Y dirás tú, pues menudo chollo, Arthur, y la verdad es que lo era. Tenía un reino todo para mí, si es que yo lo sabía, había nacido para cosas grandes, y mi don en el infierno era justo lo que necesitaba.
Pero tengo que contarte algo importante sobre mí: me aburro pronto, me aburro pronto de todo. Y me aburrí hasta de follar día y noche.
Eso y de que a veces en mitad de un polvo infernal me salían las alas, o me salían los cuernos, la piel me mutaba o sentía aquel olor nauseabundo a azufre y me cortaba todo el rollo.
Que sí, que había demonios buenorrísimos, como Azrael que era mi demonio de confianza y mi demonio de cama. Pero algo que nadie me había dicho es que hasta el infierno se podía volver aburrido.
Eso y la ronda que me tocaba atender de almas que tenían que cumplir su condena. Eran tan pesadas, todo el día llorando, gimiendo y arrancándose la piel a tirones.
Si has matado a un pueblo entero para realizar tu mierda de limpieza étnica, te jodes y pagas una eternidad, lo pone en el contrato. Y no me vienes lloriqueando con tu aspecto nauseabundo.
Y en el infierno hay muchos de esos, al parecer hay niveles, y aunque el mío no estaba mal del todo.
Tanta fiesta, tanto sexo, era cansino.
Los demonios tenían un pase, quizás algún asesino en serie, pero el resto no estaba ni para echar un polvo a oscuras.
Total, que estaba aburrido, y qué hace el demonio cuando se aburre, exacto, mata moscas con el rabo.
Organicé alguna peleíta entre demonios, pero estos eran demasiado orgullosos, y también la leche de tramposos, total que tuve el infierno al punto de una guerra civil dos veces.
Que ya ves tú, por mí que se maten, pero hombre, a algunos demonios les tomé cariño y creo que al final esto es un trabajo temporal.
La cosa es que ya estoy como mi padre, arañando el trono de cráneos con las uñas escuchando por enésima al ex tirano de turno.
—¡Qué noooo! —digo aburrido—. Aún te queda media eternidad, haberte hinchado a follar y haber matado a menos gente.
—Pero...
—Azrael, que no vuelva a venir más, estoy harto de este —me levanto y adquiero mi aspecto demoniaco— ¿Sabes qué? Estoy harto de todo, estoy harto de ti —señalo a un demonio con colmillos curvados —Y de ti, y de ti ni te cuento. Ni un humano más, en serio, dejadme en paz.
He intentado echar a volar más de una vez, pero estas alas son una mierda, y me tengo que ir dando un paseo furioso.
Al menos, todo el mundo me hace caso, y las almas humanas desaparecen entre gritos, pero los demonios son otra cosa.
En mi Atalaya de la Miseria miro el paisaje. Cualquiera diría que en el infierno haría mucho calor, pero en realidad en su mayoría es un páramo helado y desierto. Miro al horizonte, y recuerdo mi vida humana.
Nunca me pareció la gran cosa, pero ahora lo echo de menos, iba a mi rollo, y los humanos en la tierra no están todo el tiempo lloriqueando por sus pecados.
—Mi señor —dijo Azrael, y a punto estuve de mandarle a la mierda, pero Azrael me caía bien. Aunque como no tuviera cuidado te armaba una revuelta de demonios.
—Si vienes a decirme que tengo que volver ahí abajo, paso —le digo con hastío. Pero él me abraza por detrás, bueno, al sexo con Azrael nunca me resisto.
—¿Y si vamos a cazar ángeles? —Hay tanta lujuria y maldad en su voz que ya me tiene.
—¿Ángeles? ¿Dónde? —me giro para encararme a él, estoy harto de demonios y de humanos ni te cuento — ¿En el cielo?
Por lo que tengo entendido, al cielo no es imposible ir, hay como una barrera anti demonios súper potente, eso y un ejercito de ángeles apuntando sus flechas que sí te matarían para siempre.
Eso fue la primera lección de Azrael, nada de ir a dar por culo al cielo.
Pero él me gira el rostro y me apunta hacia un lugar indefinido. Yo pongo cara de "¡¿qué coño me estás señalando?!"
—El mundo humano.
—¿No se supone que no podemos ir? —Él chasquea la lengua y sonríe como un pillo, un pillo de dos metros, negro y buenorro.
—Si alguien nos invoca, tenemos una posibilidad.
—Cuéntame más de eso. —Y por primera vez en un tiempo, de nuevo incalculable, me siento animado, me agarro de sus hombros mientras masajea mi trasero y me cuenta como puede pedirle algún favorcito a algunos amigos que se han quedado atrapados en medio de la nada.
Cuando un humano te invoca sientes que te están tocando los huevos, normal que ningún demonio esté muy por la labor de aparecerse. Pero la llamada cada vez es más fuerte, y cuando me veo en mitad de un círculo rodeado de emos que no tienen edad ya para esas pintas siento que algo ha cambiado.
Para empezar yo, que estoy con cuernos, joder, ya estamos. Y lo segundo es el aire, huele a mierda, huele a contaminación, huele a sudor y a hamburguesa, a gato mojado. ¡Sí, cómo lo había echado de menos!
También huele a sangre, pero Azrael se encarga de hacerlo desaparecer, también a los humanos a los que ha besado antes de dejarlos secos.
—¿Los has matado? —le pregunto, sorprendido, nunca he visto a Azrael matar a nadie.
—Si un humano te invoca, conoce tu nombre, puede convertirte en su esclavo —dice Azrael encogiéndose de hombros.
—Ah, no, bastante tengo ya con los humanos del infierno —lo siento, me han dejado de importar los humanos, qué quieres que te diga —¿Y dónde están los ángeles?
Noto como Azrael se transforma, nunca le he visto con su piel humana. Aunque debo reconocer que sus alas eran geniales, su piel sigue siendo oscura, pero no pasa de un bronceado surfero, y su cabello es más oscuro que el mío.
—Aparecerán en cuanto nos detecten, pero tiene que hacer de las suyas, mi señor.
Una vez muerto, y con mi verdadera naturaleza revelada, supe que mi don era algo mucho más fuerte ahora. Yo era el demonio de la lujuria, y si en el infierno era capaz de organizar emocionantes orgías, en la tierra mi presencia podía sacar las mayores fantasías a cualquier humano al que me acercara.
Efectivamente, el rastro de sexo desenfrenado y sin tapujos fue el caminito que nos trajo al primer ángel.
Menudo par, ahora sí que sí se pone buena la cosa.
A esta historia corta le he calculado unos 10 capítulos, así que comenzamos a cerrar historia.
¿Qué tal? ¿Demasiado canalla este Arthur?
¿Acabará él solo con toda la humanidad?
Feliz martes.
Besos
Sara
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El rey del pecado
Roman d'amourNunca he sido un santo, de hecho muchos me han denominado cabrón insensible, pero yo me debo al placer, y como comprobarás conmigo, también me debo al pecado. Ángeles, demonios, sexo gay y mucho humor.