Esto ocurrió en 2018, a mediados, porque para ése momento yo ya estaba empatizando al completo con mis diez compañeros de esa vez. Todos eran geniales, creo que ese ha sido el mejor año que he tenido escolar en mi vida. Y dudo tener otro igual.
Eran varios chicos y nosotras solo éramos tres chicas. Katherin, a la que le decíamos Colochis por su pelo rizado castaño oscuro y su piel morena. Luego estaba Celeste, (de esta chica hay tanto que decie, que en su momento lo diré todo en otro apartado por ahí, para darle justa honra a todo lo que pasó con ella) tenía un problema de identidad y adoptaba nombres diferentes de vez en cuando, si mal no recuerdo, se llamó Bianca y Beverly, nombres completamente diferentes al suyo. Ella terminó siendo mi inspiración para Lágrimas de plata, para el Ángel.
En los chicos había unos bastante chiflados, que aunque no llegué a intimar con ninguno, me cayeron bien en mayor o menor medida. Entre ellos, estaba Carlos, hijo de nuestro profesor de programación y nuestra profesora de literatura.
Él era un chico retraído, que aunque hablaba con el resto, era muy centrado en él mismo al punto de que lo veías pasar largas horas solo. Sus padres eran maestros exigentes y a pesar de que él se esforzó muchas veces, no les era suficiente nunca. Encima el resto de los chicos lo molestaban por ser raro.
Básicamente era una versión mía en chico. Por eso es que yo me solarizaba con él, por eso yo empecé a prestarle mis tareas y a darle apoyo emocional. Por eso empecé a acompañarlo cuando iba por los pasillos, porque esos chicos me tenían un leve respeto, por lo seria que yo soy.
Él pasó un tiempo diciendo que una compañera mía y yo, le habíamos ayudado a pasar varios años solo así, pasándole las tareas. Eso me hacía mucha gracia. Él, agradecido, nos decía que nos invitaría un helado siempre. Y ¿saben qué? no lo hizo. Pero no me molesta, más me han prometido antes y menos me han cumplido. No es broma que no hay quien más prometa que el que nunca cumple, pero lo digo con una sonrisa, la verdad, no es algo que me quite el sueño o algo así.
No éramos amigos, pero tampoco nos llevábamos mal.
El hecho es que siempre al final del día nos correspondía barrer y trapear el aula en la que terminábamos la jornada. Por lo que ese día, no tengo idea de si fue que nos quedamos ayudándolo con Celeste o no, talvez si, talvez nos ofrecimos a ello porque nos llevábamos bien y para nosotras no era ningún problema.
Estábamos los tres, y Celeste tomó rumbo a lavar el trapeador a las pilas del fondo de la normal mientras Carlitos y yo nos quedábamos en un silencio tácito, esperándola, mientras él ordenaba los pupitres y yo barría. Creo recordar el ruido que hacía, porque literal se estaba desquitando en todo el sentido de la palabra con los pupitres. Cuando uno de esos pesados pupitres de madera y metal se arrastra por el suelo de cerámica hace un ruido infernal que ya te da dolor de cabeza.
Por lo que es comprensible que yo siguiera en silencio solo levantando la mirada de vez en cuando para mirarlo en su teatral demostración de ira.
Soy más callada aun de lo que aparento, porque no me gusta gastar palabras y valoro en gran medida el silencio. Me gusta estar en silencio, a veces incluso me da una leve sensación de bienestar estar ahí entre personas en silencio. No es que sea aburrida, todo lo contrario, si me haces plática sobre ciencia te hablo sobre ciencia, si me haces platica sobre mitología te hablo sobre eso, lo mismo el arte, la metafísica, los libros en general, autoayuda, religión, cristianismo, ateísmo, amor, desamor, educación, derecho, informática, música, misterios universales, actualidad, política... y yo supongo que si hubiéramos trabado buena conversación (si a él le hubiera interesado hablar conmigo) estoy segura de que el silencio pasaría a segundo plano.
Pero en ese momento, como la gran mayoría del tiempo, yo estaba en silencio.
Además, ante la manifestación de la ira ajena, lo mejor es dejar a la persona soltar todo, que se desahogue hasta el ultimo gramo de frustración antes de osar decir algo. Yo eso he hecho desde hace mucho, dejo que las personas gasten su ira hasta que solo les queda las cenizas de lo que pasó. Eso si, a veces los termino enojando o confundiendo más porque normalmente yo pregunto "¿Ya está? ¿terminaste? ¿te desahogaste? ¿Todo el berrinche que hiciste te sirvió para hacerte sentir mejor? ¿Si? ¿No? Me alegra"
Carlitos azotaba esos pupitres. Él, como todos, buscaba encajar, y los compañeros no se lo permitían. Sé que su vida mejoró, porque lo he visto en su Instagram y cuando me lo he encontrado de vez en cuando, le va bien. Estudió, se graduó, tiene una novia lindísima, parece que no le va mal.
Pero en ese momento, yo en silencio, él en lo mejor de manifestar su odio, me dijo eso que plasmé en el relato. Que si yo no había deseado hacer una lista negra para matar a los que él sabía me habían hecho daño, porque en mi seriedad siempre se nota que me ha ido mal en la vida. Estoy segura de haberme quedado callada y mirarlo asombrada. Él siguió hablando en intervenciones cortas, de esa forma que se manifiesta en el relato.
Fue uno de esos momentos en los que el silencio se volvió sólido y yo elegí (sabiamente por una vez en mi vida) permanecer en silencio y escucharlo. Él se desahogó completamente, sin mirarme, simplemente hablando, simplemente soltando todo lo que era y sentía. Y después, cuando terminó de martirizar los pupitres y mis oídos, se dio por servido y se levantó y se se dio por servido. Y antes de salir, me dijo esa frase: no se preocupe, Litzy, usted no está en esa lista.
Y se largó el muy dramático, dejándome ahí con tremendo escalofrío en el cuerpo en el verdadero silencio que dejó el ruido anterior de los pupitres.
Me acuerdo bien que dije: Carajo... tengo que escribir eso.
Y como no, exagerarlo hasta el último instante. Celeste regresó poco después, con el trapeador al hombro y una pequeña sonrisa. Yo no tardé en contarle y ambas nos reímos mucho. A la semana siguiente, esa historia estaba escrita y publicada en inkspired, donde mejor me ha ido, curiosamente.
Él lo supo, de vez en cuando hablábamos de eso y nos reíamos. A él le gustó mucho, según me terminó diciendo más adelante y eso yo creo que fue un plus a su orgullo, el que la mayoría de los hombres tienen, porque por esa época terminó agarrando más confianza y se olvidó de mi ayuda y de ese helado que me prometió.
Pero hey, yo sigo agradecida por no haber estado en esa lista.
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La Papelera de Historias De VanlyD'Marso (BlogPersonal)
De TodoEste es un blog de notas y avisos para los lectores. Aquí hablo de mis historias, de mi errático proceso creativo, de cómo me inspiré para crear cada una, de las personas que me inspiraron y las situaciones que me llevaron a escribir cada historia. ...