla bendecida.
Yo tenía los ojos cerrados disfrutando, pero un desgarro de telas y un grito me hicieron parar con el movimiento. Los tres nos quedamos paralizados.
Delante de mí había otro cura, una más mayor, con la cara destrozada en una mueca horrible. Mira que me he visto veces en situaciones complicadas, incluso donde mi vida peligraba, pero jamás, jamás imaginé que el mayor peligro para mí fuera un cura.
Casi ni pude reaccionar, solo vi algo brillante y luego dolor, mucho dolor, el maldito cura delante de mí me había apuñalado, era casi gracioso pensar que ambos curas me la habían clavado. Pero el crucifijo insertado en mi pecho no era ni de lejos tan satisfactorio como la polla del otro.
¿Cómo coño un cura te apuñala con un crucifijo? Eso debería estar prohibido por su religión o algo así, ¿no?
Te voy a contar una cosa, no te saques un crucifijo demasiado grande y demasiado afilado del pecho, porque entonces comenzará la fiesta de la sangre, y créeme, será una fiesta que no te gustará.
Pero claro, yo me saqué el crucifijo, y me levanté de mi asiento humano. La sangre me salía a chorro, todo muy grotesco, y muy ridículo, también. Caí al suelo, con un agujero en el pecho y los pantalones bajados.
Joder, qué modo tan poco glamuroso de estar jodido.
Agarré los pantalones de mi cura follador, pero este al parecer estaba pidiendo perdón al otro, y pasando de mí, si Bob estuviera aquí seguro que me decía que me lo había buscado.
Y en ese momento deseé que Bob estuviera allí, me estaba desangrando a chorros, y supe que iba a morir completamente solo.
En esta Arti se ha buscado un buen lío de verdad ¿se nos muere? ¿Dónde se ha metido Bob?
Hasta la semana que viene.
Besos
Sara
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El rey del pecado
RomansaNunca he sido un santo, de hecho muchos me han denominado cabrón insensible, pero yo me debo al placer, y como comprobarás conmigo, también me debo al pecado. Ángeles, demonios, sexo gay y mucho humor.